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Termómetro de Salud Mental ACHS-UC:  un instrumento de control social Opinión

Termómetro de Salud Mental ACHS-UC: un instrumento de control social

Rodrigo Finkelstein
Por : Rodrigo Finkelstein Docente del Diplomado Herramientas para la Gestión y Promoción de Ambientes Laborales Saludables, Universidad Alberto Hurtado. Autor de libros sobre seguridad, salud y bienestar en el trabajo.
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El 31 de enero la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica lanzaron la octava versión del “Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC”. ¿Qué está sucediendo con la salud mental de las y los chilenos? La verdad es que es imposible responder a esta pregunta después de ver los resultados de este estudio. Aquí estamos frente a un revoltijo de cifras, porcentajes y escalas internacionales que nada explican ni ahondan en la problemática de la salud mental de la población chilena. Ni siquiera arroja luz sobre las diferencias entre la salud mental laboral y la no laboral, algo que uno esperaría dado que la ACHS lidera este estudio. El problema de fondo es que este estudio abusa de la recolección empírica y la representación estadística de la salud mental e ignora factores socioeconómicos y políticos que explican el fenómeno en estudio.

Este problema no es nuevo. El uso indiscriminado del análisis empírico-estadístico sin la mediación de un marco teórico o, al menos, de un sólido contexto social, político y económico para hacer sentido de los datos recolectados, es la manera habitual en que en el país se abordan los problemas sociales. Algunos académicos llaman a esto positivismo crudo, dado que se abusa de la capacidad explicativa de los datos recolectados de forma empírica y procesados de manera estadística. Los analistas empírico-estadísticos suponen que los datos recolectados y procesados estadísticamente hablan por sí mismos. Pero lamentablemente no es así. Sin contexto ni marco teórico las estadísticas no sólo son inútiles para comprender nuestro entorno, sino, en muchos casos nos conducen a una falsificación y distorsión de la realidad.

Obsesionados con la representación estadística al paroxismo, el Termómetro de Salud Mental ACHS-UC abstrae, reduce y descontextualiza la salud mental al punto de su naturalización. Primero, en la forma de cifras y porcentajes, la salud mental es representada de manera aséptica y general. La densidad humana, social y económica que reviste, por ejemplo, la depresión y sus síntomas, se diluye en un set de equivalencias numéricas que restringen la capacidad de caracterizar y situar socialmente el fenómeno. El contexto y el drama de los problemas mentales son exitosamente reducidos y reemplazados por una serie de escalas internacionales como el GHQ-12, PHQ-9, GAD-7 y una artillería de equivalencias cuantitativas que impiden comprender la salud mental y su articulación con el ambiente socioeconómico. Porque hay que decirlo, medir un fenómeno no es suficiente para explicarlo. Es necesario contextualizar e interpretar los datos recolectados y procesados estadísticamente a la luz de teoría social.

Segundo, la representación de la salud mental en la forma de equivalencias cuantitativas y en exclusión de marcos conceptuales e interpretativos, convierten los problemas de salud mental en un fenómeno natural y normal. Los síntomas de ansiedad, la depresión, el insomnio y la soledad se normalizan como eventos cotidianos propios de las sociedades modernas, como fenómenos que al ser inevitables sólo deben ser registrados y calculados rigurosamente para ser comprendidos. En la forma de cifras y porcentajes, los problemas de salud mental adquieren regularidad, normalidad y sentido común. Como lo advirtió Horkheimer, esta es una de las principales falencias de la razón instrumental, que mediante el acto de calcular y medir termina por naturalizar fenómenos que no son naturales, sino, el resultado de la agencia humana.

Si los problemas de salud mental no son naturales, ¿qué es lo que no estamos viendo? O más bien dicho, ¿qué es lo que se nos quiere ocultar? Eliminado el contexto social y económico que explica las penosas condiciones mentales de la población chilena, el Termómetro de Salud Mental ACHS-UC esconde el origen y las causas de los síntomas de ansiedad, la depresión y el insomnio, entre otros. La transparencia de la experiencia cotidiana, que nos expone a la dura realidad que el 50% de chilenos y chilenas gana menos de $420.000 y que viven a punta de deuda para llegar a fin de mes, es sustituida por una serie de escalas internacionales que reducen a cifras y naturalizan los problemas de salud mental. El Termómetro de Salud Mental ACHS-UC encubre el contexto social, el desempleo, las precarias condiciones contractuales, el subempleo, las presiones productivas, las extenuantes jornadas, y en fin, las múltiples determinantes económicas que explican los problemas mentales. Porque al carecer de teoría social este estudio impide penetrar las fuerzas estructurales provenientes de las condiciones económicas y sociales que gatillan los problemas de salud mental. El abuso de la abstracción y la representación científica-técnica despolitiza la salud mental. Porque los problemas de salud mental constituyen un problema social y económico que atañe a las políticas públicas. Como algunos han señalado, las enfermedades mentales son hoy lo que las enfermedades infecciosas fueron para la medicina social del siglo XIX, es decir, un problema que concierne a las condiciones de vida y la organización económica de la sociedad. Y son justamente estas condiciones sociales y económicas las que en su conjunto el Termómetro de Salud Mental ACHS-UC oculta bajo un despliegue redundante y descontextualizado de representaciones empírico-estadísticas.

Como instrumento de control social, el Termómetro de Salud Mental ACHS-UC obstruye la posibilidad de gestionar cambios estructurales para mejorar la salud mental de la población. Estos cambios exigirán a la ACHS promover entre sus empresas adheridas acciones tendientes a abordar la precarización del empleo, la intensificación del trabajo, los contratos temporales, los salarios exiguos y la privatización de los servicios públicos asociados a la provisión de derechos sociales (salud, educación y pensiones) como estrategias para prevenir los problemas de salud mental de la población chilena. Aquí no estoy planteando nada nuevo ni original. Hace más de dos décadas que la Organización Mundial de la Salud difundió su famoso informe sobre las Determinantes Sociales de la Salud donde revela que son las condiciones económicas y sociales las que se deben intervenir para mejorar la salud física y mental de las personas. Pero las instituciones que se dedican a la salud laboral siguen sin enterarse que las enfermedades mentales en Chile tienen su origen en un modelo económico que ha enriquecido a unos pocos en detrimento de la salud mental de la mayoría. En síntesis, el Termómetro de Salud Mental ACHS-UC opera como un instrumento de control social, que mediante el abuso de la representación científica-técnica y la omisión del contexto socioeconómico contribuye a ocultar los déficits estructurales del país que originan los problemas de salud mental, conservando de esta manera el status quo a favor de los grandes grupos económicos nacionales e internacionales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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