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El Mapa de Ulises: Eugenio Llona localiza su voz en la nostalgia

Prologado por Gonzalo Rojas, El Mapa de Ulises es un poemario que a través de la rítmica del lenguaje, se ubica en algún punto intermedio del recuerdo y la nostalgia. Llona, se muestra como poeta de oficio y que demanda una lectura en voz alta.


Más que una historia, la odisea de Ulises es un tópico al cual la literatura constantemente recurre. Probablemente James Joyce haya logrado la mayor actualización de la narración de Homero, transgrediendo los límites de la novela e incluso entrando por momentos en los terrenos de la poesía. Desde este género, Eugenio Llona intenta un entrada respetuosa y tradicional a las localizaciones que recorrió el viajero por excelencia.



Prologado por Gonzalo Rojas, El Mapa de Ulises (Ril Editores) es el tercer libro de poesía de Llona; en 1985 publica en París, Palabras, con ilustraciones de Guillermo Núñez y en 1989, edita simultáneamente en Roma y Santiago, Zona Tórrida. Hasta ahora, sin embargo, su carrera como funcionario público ligado a la cultura -fue director de la división de Cultura del Ministerio de Educación y el Fondart- ha opacado su trayectoria literaria. Una trayectoria que con este libro, el autor logra una voz más definida.



Divido en tres partes, sólo el primero en realidad se ocupa del viaje de Ulises, mientras que en "De los Cuerpos" es poesía que bordea y cae a ratos en el erotismo. "Notas sobre viaje con balcón", en tanto, es una reflexión sensible con localización en el exilio. Pese a la diferencia temática entre las partes, siempre hay un viaje de por medio, en tanto el hablante lírico está en constante movimiento o dispuesto en algún punto intermedio del recuerdo y la nostalgia. Es decir, su estar refiere a otro momento o lugar.



En ese sentido, pese a que el título parece en principio sólo atingente al capítulo inicial del poemario, en realidad termina por integrar en su idea al tono central del libro. De hecho, el poema "El mapa de Ulises" contiene las temáticas fundamentales del resto de los textos, en tanto señala la dualidad y posible contradicción entre desplazamiento y viaje. Pero más aun, plantea una suerte de poética: pese a que Ulises está condenado a un recorrido, y a la vez la memoria recorre una historia de horror, la palabra y el verso son un reducto de resistencia para hablar desde la sensibilidad.



De igual forma, en "El mapa de Ulises" contiene el estilo formal básico que Llona ejerce en todo el libro. Un verso libre -a estas alturas estándar-, que se juega ante todo por el ritmo y que por momentos, prefiere el doblez sonoro de las palabras a su significado. En ese sentido, no es casualidad que Gonzalo Rojas sea el prologuista, pues Eugenio Llona bebe de su tradición y probablemente aún está bajo el alero de su influencia.



Justamente, en el estilo empleado por Llona se pueden entrever algunas de sus debilidades. Si bien, demuestra oficio poético, la presencia de Rojas se vuelve latente y presente, impidiendo que pueda mostrar una voz más personal. Por lo demás, el jugar con el sonido lo lleva a utilizar un lenguaje que cae en ciertas pomposidades, un camino que la poesía chilena ha superado con creces. No es que halla algo negativo en trabajar por las vías clásicas, pero el despliegue iconoclasta de la voz de Parra ha obligado a repensar los formatos y los objetos de la poesía.



No obstante, el juego rítmico de Llona logra momentos de alto interés e intensidad poética. Así, más que una apuesta por lo lúdico, El Mapa de Ulises demanda una lectura en voz alta que se verá tensionada por el relato nostálgico de mundanas divinidades.



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