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Academia y seguridad: un desacople total Opinión PDI

Academia y seguridad: un desacople total

Juan Francisco Galli
Por : Juan Francisco Galli Abogado, exsubsecretario del Interior..
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Las prioridades de estudio y conocimiento están totalmente desconectadas con la realidad que viven las personas. Un explícito ejemplo de ello es el último Congreso Internacional organizado por la Sociedad Chilena de Criminología.


Los últimos datos sobre delincuencia y victimización muestran la consolidación de un fenómeno que venimos viendo hace ya un tiempo: el desacople entre la sensación de inseguridad y la victimización. La última señal apareció en el Índice Paz Ciudadana, que mostró una cifra récord de temor de la población a ser víctima de un delito. Pese a que la victimización, la confianza en las instituciones y la proporción de robos violentos y no violentos es igual o mejor a la que mostraba el mismo índice en 2018, la sensación de temor es casi tres veces peor: si en 2018 uno de cada 10 encuestados mostraba alto temor, en el índice de 2023 son casi tres de cada 10. Incluso más, a nivel internacional Chile aparece como el país más preocupado por la seguridad y la violencia, por sobre México, Brasil o Colombia (IPSOS, What worries the world, sept. 2023).

Se pueden desarrollar múltiples razones o explicaciones para este fenómeno de desacople. Entre las que más se repiten están el surgimiento de fenómenos violentos asociados al crimen organizado y la presencia y la consolidación del narcotráfico. De ser así, las respuestas más certeras al respecto y el conocimiento necesario para abordar estas materias deberían venir de la academia especializada en el crimen, para dotar a las autoridades de métodos e información que les permitan tomar decisiones.

Sin embargo, cuando uno ve cuáles son las prioridades de los académicos dedicados a estas materias, observa un segundo y profundo desacople. Las prioridades de estudio y conocimiento están totalmente desconectadas con la realidad que viven las personas. Un explícito ejemplo de ello es el último Congreso Internacional organizado por la Sociedad Chilena de Criminología. Dicha sociedad representa a quienes se dedican a estudiar el fenómeno criminal, entender las causas y motivos de las conductas antisociales y aportar en prevenirlas.

Por ello, resulta del todo inexplicable que en su congreso anual no exista referencia alguna al narcotráfico y que las drogas solo estén mencionadas con ocasión del efecto de la “guerra contra las drogas” en el encarcelamiento femenino. Igualmente resulta sorprendente que, de las 88 ponencias seleccionadas para el Congreso, solo una haga referencia al crimen organizado y que el fenómeno de los homicidios solo esté tratado en otra exposición, a cargo de un fiscal de la zona norte.

El conocimiento y la rigurosidad académica son hoy más necesarios que nunca para entender los fenómenos delictuales que están surgiendo en Chile y evitar que sigamos la senda de otros países en la región que hoy sufren con el retroceso del Estado, el avance del narco y el crimen organizado. Preguntas importantes sobre el precio y disponibilidad de la droga, las motivaciones de la nueva criminalidad, la influencia de organizaciones extranjeras en la violencia criminal en nuestro país, están aún sin respuestas o las que existen son totalmente insuficientes. Por ello, no es posible entender que nuestra academia omita su responsabilidad en explicar y priorizar estas temáticas para apoyar a quienes tienen el deber de enfrentarlas.

Al parecer, nuestra academia relacionada con la seguridad y el crimen también cedió a la tentación, probablemente por sesgo ideológico, de analizar fenómenos muy específicos de minorías intensas, antes que apuntar a aquellos problemas por los que la ciudadanía clama ayuda con temor y angustia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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