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Enríquez-Ominami, ni político ni progresista

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Fue semidesignado diputado por el Partido Socialista y fue participante en el Congreso y la Convención que designaron al candidato presidencial de ese partido. Por ello sus críticas merecen un grave reparo ético y convierten en no confiable a quien dice pretender la máxima autoridad política del país.


Marco Enríquez-Ominami parece hasta ahora ser un muy buen candidato, pero al mismo tiempo ha dado muestras de no ser un buen político.

La política es una mezcla entre convicciones éticas responsables y la enérgica  pretensión de conquista y/o mantenimiento del poder. Es probable que  él tenga pretensiones de poder político (aunque resulte confuso por ahora saber cuál es su objetivo precisamente), pero hay buenos motivos para desconfiar de la consistencia y responsabilidad de sus convicciones.

Con los datos actuales, existen dos escenarios posibles de segunda vuelta en la elección presidencial: Piñera/Frei o Piñera/Enríquez-Ominami. Ambos escenarios son extremadamente difíciles para el candidato que enfrente a Piñera. Sin las redes territoriales en el caso de Enríquez o sin poder captar los votos del otro candidato en el caso de Frei, quien enfrente a Piñera en segunda vuelta, es un muy probable perdedor.

El triunfo en la próxima presidencial de una derecha conservadora como la chilena (en la que ni siquiera hay facciones auténticamente liberales) considerando un sistema ultra presidencialista como el nuestro, tendrá efectos bien previsibles en varios ámbitos de la vida pública, tales como los asuntos indígenas; la verdad, la justicia y la reparación aún pendientes en casos de derechos humanos; los derechos de los y las homosexuales; las libertades públicas; la negociación colectiva con actores empoderados; los asuntos medioambientales; las políticas para la reducción de la delincuencia; la política carcelaria; los derechos reproductivos de las mujeres y los derechos de las minorías, por poner unos cuantos ejemplos.

Quien contribuya a ese escenario de previsible retroceso, no puede llamarse progresista sin dar serias muestras de irresponsabilidad política.

Por eso es que el discurso progresista de Enríquez-Ominami no es consistente, como no es consistente su reclamo por las reglas que determinaron la designación del candidato de la Concertación.

Es cierto, urge generar un mecanismo más participativo para la elección de candidatos dentro de las coaliciones políticas en Chile, pero no es aceptable que esa propuesta se haga precisamente por los interesados, en el momento en que perdieron políticamente. No es ético que la haga quien ha construido su plataforma política sobre un espacio que obtuvo precisamente usando las reglas que ahora critica. En efecto, Enríquez-Ominami fue semidesignado diputado por el Partido Socialista y fue participante en el Congreso y la Convención que designaron al candidato presidencial de ese partido. Por ello sus críticas merecen un grave reparo ético y convierten en no confiable a quien dice pretender la máxima autoridad política del país.

En suma, no es justo que Enríquez-Ominami use el traje de político y menos aún lo es que use el de progresista, esos trajes no le pertenecen. Los partidos políticos de la centroizquierda deben replantearse urgentemente y hacer una profunda autocrítica, es cierto, pero las aventuras y los gustos personales sólo son un aporte para la imagen de los aventureros, un gracioso subsidio político al conservadurismo y ninguna contribución para el recambio urgente que necesita el progresismo en Chile.

Es el mismo progresismo de nuestros padres que recorrieron en persona el camino desde la dura experiencia de «avanzar sin transar» y sus consecuencias, hacia la política como comunidad de iguales, como vocación real de cambio, como acción colectiva y responsable. Quien no haya hecho ese aprendizaje, ni es político, ni es progresista; ni siquiera es joven. Es sólo alguien que no ha aprendido, o alguien a quien no le interesa aprender.

*Alexandro Álvarez es abogado y académico.

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