Lo sabemos, de continuar con nuestra inacción actual, para el año 2050 nos encontraremos atrapados en una economía mundial fallida, resultante de las enormes emisiones de CO2 que estamos lanzando a la atmósfera. No hay otra salida, por muy complicada, compleja e imposible que parezca.
Recientemente se han publicado los resultados de una investigación científica que buscaba cuantificar el costo del daño medioambiental provocado por la crisis climática. Su conclusión es peor de lo que se esperaba: se estima que será seis veces mayor que el precio que deberíamos pagar si realmente la humanidad se aplicara a limitar el calentamiento global a 2 °C. El límite de los 2 °C ya se decidió en el marco del Acuerdo de París, pero ningún país ha cumplido con sus promesas. Muy por el contrario, siguen aumentando las emisiones de CO2. El estudio ( nos demuestra que esta irresponsabilidad nos costará muy cara, a nosotros y a las futuras generaciones.
El impacto económico que se pronostica es más del doble que cualquier análisis anterior. Detrás de esa diferencia hay una metodología muy sofisticada. La mayoría de los estudios anteriores consideraron solo los daños relacionados con el aumento de las temperaturas a nivel nacional. Por primera vez se incorporaron las precipitaciones y los impactos climáticos extremos utilizando 40 años de datos de 1.600 regiones subnacionales en todas las regiones del mundo. Esto es importante, porque el clima y los desastres extremos son un fenómeno local más que nacional.
Principales resultados:
Los resultados de esta investigación de alto nivel (Kotz, M., Levermann, A. & Wenz, The economic commitment of climate change, Nature 628, 17 abril 2024), publicada en Nature (Reino Unido) (una de las más prestigiosas revistas científicas a nivel mundial, no debería dejarnos indiferentes. Son abrumadores. Es de esperar que permitan despejar las dudas de todos los que aún son escépticos respecto a la gravedad de la crisis climática y hasta qué punto compromete nuestro futuro y el de nuestros nietos y bisnietos. Por supuesto, a los negacionistas no les gustará. Para ellos, cualquiera sea la evidencia científica, no tiene relevancia si choca con su peculiar cosmovisión. Desde la década de los 70 niegan el calentamiento global, desde 2015 menosprecian el Acuerdo de París y solo prestan atención a aquellos asuntos que son en beneficio de sus intereses económicos y políticos inmediatos.
Los resultados aquí revisados certifican el desafío más importante que tenemos por delante. Nos exige, de una vez por todas, dar un salto estructural de envergadura hacia un sistema de energías renovables, sostenibles, que nos asegure no despilfarrar nuestros escasos recursos financieros.
Lo sabemos, de continuar con nuestra inacción actual, para el año 2050 nos encontraremos atrapados en una economía mundial fallida, resultante de las enormes emisiones de CO2 que estamos lanzando a la atmósfera. No hay otra salida, por muy complicada, compleja e imposible que parezca. La temperatura, la ecología y la economía en nuestra “Una Sola Tierra” solo se estabilizarán cuando privilegiemos las energías renovables y la electromovilidad y dejemos de quemar petróleo, gas, carbón y árboles, cualquiera sea el costo. No importa. Ahora comprendemos que siempre será más barato que no hacerlo. Así de simple. Ahora es cuando.