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Dos años de guerra en Ucrania: desenlace incierto en un mundo cada vez más peligroso ANÁLISIS

Dos años de guerra en Ucrania: desenlace incierto en un mundo cada vez más peligroso

Boris Yopo H.
Por : Boris Yopo H. Sociólogo y Analista Internacional
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Este año se ve improbable alguna salida negociada al conflicto. Además de la filtración de una información secreta rusa, ahora Macron enciende la polémica al sugerir que la OTAN lleve tropas a Ucrania. Aunque Putin amenazó con la “guerra total”, no se moverá a la espera de la elección en EE.UU.


El pasado 24 de febrero se cumplieron dos años de la invasión rusa a Ucrania. Contrariamente a lo que Putin y otros pensaron, incluso en Occidente, las tropas rusas no lograron tomar Kiev ni derrocar al gobierno ucraniano, y este ha logrado retener todo el territorio que ya estaba bajo su control el día en que se produjo la invasión.  

Sin embargo, tampoco se cumplieron las predicciones de analistas del mundo occidental, que varias veces anunciaron –sobre todo este segundo año– la recaptura por Ucrania de las regiones fronterizas que Rusia tiene bajo su control. Esto no sucedió, y la situación se mantiene prácticamente igual a la existente en los primeros días de la invasión, en febrero de 2022. Y en estos últimos meses, la falta de municiones y otros tipos de armamento ha obligado a las tropas ucranianas a tener que replegarse frente al avance de un ejército ruso que lo multiplica varias veces en hombres y en equipamiento militar.

Lo cierto es que, en estos dos años, Putin logró reorganizar la economía para minimizar las sanciones occidentales, y el énfasis en una producción masiva de armamentos ha sido un estímulo importante para mantener a la economía a flote, por ahora. Además, Irán y Corea del Norte le están entregando una cantidad significativa de armas, y con el reclutamiento de otros cientos de miles de soldados, los que tienen la ventaja en el campo de batalla son, por el momento, las fuerzas rusas.

Y es que la OTAN no ha podido continuar abasteciendo a Ucrania con todo el material y equipamiento que ese país necesita para enfrentar esta ofensiva de un ejército inmensamente superior en hombres y armamentos. No tienen los países de la OTAN las reservas suficientes de armas y municiones al día de hoy, mientras que algunos gobiernos ven dificultades crecientes para aprobar nuevos financiamientos a Ucrania, en momentos donde las sociedades europeas hacen crecientes demandas para que se aborden problemas sociales urgentes, que también requieren de mayores recursos. 

El caso más evidente es en Estados Unidos, donde un Congreso dominado por los republicanos ha bloqueado un nuevo paquete de asistencia que Ucrania necesita con urgencia. Lo cierto es que hay una cierta fatiga y se ha instalado un pesimismo creciente respecto a que Ucrania pueda ganar la guerra. En una reciente encuesta, solo el 10% de los europeos cree que Ucrania ganará. Y entonces se genera una presión creciente para negociar una salida con Putin.

El problema es si Putin quiere negociar, y cuáles serían los términos de esa negociación. Ucrania no está dispuesta a ninguna negociación que implique ceder definitivamente territorios que son ucranianos. Y la gran mayoría de la población en este país, pese a la fatiga, comparte esto, y ningún gobierno podría hacer este tipo de concesión ahora. Por otra parte, el líder ruso percibe los problemas que hoy afectan a países de la OTAN, quiere capitalizar ello y, sobre todo, está esperando –en un contexto de mayor fortaleza militar hoy– la elección estadounidense de noviembre, apostando a un triunfo de Trump, quien ya ha dicho que reducirá o terminará con la ayuda a Ucrania, y que ha relativizado sus compromisos con la OTAN, en el momento más crucial para esta alianza en décadas. Lo cierto es que, si se mira la historia pasada, la relación entre estos dos liderazgos autoritarios ha sido de gran afinidad y complicidad, por lo que es totalmente esperable que Putin no arriesgará ni cederá nada hasta la elección de noviembre.

Este año, por tanto, se ve improbable alguna salida negociada al conflicto, y Putin intentará hacer avances importantes, aprovechando esta coyuntura que le resulta favorable. Hace pocos días, se filtró una información secreta, donde se supo que le había dado orden al ejército de capturar una región importante de Ucrania en las próximas tres semanas, intentando que ello coincida con estos dos años de inicio de la guerra y con su propia campaña de reelección en Rusia, en el mes de marzo –que en todo caso está asegurada, porque no hay en realidad condiciones mínimas siquiera para una elección libre y competitiva–. 

Esta información puede haber incidido, además, en las declaraciones que hizo el presidente Macron de Francia, al final de una conferencia en París de 27 países de la OTAN y la Unión Europea, cuyo propósito era reafirmar el apoyo occidental a Ucrania. Macron dijo –amparándose en el concepto de “ambigüedad estratégica” que busca respuestas flexibles ante un escalamiento o crisis– que habría que considerar una participación directa de fuerzas de la OTAN, en caso de que Ucrania esté en un riesgo inminente de perder la guerra. 

Tal comentario ha generado amplias críticas. Rusia ha dicho que ello significaba “la guerra total”. Dentro del espectro político francés, fue duramente criticado también por la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, y por Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda. Mientras el secretario general de la OTAN, el canciller alemán, y otras autoridades europeas, se distanciaron de ese comentario, reafirmando que no había posibilidad alguna de que ello suceda. El Presidente francés al final matizó su comentario, pero lo cierto es que ello refleja la preocupación que hay ahora en Europa por el curso que ha tomado la guerra.

Por otra parte, en el resto del mundo la atención se ha centrado ahora en la guerra en Gaza y el drama humanitario que allí se vive, y donde el doble estándar que la mayoría del Sur Global percibe en un Occidente que repudia a Putin, pero que no hace lo mismo con Netanyahu y su gobierno (pese a que ambos violan los mismos principios), transforma a la guerra de Ucrania, a ojos de muchos, en un conflicto OTAN-Rusia, aliviando la presión y repudio inicial que el gobierno ruso recibió en foros internacionales, cuando invadió a este país vecino.

A mediano plazo, si Ucrania logra mantener el control de lo que ahora tiene, y si es reelecto Biden, el escenario para Putin podría complicarse y ahí podría estar más abierto a negociar. Porque, además, la OTAN está preparando un plan de rearme a gran escala, que dará resultados en los próximos años, que permitirá abastecer a Ucrania de toda la artillería y municiones que necesita (y que ahora no tiene) y además este país comenzará a recibir misiles de mayor alcance y aviones avanzados, que podrían cambiar el balance existente hasta ahora.

Lo cierto es que en algún momento la guerra terminará, pero no será en el corto plazo, y está por verse si Ucrania logrará recuperar los territorios hoy ocupados, o tendrá que aceptar la consolidación de lo que hoy tiene, como precio para terminar con el conflicto. Desenlace incierto (en un mundo cada vez más peligroso) por ahora.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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