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Karl Bohmer: ‘No existe una cultura de los derechos humanos en Chile’

Tras la muerte del joven comunero mapuche a manos de carabineros de la Araucanía, el presidente de la organización analiza la cultura de violencia y represión policial que predomina en las manifestaciones político-sociales. Asegura que esto se da no sólo en el contexto mapuche, sino que es una tendencia que cruza la cultura nacional.


El uso de fuerza excesiva por parte de la policía para reprimir la expresión de intereses políticos y sociales, es la mayor preocupación que aqueja a Amnistía Internacional-Chile. Sobre todo luego de los últimos conflictos vividos en la Araucanía y que el jueves terminaron con la muerte del joven mapuche Matías Catrileo, que habría sido baleado por carabineros durante la toma de un predio.



El presidente de la organización, Karl Bohmer, asegura que esta ha sido una preocupación que han manifestado en reiteradas ocasiones, por lo que lamentan que una vez más la excesiva violencia policial termine en consecuencias fatales. Basta recordar el caso del universitario Edmundo Alex Lemún, fallecido a manos de carabineros en 2002, o de Juan Lorenzo Collihuín, de 71 años, muerto en circunstancias similares en 2006.



El historiador -que pese a su marcado acento alemán se crió en Iquique, pero en el contexto de la cultura chileno-alemana y la iglesia luterana- asumió el mando de la organización internacional en abril de 2007 y ocupará el cargo hasta 2009 y, además de ejercer como docente universitario, trabaja en temas ambientales, especialmente en torno a la educación para el desarrollo sustentable, que asegura "son parte de los derechos culturales y sociales que también son derechos emergentes".



Para este año, detalla que el objetivo principal de su organización será celebrar con la mayor cantidad de organizaciones adherentes los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU -declarada en diciembre de 1948- e instalarla, junto al concepto de derechos humanos en Chile más allá de relacionarlos solamente con la dictadura.



"Porque si solamente lo relacionamos con violaciones a derechos humanos durante la dictadura, lo estamos reduciendo a un hecho político puntual, terrible, pero los DDHH son permanentes y no existe la cultura de que son inherentes a nosotros, por lo tanto los debemos exigir en todo tipo de régimen político", sostiene.



¿Considera que hay una contradicción en el actuar del Estado internamente, cuando a nivel internacional se postula para ingresar al Consejo de Derechos Humanos de la ONU?
-El Estado todavía no reconoce plenamente los derechos indígenas. El Congreso aún no ha ratificado el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por ejemplo. Y los derechos humanos de los pueblos indígenas indudablemente son mucho más vulnerables que otras comunidades en el país, entonces el Estado debe reconocer esos derechos y sobretodo tiene que aplicar la ley con prudencia respetando la integridad y dignidad de las personas.



¿Por qué cree que el Estado no se ha hecho responsable y no ha reconocido estos derechos a pesar de que ha habido bastante presión tanto nacional como internacional?
– No es nuestro ánimo dar nuestra opinión política. Lo único que nos interesa es que el Ejecutivo presione al Congreso y acelere el proceso del Convenio 169 y que le indique a sus agentes de no usar más fuerza excesiva en la aplicación de la ley.



¿Y consideran que esta fuerza excesiva se da sólo con los movimientos mapuches o también en otros casos?
– También en otros casos. A nosotros nos preocupó en el momento de la demanda estudiantil-movimiento pingüino de 2006- también el uso excesivo de la fuerza y violencia policial. Y eso lo tenemos que evitar por todos los medios.



Nos preocupa que haya una cultura de la violencia excesiva en la represión de expresiones políticas o demandas sociales. Por lo tanto, instamos a que los agentes del Estado sean instruidos en una cultura de los derechos humanos, el respeto de las personas es irrenunciable. En Chile todavía no existe una cultura del respeto a los derechos humanos común y corrientemente, en la vida diaria, no en las declaraciones. Los derechos humanos son algo inalienable y deben ser respetados a diario y en eso los agentes del Estado a veces fallan.



¿Usted cree que esto tiene que ver con una herencia que viene de la dictadura?
-Es que viene con una herencia muy antigua donde el Estado tiene una estructura autoritaria, las personas no se reconocen con derechos, no exigen los derechos. No existe una cultura de los derechos humanos en nuestro país, por lo tanto, el Estado puede ser arbitrario y actuar en una forma exagerada en la aplicación de la ley porque no hay un reconocimiento de que la dignidad es algo sobre cualquier tipo de consideración.



En ese sentido, considera que entre los chilenos existe una especie de conformismo de dejar que las cosas simplemente pasen, de ser simples espectadores?
-Exactamente, hacia eso quería apuntar. Prácticamente nosotros vivimos y reproducimos una cultura de la discriminación étnica, cultural, discriminamos a los migrantes, a los homosexuales y violentamos a las mujeres y, "obviamente" discriminamos a los pueblos originarios. Simple y llanamente no tenemos una cultura de la conciencia de que tenemos dignidad y derechos, entonces obviamente no lo reconocemos en el otro. Y ese es un problema profundo, que va más allá de la herencia directa de la dictadura. No tiene que ver tanto con la dictadura sino que con estructuras mentales y culturales muy profundas.



Nuestros Estados y nuestras sociedades se fundan sobre la discriminación étnica. Nuestros estados son altamente racistas, solamente las personas que tienen una piel más blanca tienen el poder. Y lo puede ver en toda América Latina de una forma muy dura, lo que se reproduce en actitudes discriminatorias diarias.



¿Y cuál sería el camino a seguir para evitar estas constantes discriminaciones?
-Crear una cultura de los derechos humanos. Para mí y la institución, lo más importante es que nosotros reconozcamos en cada uno del otro los derechos inalienables que tiene, para exigirle luego al Estado que los vigile, los respete y los resguarde. Pero si no tenemos una sociedad que reconoce que tiene derechos y que se tienen que respetar, no vamos a ser capaces de pedir y exigir esto.

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