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Lamentan «doble estándar» del Ejército en formación de nuevos oficiales

Analista del Centro de Estudios Estratégicos de la U. Arcis Carlos Gutiérrez, repasa lo que fueron los funerales del ex dictador en la Escuela Militar y sus consecuencias inmediatas. »Me parece que es pésimo ejemplo. El doble estándar no es una buena técnica de enseñanza para los futuros oficiales. Ese día no aprendieron nada de precisiones históricas ni morales», dice.


Más allá de la sanción que aplicó el comandante en jefe del Ejército al nieto del Augusto Pinochet -la baja de la institución-, luego de su polémico discurso en el funeral de su abuelo, el analista Carlos Gutiérrez, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad Arcis, cree que sus palabras contra el marxismo y el Poder Judicial, sumadas a las del general Óscar Izurieta, que validó el golpe militar, "sembraron nuevamente todas las dudas y vacíos con respecto a la transición efectiva del Ejército de Chile".



La valoración del golpe



-¿Por qué le despierta tantas dudas este episodio o mejor dicho estos discursos?

-La institución militar, hablando genéricamente, es un tramado organizacional muy complejo, que está compuesto no sólo de codificaciones legales que regulan casi todos los aspectos de su vida y desarrollo, entre ellos los de protocolo, sino también, y quizás con tanta más fuerza que lo anterior, de un conjunto de códigos, lenguajes, discursos, simbolismos que están ambientados en una estética que les da un soporte carismático, que les refuerza la idea primigenia de un grupo selecto de la sociedad, que se expresa en su autodefinición de una profesión vocacional como ninguna otra.



Por eso cada movimiento, cada palabra, cada gestualidad, cada iconografía, tiene un sentido que trasciende el momento, para transformarse en una proyección de su propio imaginario e ideales a la escala de la sociedad. En este sentido es que está instalada la principal idea-fuerza institucional, remarcada constantemente en el funeral, y que tiene que ver con el rol que ésta desempeñó el 11 de septiembre de 1973.



-¿Qué le sigue pasando al Ejército con el golpe de Estado? ¿Cómo cree que siguen interpretando lo que fue el 11 de septiembre?

-Es su calidad de "gesta" iniciática que abre un período de sacrificio, propio de un pueblo luchador ante la adversidad, que culmina con el éxito de la "misión" -la visión paroxista del ethos militar- que es haber hecho de Chile un estado moderno y desarrollado. Y el instrumento para esta conquista de envergadura, fue justamente la institución militar, que cumple de esta forma su razón de ser nacional y estatal.



El Ejército vuelve a ser el fundamento de la nación, aquel que habría nacido en pleno período colonial y posteriormente se instala como el eje de la creación del Chile independiente, como pilar que está más allá de la contingencia de los gobiernos temporales. Son las tesis historiográficas que, entre otros, instalaron el propio Pinochet -recordemos que fijó la creación del ejército en el año 1603-, los generales Molina, Aldunate, el mismo que hoy dirige las tropas chilenas en Haití, Canessa, etc.. Frente a este diagnóstico, es que los militares no se despojan de su obra, y por lo tanto, el actual comandante en jefe, general Oscar Izurieta, analiza al dictador en su calidad de "soldado y jefe de Estado" como lo dice encabezando su discurso.



"Controvertidos" derechos humanos



-Lo anterior, la creencia de haber hecho lo mejor para la nación, ¿relativiza todo lo relacionado con derechos humanos?

-Claro, por esto mismo es que no pueden superar su contradicción entre el análisis megalómano de las "obras" del régimen y el tibio reconocimiento de las sistemáticas violaciones de los derechos humanos que se cometieron. Hechos realizados por los mismos militares, en contra de sus ciudadanos e incluso de sus pares uniformados. El argumento explicativo es sólo de contexto: obedece al marco de la guerra fría o de la profunda crisis institucional vivida en esos años.



No hay explicación normativa ni ética, por lo tanto, hoy en día, sigue siendo una duda razonable la formación de nuestros militares en el Ius in Bellum, que debiera estar despojado de consideraciones ideológicas, por cuanto tus adversarios -incluso si se prefiere el concepto más fuerte de enemigos- son tus "iguales morales" en tanto un actor legítimo del conflicto. En base a este argumento central es que está condenada la tortura, el asesinato, la desaparición, la crueldad, etc…



-Desde ese punto de vista, ¿considera impresentable el discurso del comandante en jefe?

-Sí. No puede dejarme sino estupefacto que el general Izurieta en su discurso siga alabando los logros del dictador y en una frase sostenga que "la situación de los derechos humanos constituye el aspecto más controvertido de su gestión". Para el actual comandante, los derechos humanos, sólo es "un aspecto" no un fundamento constitutivo. En esa lógica, por lo tanto, pueden seguir defendiendo las carreteras, las exportaciones, el enriquecimiento y por otro lado lamentar las pérdidas y dolores humanos.



El fin justifica los medios o en la guerra todo vale. El relativismo moral e histórico del cual el Ejército no se desprende.



Cómo es posible que todavía la mirada sobre la persona humana tenga carácter instrumental, la que será violada cada vez que exista la posibilidad de una "nueva crisis institucional". Ninguna obra, por magnífica que pueda haber sido, justifica que se haya construido sobre miles de cuerpos mancillados, especialmente si ante ellos se juró servicio y ellos te entregaron voluntaria y cívicamente el monopolio de la fuerza. Así la falta es aún más grave.



Dudoso legado



-Curiosamente los discursos se realizaron un día antes de que se realizara la graduación de nuevas camadas de oficiales en la Escuela Militar, ¿hay garantías que no aparezcan nuevos »Augusto Pinochet Molina»?

-Cómo se puede tener garantía de la formación de los futuros oficiales, si viven a diario la contradicción de su cátedra de derechos humanos -que se les imparte en su malla curricular- con la parafernalia del funeral del dictador, la intervención osada de un simple capitán y el discurso de su comandante en jefe en el patio de su propia Escuela Militar.



Me parece que es pésimo ejemplo. El doble estándar no es una buena técnica de enseñanza para los futuros oficiales. Ese día no aprendieron nada de precisiones históricas ni morales. Con estos eventos, la sociedad sigue sembrando vientos.



Lamentablemente ahí quedará grabada toda la escenificación, de la misma forma que allí permanece la biblioteca sobre Napoleón donada por el dictador, así como la mesa en que se firmó la primera acta de la junta militar golpista. Son los símbolos e iconografías que reflejan "el ejército profundo", aquél que todavía no se despoja realmente de la herencia del "pinochetismo", porque en el fondo siguen sintiendo complicidad oculta y egolatría por su accionar.



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