El tribunal oral en lo penal de Santiago condenó ayer a ocho personas, entre chilenos y extranjeros, a penas que suman más de 70 años, por tráfico de drogas y lavado de dinero. La organización -desbaratada en 2005 en Linares- era coordinada desde México y España y triangulaba dineros hacia Chile desde el país Azteca y Estados Unidos. Un fallo de 750 páginas, publicado por El Mostrador.cl revela detalles que superan a una película del género.
Contactos con el servicio de inteligencia israelí, el Mossad, la Drug Enforcement Administration (DEA) y el FBI de Estados Unidos, y gran parte de los países de la región; un mexicano apodado "Bolívar" que usaba un pasaporte falso a nombre de un muerto; un español que coordinaba la organización transnacional para el tráfico de drogas, seguimientos, intercepciones telefónicas, entre otros cientos de detalles, es lo que revela el fallo de 750 páginas, conocido ayer, que condenó a extranjeros y chilenos en la llamada operación "Pilar del Norte" que llevó la Fiscalía Centro Norte.
El dictamen emitido por el Segundo Tribunal Oral en Lo Penal de Santiago, sentenció a penas que van desde los 8 a los 12 años, sin beneficios, al israelí Oren Cohen, al colombiano José Manuel Cuellar, al peruano Rigoberto David Plaza, al venezolano Manuel Salvador Delgado y a los chilenos Manuel Jesús Peña, Guillermo Cartes, Patricio Salgado y Juan Romero Zárate.
El logro de esta condena por los delitos de tráfico de drogas y lavado de dinero, tuvo un traspié para el Ministerio Público, ya que el juzgado no acogió la tesis del fiscal Miguel Ángel Orellana -quien estuvo amenazado por esta red narco- sobre la existencia de una asociación ilícita. De haberse agregado este delito las sanciones habrían resultado más elevadas.
La red de crimen transnacional organizado fue manejada por "Bolívar", quien contaba con un pasaporte falso con el cual consiguió residencia en Venezuela, otro de los países desde los que operaban junto a Colombia, Perú, Panamá como lanzadera, y algunas naciones europeas como España.
En el fallo aparece el ciudadano ibérico Guillermo Barceló Barrachina, quien fue el encargado, junto a Bolívar, de armar la telaraña de legalidad para intentar el transporte de 108 kilos de cocaína, usando como pantalla una exportadora de berries ubicada en Linares, Séptima Región.
De hecho, Barceló -quien estuvo en Chile junto a su guardaespaldas John Jairo Ramírez- es investigado en su país no sólo por tráfico, sino además por ser el representante de empresas para el blanqueo de capitales en paraísos fiscales.
En el historial de la organización, que tenía incluso vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), hay un episodio donde dos peruanos resultaron muertos en su país con las manos atadas y dos balazos en la cabeza.
El caso tiene todos los ingredientes de una verdadera mafia de la droga, con elementos técnicos y financieros de alta sofisticación. También las relaciones internas de la organización eran manejadas con sistemas de compartimentaje y varios miles de dólares para llevar a cabo el negocio, manteniendo así la "clandestinidad", según declaró un oficial del OS-7 de Carabineros.
Una de las características de los carteles de la droga es lograr penetrar no sólo el tejido social, sino además dar una apariencia de legalidad, utilizando con ello a la institucionalidad y creando empresas para triangular dineros desde México y Estados Unidos a Chile, patrones que se cumplen a cabalidad en esta organización criminal.
Las diferencias de estas organizaciones con las que han sido recientemente desbaratadas en Santiago -como los Car’e jarro y los Guatones- son diametrales y hablan de cómo Chile es un país apreciado por el crimen organizado transnacional para usarlo como canal de tráfico y salida de las drogas, ya que los timbres de aduana y el nivel de sus instituciones, son respetados en el extranjero.
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