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Convertir residuos en riqueza: los beneficios de la economía circular para América Latina Opinión

Convertir residuos en riqueza: los beneficios de la economía circular para América Latina

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Alberto Pacheco Capella
Por : Alberto Pacheco Capella Representante para los países del Cono Sur de América Latina del Programa ONU para el Medio Ambiente.
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En una región con una inmensa riqueza natural, pero también con desafíos sociales y ambientales urgentes, la circularidad puede ser un verdadero punto de inflexión.


El reloj climático avanza y cada vez con más fuerza. Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2024 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el mundo debe reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 42% para 2030, si queremos mantenernos dentro del límite de 1,5 °C establecido por el Acuerdo de París.

De no hacerlo, nos enfrentamos a un aumento de temperatura de hasta 3,1 °C hacia finales de siglo. Las consecuencias serían devastadoras. Necesitamos más ambición en nuestras metas climáticas y necesitamos actuar ya. Una de las soluciones más poderosas –y aún poco aprovechadas– es la economía circular.

¿Pero qué es exactamente la economía circular? Se trata de un modelo que propone hacer más con menos, manteniendo los recursos en uso durante el mayor tiempo posible, reduciendo residuos y regenerando ecosistemas. A diferencia del modelo de economía lineal tradicional (extraer, producir, desechar), la economía circular plantea una evaluación del ciclo de vida útil de los productos, ofreciendo también una transición para la regeneración de los sistemas naturales.

Se trata de reducir, rechazar, reutilizar, reparar y reciclar. No es solo una solución ambiental; es una estrategia de desarrollo sostenible alineada con la inclusión social, la equidad, la resiliencia y la innovación.

Y América Latina tiene mucho que ganar con esta transformación.

En una región con una inmensa riqueza natural, pero también con desafíos sociales y ambientales urgentes, la circularidad puede ser un verdadero punto de inflexión. Las prácticas circulares reducen la presión sobre los ecosistemas, generan oportunidades económicas y construyen sociedades más inclusivas y sostenibles.

A nivel global, el impulso ya está en marcha. Las principales economías del mundo –responsables de aproximadamente el 75% de los residuos globales– se han comprometido a reducirlos mediante la prevención, la reutilización y el reciclaje. La circularidad y el consumo responsable están cada vez más presentes en la agenda internacional. Para América Latina, esto representa una oportunidad única para posicionarse como líder de soluciones que alinean el progreso económico con la responsabilidad ambiental.

Las soluciones circulares generan impactos concretos. Un enfoque circular en cuatro sectores clave –cemento, acero, plásticos y aluminio– podría reducir las emisiones globales hasta en un 40% para 2050. En los sistemas alimentarios, estas emisiones podrían reducirse casi a la mitad. Estos beneficios son especialmente relevantes para los países latinoamericanos, donde la agricultura, la construcción y la industria pesada son motores económicos fundamentales.

Además, la economía circular ofrece una ganancia social. En una región donde la desigualdad y la degradación ambiental suelen estar entrelazadas, transitar hacia modelos circulares en los sectores agroalimentario, de la construcción, la movilidad y la gestión de residuos podría generar hasta 8,8 millones de empleos formales. Es decir, avanzar hacia una economía verde mientras se empoderan comunidades y se reduce la pobreza.

Cuatro transformaciones clave pueden acelerar este cambio:

  1. Sistemas alimentarios sostenibles: reduciendo pérdidas y desperdicios, apostando por una agricultura regenerativa y dietas más saludables.
  2. Producción circular: basada en la reutilización, reparación y rediseño de productos, puede reducir el uso de materiales en un 32% y las emisiones en un 31%, abriendo oportunidades para la innovación, especialmente entre las pequeñas y medianas empresas.
  3. Gestión inteligente de residuos: con una tasa de circularidad actual del 1% en la región, elevarla al 6% mejorando la infraestructura y reconociendo el rol de los recicladores.
  4. Transición hacia una energía limpia: apostando por fuentes renovables y por la electrificación de sectores como el transporte.

La economía circular también representa una oportunidad económica concreta. Según el PNUMA, se estima que puede generar más de 108 mil millones de dólares anuales a nivel global para 2050, además de reducir los costos de gestión de residuos, que hoy recaen sobre los municipios y los hogares.

La transición hacia una economía circular no solo es deseable, sino también urgente. Se trata de una oportunidad para replantear nuestro modelo de desarrollo, garantizando que sea justo, resiliente y compatible con los límites del planeta. Existen ya múltiples iniciativas en distintas regiones del mundo que están demostrando su viabilidad, desde cooperativas de reciclaje hasta soluciones tecnológicas para reutilizar materiales industriales.

América Latina tiene la capacidad de innovar, el capital natural y el talento humano para liderar esta transición. El futuro circular está al alcance. Convertir residuos en oportunidades es uno de los caminos más sólidos hacia un planeta más sano, inclusivo y próspero para todos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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