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Pinochet durante la Unidad Popular


Durante su formación militar, Pinochet siempre mostró cierta aversión hacia la ideología marxista, a la que calificó incluso de siniestra. Sin embargo, su personalidad disciplinada y obediente, junto con su condición de militar, lo hacía ser respetuoso de la Constitución y del mandato ciudadano. Estas características le permitieron ser ascendido primero a teniente coronel, luego a coronel y finalmente a general de brigada



Fue con la puesta en marcha de la Ley de Defensa de la Democracia, llamada la ‘ley maldita’, por la que el Partido Comunista fue proscrito y algunos de sus líderes y seguidores fueron relegados a Pisagua, donde Pinochet tomó contacto con militantes del PC, como ya quedó mencionado.



En esa pequeña ciudad nortina tuvo la misión de detener a dirigentes obreros de la Oficina salitrera Humberstone en 1948. Posteriormente fue Delegado del Jefe de la Zona de Emergencia en el centro carbonífero de Schwager, en la cuenca minera de Lota y Coronel, lugar en que cumplió la misma labor represiva.



El conocimiento de los principios comunistas, a través de sus propios portavoces, dio pie para que Pinochet comenzara a estudiar y concluir que esta forma de entender el mundo, desestabilizaría los principios morales que deben sustentar la sociedad, como reseña uno de sus libros. Con el objetivo de dilucidar las consecuencias del marxismo y la forma de enfrentarlo, en ese entonces Pinochet se reunía con otros militares que coincidían con su postura.



Pocos años después, en Chile comenzó a hacerse viable la posibilidad de elegir democráticamente un presidente cercano al socialismo. El doctor y senador socialista Salvador Allende, mostraba un crecimiento electoral cada vez mayor en sus consecutivas postulaciones presidenciales, apoyado por el Frap (Frente de Acción Popular), constituido principalmente por comunistas y socialista.



Pero no fue sino hasta el año 1970 que a través de un conglomerado más amplio, conformado por sectores de izquierda que abarcaban desde el radicalismo hasta jóvenes «rebeldes» de la DC y denominado Unidad Popular, que Allende se hizo con la primera magistratura del país, desencadenando por un lado el fervor de una parte importante del pueblo chileno, mientras otros sectores -en especial, los integrados por colegios profesionales, algunos gremios y los empresarios- sintieron un fuerte temor.



Con Allende en La Moneda, tanto Avelina Ugarte como Lucía Hiriart, las dos mujeres más importantes para Pinochet, le hacían patente su inconformismo con el manejo del gobierno de la época. En entrevistas televisivas una de sus hermanas, Teresa, explicó que tanto su madre como Lucía Hiriart comentaban con Pinochet sobre la urgente necesidad de una intervención de carácter militar que frenara el ascenso al poder del gobierno de la UP.



Por su parte el indeciso soldado recuerda que su esposa se acercó una vez a él, y mirando a sus nietos le dijo: ‘Ellos serán esclavos porque tú no has sido capaz de tomar una decisión'».



El hombre de armas era muy singular respecto a esto. Fue así que por ejemplo, contradiciendo las orientaciones que lo caracterizaban, presentó una querella contra el diario derechista "Tribuna", según consigna una revista de la época, porque se afirmaba que las Fuerzas Armadas y Carabineros se habían entregado al régimen de Allende por un automóvil, una casa y aumento de sueldos.



Así, con luces y sombras, decisiones y simulaciones, que incluían el aparecer como un servidor fiel y confiable del gobierno de Allende, comenzó a gestarse la inclusión de este personaje en lo que sería la acción militar en la cual resultara finalmente derrocado el mandato de Allende. Eso sí, tras una serie de situaciones fortuitas que acercaron a Pinochet a encabezar a las Fuerzas Armadas durante el «pronunciamiento» de septiembre de 1973.



Uno de estas situaciones azarosas que marcaron la vida del general fue el rol que desempeñó durante la visita de Fidel Castro a nuestra nación, en la cual Pinochet tuvo que rendir honores al mandatario cubano al ser nombrado edecán. Pese a su lejanía con los principios que orientaban al líder comunista caribeño, Pinochet, astuto y taimado, se las arregló para rendir honores a Castro y no perder tampoco la confianza de los golpistas en ciernes.



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