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El error de Chile Vamos: renunciar a la ideología Opinión AgenciaUno

El error de Chile Vamos: renunciar a la ideología

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Alfonso España
Por : Alfonso España Investigador de Horizontal
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Renunciar a defender las propias posiciones implica renunciar al sentido de ser de los partidos de Chile Vamos. Se requiere justamente lo contrario, la justificación de su existencia, ya que lo que está en juego es no solo la Presidencia, sino la hegemonía del liberalismo ante el auge iliberal.


La candidata presidencial de Chile Vamos se encuentra a la baja en términos de preferencias. Su debilitamiento inicial fue capitalizado por Johannes Kaiser, pero tras la caída de este las preferencias no volvieron a la coalición, sino que se dirigieron hacia J. A. Kast, que hoy lidera en las encuestas.

Hay diversas razones que explican el debilitamiento de la candidata de centroderecha, pero me referiré en uno que es estructural en la coalición; a saber, la renuncia explícita a la ideología, bajo el equívoco de que no sería más que una distorsión de la realidad y fuente de disputas banales o innecesarias para resolver los problemas de la población, y, consecuentemente, suponer que una elección presidencial se podría ganar por la sola calidad técnica de sus propuestas o equipos.

Estos errores políticos en la coalición son los mismos que la llevaron al cuarto lugar en 2021. En verdad, en las últimas elecciones nacionales han sido los candidatos más ideológicos los que se han desempeñado mejor, como también los que más apelan a las emociones.

En este sentido, el excesivo “pragmatismo” de Chile Vamos, que sugiere que no importa si una política es de izquierda o de derecha, sino solo que funcione, pierde en el contexto actual, porque al centrar su preocupación en defender cosas específicas en términos de eficiencia, descuida el proyecto país que promueve.

Precisamente, es la ideología la que permite dar coherencia y sentido a los distintos cambios propuestos en función de un fin considerado justo y necesario para todos, por razones valóricas principalmente y de eficiencia secundariamente.

Cuando se renuncia a defender la ideología política histórica del sector, no se le está hablando al ciudadano universal ni tampoco a un supuesto votante mediano, como a veces se cree, sino al tecnócrata, que es un grupo minoritario. Si bien es necesario convencer a los cuadros técnicos, para llegar a las mayorías se requiere de un relato capaz de aunar las frustraciones y esperanzas ciudadanas en un proyecto político que defienda los conceptos nucleares de la ideología de la coalición.

Las ideologías son ideas, creencias y valores que compiten por la formulación de políticas públicas, es cierto, pero con el fin de justificar, oponerse o cambiar las bases y los acuerdos de una sociedad política. Renunciar a defender con pasión las propias posiciones implica renunciar al sentido de ser de los partidos de Chile Vamos.

Se requiere justamente lo contrario, la justificación de su existencia, ya que lo que está en juego es no solo la Presidencia, sino también la hegemonía del liberalismo ante el auge iliberal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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