«La nueva imagen de Santiago es el Costanera Center pero ¿a quién le preguntaron?»
El creador de exitosos sitios de arquitectura -entre ellos el más visto del mundo- cuestiona la poca transparencia a la hora de hacer ciudad en el país, dando como ejemplo la torre de Horst Paulmann que se impulsó en el más completo hermetismo. El profesor de la PUC llama a tomar como punto de inflexión para impulsar la democracia y la transparencia en la arquitectura pública el debate en torno a la criticada participación de Chile en Expo Shangai 2010.
Mientras el arquitecto David Assael se encontraba en la Convención Anual de Arquitectos de Estados Unidos, invitado junto a sus socios por crear el sitio de arquitectura más visto del mundo –Archdaily.com-, un fuerte debate se abría en otro de los blogs a los que ha dado vida junto a su equipo de Plataforma Networks.
El 2 de mayo Plataforma Arquitectura publicó una nota sobre el pabellón de Chile para la Expo Shangai 2010, que detallaba los costos, objetivos y la adjudicación del proyecto, que fue realizado por la oficina Sabbagh Arquitectos, liderada por el ex presidente del Colegio de Arquitectos, Juan Sabbagh.
Los comentarios de los lectores no se hicieron esperar y abrieron un fuerte debate en torno a la inexistencia de un concurso público para adjudicarse la tarea, así como profundas críticas a la propuesta. La más dura fue la del arquitecto y director ejecutivo del do tank Elemental, Alejandro Aravena.
En una columna en El Mercurio, «El Autogol de Chile en la expo mundial«, cuestionó la apuesta conceptual del proyecto y el haber desaprovechado la oportunidad de exportar la «eficiente política habitacional chilena focalizada en los más pobres», justamente en un encuentro que busca instalar a la ciudad como punto estratégico.
Assael considera que Aravena tiene razón, ya que «Chile ha hecho desaparecer sus déficit de vivienda social, algo que muchos países están a años luz de hacer. Es un gran ejemplo y nos tenemos que dar cuenta y potenciarlo, así que creo que lo que plantea Aravena es totalmente exportable».
Sin embargo, el profesor de la Universidad Católica señala que el tema de fondo es que «hay que tomar esto como un punto de inflexión para que se produzca democracia, transparencia en el accionar del gobierno para los proyectos de arquitectura pública».
-¿Por qué es tan importante abrir los proyectos de arquitectura pública?
–Estamos frente a una crisis de la arquitectura en Chile, de la que la gente ni siquiera se da cuenta. Existen 44 escuelas del área, por lo que hay muchos más estudiantes que arquitectos titulados en toda la historia de la carrera en el país. Entonces estamos ante un problema serio porque los cabros que están entrando a la carrera no tienen idea que cuando salgan van a ganar 200 lucas por tiempo completo. Nadie se los ha dicho, y no hay un ente preocupado de la situación ni se está abordando.
El costo de eso es que la arquitectura en general baja en calidad porque tienes arquitectos dispuestos a trabajar por nada y además se produce una frustración tremenda en los miles de profesionales que no despegan. Ante esto podría haber concursos de arquitectura pública, lo que además generaría muchas propuestas.
-¿En este minuto esto no se hace?
–En algunos proyectos emblemáticos se han hecho concursos, por ejemplo con el Centro Cultural Gabriela Mistral, o la cárcel de Valparaíso. Entonces pensamos que el gobierno estaba dando una señal de que iba a tomar esa determinación.
Pero para el Estadio Nacional no se hizo, entonces vemos que no hay una política clara al respecto. Lo interesante de hacer un concurso de arquitectura pública es que da un montón de señales hacia la ciudadanía: de democracia, transparencia, oportunidad de trabajo y de hacer un mucho mejor proyecto.
-¿Y cuál es el motivo para no utilizar esta fórmula como regla general?
-Hay casos puntuales. Por ejemplo, con lo del pabellón todos pensamos que era una tremenda injusticia que no fuera un proyecto público. Lo que no se sabe demasiado es que inicialmente Chile iba a tener un stand dentro de un pabellón con varios países. Desde la propia oficina de Sabbagh impulsaron que tuviéramos un pabellón propio, por lo que más allá de que se merecían un premio por hacerlo, lo cierto es que no había tiempo para concursarlo públicamente.
Sin embargo, la responsabilidad del ex presidente del Colegio de Arquitectos tiene que ver con abrir la discusión, con entender que estamos frente a este problema y que hay que hacer participar a las generaciones jóvenes. Según lo que hemos vistos en los cientos de comentarios que se han publicado al respecto es que hay dos caras de la moneda, pero al final lo importante es que todos ganaríamos más haciendo las cosas mucho más transparentes.
-¿Cuál es el mayor problema que ves en Chile para lograr esa transparencia?
-Según el ranking que hace The Economist todos los años sobre democracia en el mundo, Chile está en el número 30 de cerca de 200. Para ello considera 5 factores y en general estamos bastante bien, pero en el factor que tenemos nota muy mala es en la participación de la ciudadanía en las decisiones de gobierno.
Pensamos que esto iba a cambiar con la llegada de Bachelet, que promulgaba la participación abierta, pero hacer participar es delegar poder y cuesta porque hay un montón de estructuras que modificar. Ella tenía un montón de propuestas y programas para aumentar la participación ciudadana, cosas que no se llevaron adelante.
-¿Cómo ejemplificarías una buena fórmula para incentivar la participación de la ciudadanía a la hora de hacer ciudad?
-En la mayoría de los países desarrollados se participa en los proyectos públicos y una parte importante de los privados. Un súper buen ejemplo es el World Trade Center donde botaron las torres gemelas y el dueño -Larry Silverstein- se quedó con una indemnización de 90 mil millones de dólares.
Este tipo podría haber construido lo que quisiera. Pero en vez de eso hizo un concurso público mundial para hacer las nuevas torres gemelas. Más de 300 organizaciones ciudadanas participaron, y como resultado salió algo muy interesante.
-Algo muy distinto al caso del Costanera Center, de Horst Paulmann…
-Exacto. En Chile la imagen que es nuestro orgullo es «Sanhattan» con la cordillera de fondo. En cambio, ahora la nueva imagen es la torre de Paulmann, que tiene un solo dueño y no hizo ningún concurso público.
Además hay un montón de impactos que nadie conoce y la pregunta es ¿quién está definiendo nuestras ciudades?
-¿Y en definitiva quién lo está haciendo?
–El problema es que creemos que tiene que venir el gobierno o los privados a hacernos el edificio y decirnos cómo tiene que ser. No nos damos cuenta que la ciudad se construye sobre todo por los ciudadanos. Pero ciudadanos que exigen, que piden, que preguntan.
-Pero más allá de eso algo también tiene que ver el acceso a la información de la gente común y corriente ¿no?
-Sí. La construcción del Costanera Center es un caso de estudio que le damos a nuestros alumnos en la universidad. Hasta el año pasado iban a pedir información a la municipalidad y no se las daban, lo que es ilegal. Y un estudiante no va a contratar un abogado para ir a pedir unos planos. Las carpetas son públicas de cualquier edificio, pero no te las entregaban por mil excusas.
Ellos insistieron hasta que contactaron a los arquitectos a cargo del proyecto y les preguntaron por qué el poco acceso a la información y el secretismo. La increíble respuesta fue que a la gente no le interesa.
Costanera Center es uno de los 10 artículos más comentados de Plataforma Urbana. En total tiene más de 500 comentarios ¿eso es que a la gente no le interesa?
-¿Y qué es lo que pasa realmente entonces?
-Lo que sucede es que no quieren abrir la discusión. Es muy diferente llevar un proyecto inmobiliario adelante sin que nadie lo conozca a que la gente tenga opinión y posición sobre algún aspecto del proyecto. Esto lo demora y lo encarece. Claramente hay una política que propicia que no haya participación y a la vez falta mucha educación cívica. Y lo más importante: no entendemos o no sabemos que los propios ciudadanos tenemos un rol súper importante. Por otra parte, es importante que la institucionalidad urbana cambie radicalmente.
-¿Lo ves factible?
-Todavía es muy improbable. Tendría que ser un tema clave en la agenda de alguno de los candidatos y no lo es. Todavía no se ve como prioritario el tema de la ciudad: no se han dado cuenta de que es uno de los temas más relevantes en la calidad de vida de las personas.