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El difícil viaje de la UDI hacia la Internacional DC

El empeño de la UDI por legitimarse como un actor dentro del concierto internacional de partidos de centro ha sido, junto con la disputa por los electores y por el nombre de «partido popular», una de las aristas de la competencia que mantiene con la Democracia Cristiana. El vicepresidente de la Internacional DC, Josep Duran i Lleida analizó este tema con El Mostrador.


En gira por América Latina, una delegación de políticos españoles han visitado a los dirigentes de los partidos de raigambre demócrata cristiana de México (PAN), Uruguay, Argentina y Chile. Entre estos visitantes, que estuvieron en el país hasta el viernes, figura el catalán Josep Duran i Lleida, ex ministro del gobierno autonómico de Catalunya.



Militante de Unió Democrática, partido que mantiene relaciones privilegiadas con la DC chilena, es también uno de los vicepresidentes de la Internacional Demócrata Cristiana (IDC). Y
El Mostrador.cl conversó con él sobre el diagnóstico de la solidez de los postulados DC en el mundo, y sobre la posibilidad de que lleguen nuevos actores al centro político, entre ellos la UDI.



De lo que ha visto en esta gira, de lo que está pasando en el Partido Popular Europeo…¿cómo diría que está la salud de los partidos DC y del centrismo en el mundo y en América Latina?
-Debo decir que soy crítico con mi internacional, porque es IDC o de centro, y lo del "centro" es una concesión a aquellos partidos que no son DC pero se han encontrado últimamente en la IDC. Y la salud de la Democracia Cristiana es una, pero si utiliza el concepto más laxo de centro, entonces es otra. La DC en Europa tiene una presencia notable; tiene la que tuvo siempre en Francia, que no es mucha; perdió un poco de presencia en Italia; en Alemania está en la oposición, pero es muy fuerte. En términos generales, hay una presencia notoria de la DC en el mundo, pero en la medida que forma parte de un "Partido Popular Europeo", y de una Internacional ampliada con partidos de centro y liberales, se ha diluido mucho nuestra identidad. Yo no comparto la idea de una internacional que agrupe a todos los partidos que no son socialistas, y desgraciadamente la IDC va en esa dirección.



Duran i Lleida agrega que en América Latina las cosas se ven bien. "En Chile hay una DC fuerte, y esperamos que el candidato de la Concertación y el próximo presidente de Chile, sea DC. En México, a pesar de la derrota reciente del PAN, es uno de los tres partidos importantes; en Venezuela hay una recomposición de la DC, y en Centroamérica están muy activos en Guatemala y Salvador", explica.




¿Es posible pensar que las tendencias de centro han neutralizado la amenaza de fenómenos ultraderechistas como el de LePen en Francia, Heider en Austria, o Fortuyn en Holanda?
-Esa no es un batalla de la DC. Es una batalla de la democracia en general. Y en Francia, quienes pagaron el precio fueron los socialistas. Ese es un fenómeno que se produce en Europa y es lo peor del populismo, con claros signos de racismo y xenofobia como elementos de atracción hacia los electores. Eso es una reacción a la migración que está recibiendo Europa, fundamentalmente la magrebí. Pero esa no es una batalla que hayan perdido, ni perdido ni ganado. La democracia siempre tiene batallas pendientes.



Nuevos invitados en el centro



¿En qué ideario común convergen los partidos DC "de toda la vida" con estos partidos a los que usted se refiere, de centro, liberales, muchos de ellos provenientes de la derecha?¿dónde se produce el encuentro?
-No coincidimos en todo. En la mayoría de esos partidos hay una idea de centro más liberal, de darle mayor dimensión al mercado. Los partidos de inspiración demócrata cristiana creemos en el mercado, pero también creemos que éste no tiene corazón, y que no va a solucionar todos los problemas, y por lo tanto, tenemos un fuerte componente social. Tenemos nuestra matriz ideológica en el personalismo comunitario y eso no significa otra cosa que el respeto a la libertad y la iniciativa de las personas, pero por otra parte, siempre sabiendo que esas personas viven en un concierto de una comunidad a la que le debe un compromiso. Y ésa es la diferencia entre los DC y los otros "de centro". Ciertamente, algunos de estos partidos han estado cercanos a gobiernos y regímenes no muy democráticos y, sin que las personas en singular hayan tenido responsabilidades en ese contexto, han estado cerca de ese poder. Que conste, ese problema es algo que la Internacional Socialista tiene también en mayor o menor grado en la medida que incorporó partidos comunistas de Europa del Este, responsables directos de las dictaduras de aquellos países. Así es que, puestos a avergonzarse, tienen más que avergonzarse la Internacional Socialista que la IDC.



¿Cuál es la evolución necesaria que debe hacer un partido que ha estado apoyando dictaduras, o que viene de la derecha, para ser bienvenido en el centro político?
-La bienvenida a una opción política la dan los votos en democracia. En un sistema democrático, la legitimidad y la matriz la concede la representatividad que le otorgan los electores. A partir de ahí, cada partido intentará presentarse con su etiqueta. Por ejemplo, el Partido Popular español (PP) es un partido que intenta presentarse como de centro, y tiene sin duda electores de centro, porque si no los tuviera no ganaría las elecciones. Si el PP no llegase a una parte importante del electorado del centro de España no hubiera ganado, como tampoco las hubiera ganado en su tiempo Felipe González. El centro es algo que dan los votantes. Pero el centro no es, a mi juicio, y desde una perspectiva DC, un espacio equidistante de la derecha y de la izquierda. Eso puede ser lo que deseen "aquellos partidos". Para la DC, el centro es un conjunto de valores que imprimen un ideario que es el que ha caracterizado a la DC.



Le pregunto todo esto también porque éste es un fenómeno político que también vive Chile, donde un partido como la UDI, situado durante mucho tiempo en un espacio de derechas, inició a todo galope su camino al centro…
-Sí, pero hay quien inicia el camino al centro y no llega nunca. El PP entre ellos. No puedo discutir que el PP no sea atractivo para votantes de centro, y que no tenga componentes centristas, si no, no sería el partido que gobierna en España. Dicho esto, hay viajes que se inician, pero no se acaban nunca. Y es el caso del PP, y en Chile, el de la UDI. Es bueno que estos partidos protagonicen esta evolución. Es bueno para la democracia, pero en cualquiera de los casos, cada uno en su sitio. Yo no veo a la UDI en la Internacional Demócrata Cristiana, y el día que eso suceda yo sé de uno que va a postular a darse de baja en esa internacional, y ése soy yo.



Señales



La delegación que integra Duran i Lleida tuvo una nutrida agenda en Chile en los escasos días que estuvo. Y esa agenda estuvo siempre coordinada desde la DC: se reunieron protocolarmente con el Presidente Lagos, con el Presidente del Senado, Andrés Zaldívar; hubo una comida en la casa de Adolfo Zaldívar y diversos seminarios con el mundo DC. A diferencia de las más recientes visitas del centrismo español, no hubo citas con las UDI. Cuestión que para la DC chilena es toda "una señal" en la soterrada competencia que mantiene con el gremialismo por la figuración dentro de las organizaciones internacionales que agrupan a los partidos centristas.



Hace no más de dos meses hubo un pequeño revuelo en el mundo político del centro chileno cuando Mercedes de la Merced, dirigenta del PP, aseguró que era inminente la entrada de la UDI en la IDC y que sería muy bienvenida en esta instancia, con el patrocinio del PP…
-La IDC no ha analizado esa cuestión. Pero desgraciadamente, la Internacional analiza pocas cosas últimamente. No ha analizado tan siquiera la crisis de Irak. La Internacional vive una parálisis considerable y por lo tanto no ha analizado esa posibilidad. No me extraña de Mercedes de la Merced, en todo caso, quien hizo hace muy pocos años una defensa del franquismo. Así que no extraña en absoluto que defienda la incorporación de la UDI en la IDC. Pero ya le dije que yo, como vicepresidente de la IDC, no comparto ese criterio.





Una de las fórmulas, que según la UDI, le permitirá llegar a la IDC es a través de la inminente fusión de la IDU (International Democratic Union), donde ya es miembro, con la IDC ¿es viable esto?
-Hay quien pretende que eso sea así. Pero insisto, cuando eso suceda, yo defenderé que los partidos DC de toda la vida nos replanteemos la permanencia en esa internacional. Mire, yo no soy DC por ser de la IDC: La condición de DC no viene por homologación internacional. Mi partido se fundó el 31, y la IDC no existía, pero ya defendíamos los valores demócrata cristianos. Y podemos seguir siendo DC sin permanecer en la Internacional DC. Y si un día sucede que todos los partidos de la internacional conservadora ingresan a la IDC , yo no me veo, permítame la pedantería, al lado de Bush.



¿Esta postura es a título personal, o la comparten otros partidos DC dentro de la Internacional?
– No creo que los DC chilenos estén alejados de mi reflexión.
Y en Europa, claro está, que hay otros partidos DC que lo comparten. Pero otra cosa es que hoy hay una pasividad…



¿Qué tan elástico debe ser el ideario del centro como para permitir la llegada de partidos como la UDI que en pasado no tan lejano estuvieron comprometidos en apoyar a una dictadura?. Debe haber un punto por donde la IDC no pase, no pueda pasar…
-El centro no es una ideología, es una actitud. Me resisto a hablar del centro como un cuerpo ideológico. Antes decía que en la Internacional Socialista entraron partidos que estuvieron comprometidos con dictaduras en su países. Por lo tanto, la elasticidad no es patrimonio de los DC. Dicho esto, yo no soy partidario de llevar esta elasticidad hasta el extremo como para compartir posiciones con este tipo de partidos. El mío es un partido que sufrió la dictadura de Franco y fue suprimido por Franco, y estuvo clandestino por décadas…Y es el caso de la DC chilena, pues compartí mi casa con exiliados chilenos. Yo puedo respetar y valorar lo que esos partidos hoy representan democráticamente, pero otra cosa es pensar que podemos compartir los mismos valores. Y ahí está el límite de esa elasticidad.





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