Los dólares son un bocado enorme para los dirigentes del fútbol sudamericano, que están demasiado preocupados de vestirse bien, estar cómodos en los palcos siendo atendidos y recibir regalos de toda índole.
Marcelo Bielsa explotó en la previa de la final de Copa América. Criticó duramente los arbitrajes, el estado de los campos de juego y entrenamiento y la organización de la Copa. También fustigó el posible castigo a diez de sus jugadores tras los serios incidentes, una vez terminada la semifinal ante Colombia.
Fue tanta la dureza del rosarino que una parte de los periodistas uruguayos no compartió los dichos de Bielsa, quien atacó a la prensa charrúa de no haber dicho la verdad en muchas cosas. Claramente, las palabras del técnico de la celeste han provocado una polémica enorme hasta estas horas. Se dio el lujo de apuntar a Estados Unidos sin pelos en la lengua: un Bielsa auténtico, que no dejó títeres con cabeza.
Pero muchos de los pensamientos de Bielsa son de justa razón. La Copa América está manchada. Y se manchó fuera y dentro de la cancha.
Efectivamente, las canchas de Copa América dejan mucho que desear, porque se juega en estadios en fútbol americano y se parchan con mantas de pasto. Todos se han quejado y ha sido cierto. Muchos jugadores y técnicos se han quejado de esto, partiendo por Scaloni y varios más.
La organización misma de la Copa ha sido deficiente. Es cosa de ver los traslados de varios seleccionados, recorriendo de costa a costa el enorme país norteamericano. Vuelos cancelados y muchos más problemas de la logística.
El tema del arbitraje ha sido permanente en este certamen. No solo por lo que nos pasó a nosotros, con las malas actuaciones de Matonte y Roldán, sino porque han sucedido varios episodios referiles y del VAR que hacen de esta una Copa manchada.
Claramente, la Conmebol tiene intereses creados en muchos ámbitos: deportivos, económicos y de futuros negocios. Estar allá implica conocer en terreno todo lo que se mueve y cómo se mueve. Y lamentablemente, lo más importante, que debería ser el análisis y comentarios relacionados con el juego, ha pasado a un segundo y hasta un tercer plano, producto de todas estas polémicas.
No sería nada de extraño que, en un futuro muy cercano, se termine jugando todo allá, en la tierra del tío Sam, donde los dólares son un bocado enorme para los dirigentes del fútbol sudamericano, que están demasiado preocupados de vestirse bien, estar cómodos en los palcos siendo atendidos y recibir regalos de toda índole.
Una Copa manchada.