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Chile y la nueva forma de protestar: una mirada desde afuera

El movimiento estudiantil rechaza otra propuesta de reforma educativa del gobierno y mantiene una protesta con características especiales.


Son más de dos meses de una movilización que busca cambios estructurales al sistema de educación chileno, y los estudiantes y profesores mantienen adelante sus demandas por más que el gobierno de Sebastián Piñera realizó una tercera propuesta para intentar solucionar el conflicto.

El miércoles el ministro de Educación, Felipe Bulnes, dio a conocer un nuevo intento por acercar posiciones con los jóvenes secundarios y universitarios, mejorando las ofertas anteriores con modificaciones que prometen importantes beneficios.

Entre los ofrecimientos destacan el traspaso de los colegios administrados por los municipios a «organismos públicos descentralizados», una reforma a la Constitución para garantizar una educación de calidad, y evitar el lucro en la educación superior.

Las expectativas eran altas, pero los estudiantes una vez más consideraron las medidas como insuficientes y rechazaron la propuesta al acusar que contiene «muchos vacíos todavía», según la líder universitaria Camila Vallejo.

Sin miedo a lo nuevo

El sondeo de opinión más importante del país arrojó que un 80% de la ciudadanía apoya puntos clave del movimiento como el fin del lucro en la educación. Y en este respaldo se observa un fenómeno nuevo: que los padres y apoderados están junto a sus hijos pese al riesgo de perder el año académico.

«En todo este movimiento ha habido una metamorfosis de parte mía. En el momento en que mi hija me dice que el liceo se va a toma pensé ‘ya van a perder clases de nuevo’. Pero empecé a interiorizarme de lo que estaban pidiendo y yo mismo a salir de esa apatía generalizada, dándome cuenta de cuál es el sistema de educación que existe».

El relato es de Orlando Zamorano, padre de una joven que participa en la toma del Liceo 1 de Santiago, quien destacó a BBC Mundo que «ellos no tienen los miedos que nosotros como padres de alguna manera tuvimos después de tanto tiempo de dictadura militar».

Los jóvenes ya no protestan contra la generación de sus padres sino junto a ellos, y ese es un elemento fundamental de esta movilización según le dijo a BBC Mundo Sergio González, antropólogo, magíster en sociología y doctor en psicología.

«Como profesor universitario he visto cómo han marcado un camino, incluso a los académicos y a los rectores, que ha significado que la generación de adultos se ha sumado a una nueva forma de apoderarse del espacio público. Los jóvenes han sido guías de sus padres, guías de la generación que hizo la transición a la democracia», expresó.

Ambiciones a futuro

Los estudiantes plantean que las medidas no van en la dirección de reformar el sistema educativo que data de 1981 cuando Augusto Pinochet estaba en el poder, y en ese escenario buscan nuevas y también antiguas formas para dar a conocer sus exigencias.

Un grupo de estudiantes secundarios lleva 31 días en huelga de hambre, y una de ellas debió ser internada al sufrir una descompensación tras pasar a una huelga «seca».

Tras las marchas en que se produjeron enfrentamientos con la policía, las calles se llenaron con el sonido de las cacerolas que miles de personas golpearon a lo largo del país, en una manifestación que sólo se había visto tan masivamente en el gobierno de Salvador Allende y en las protestas contra el régimen de Pinochet.

«En los movimientos sociales las formas de lucha y las rutinas para protestar o tratar de imponer una posición se memorizan fácilmente. Pueden cambiar los objetivos o los discursos, pero estas prácticas de asociatividad tienden a memorizarse y por eso es que en esta oportunidad aparecen», explica el historiador Gabriel Salazar.

La ambición se mantiene, y además de marchas convocadas para este jueves y domingo, los estudiantes alistan mediante las redes sociales una gran reunión en el Parque O’Higgins de Santiago, donde esperan reunir a 500 mil personas tal como ocurrió cuando Juan Pablo II estuvo ahí en 1987.

A recuperar el año

Ante el hecho de que el año académico está técnicamente perdido, el gobierno ideó el plan «salvemos el año escolar» otorgando tres alternativas para que quienes no apoyan el movimiento puedan sacar adelante sus estudios.

«Estoy preocupada porque no quiero que pierda el año, porque es un sacrificio grande para que ellos sigan estudiando. Yo también apoyo el paro, pero por lo que se ve ya es mucho tiempo», declaró una de las apoderadas que llegó junto a su hijo para inscribirse en este plan.

La iniciativa incluye las opciones de que los colegios en toma funcionen en otros establecimientos que no están ocupados, que funcionen en lugares alternativos como gimnasios o bibliotecas, o que los jóvenes estudien por su cuenta y den exámenes finales.

Aún así el movimiento se mantiene, y los mismos estudiantes sienten que hay un respaldo que les da más fuerza.

Danae Zamorano, hija de Arturo, a sus 16 años destaca que hoy en día «los papás se dan cuenta que en realidad no estamos jugando o perdiendo el tiempo, y que el movimiento tiene bases que son importantes para nosotros y para ellos también».

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