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Arancibia acusa censura de la ministra Pérez y la compara con la “Inquisición o los peores momentos del gobierno militar”

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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La conocida profesional se refiere a la disputa que tiene con el Ministerio de Justicia debido a que no ha distribuido un libro que se le pidió escribir para celebrar los 175 años de la entidad. La ministra Patricia Pérez retuvo su envío a autoridades por estimar que un par de párrafos podrían resultar “políticamente incorrectos”, según relata la autora.


La historiadora Patricia Arancibia Clavel se encuentra enfrascada en una fuerte polémica con la ministra de Justicia, su tocaya Patricia Pérez, debido a la “censura” que estima querría imponer la secretaria de Estado al libro que escribió para el aniversario 175 del ministerio. En él, dice la profesional, no hace más que una reseña histórica, basada en documentos y fuentes directas, sin juicios de valor, pero que incomodó a la titular de la cartera.

De ahí que Pérez resolviera no distribuir las copias del libro que fue encargado por su antecesor Teodoro Ribera. Todo, hasta que la historiadora acceda a cambiar dos párrafos en que hace referencia al Presidente Salvador Allende y a la Ley de Amnistía promulgada el año 1978, a lo que Arancibia Clavel se resiste, por estimar que no ha transgredido ni tergiversado ningún hecho histórico que amerite censura como la que está sufriendo sin razón alguna, dice convencida.

¿Cómo se genera este impasse con el Ministerio de Justicia?
Un contrato de prestación de servicios a honorarios, que firmó la subsecretaria del momento y actual ministra Patricia Pérez, en el que se me solicitaba, dado que se cumplían 175 años del Ministerio de Justicia, que hiciera una reseña histórica. Porque se quería dar cuenta de lo que había sido el ministerio desde sus orígenes, en la época de Diego Portales que fue el primer ministro de Justicia que tuvo Chile.

[cita]“Creo que la ministra actuó precipitadamente, que es inexperta y que, aunque suene fuerte, hay un tema de ignorancia histórica grande. Quizás lo que pueda haber sean temas internos del ministerio, que yo conozco”, señala Patricia Arancibia.[/cita]

Y usted aceptó y comenzó a trabajar.
Yo hice el trabajo muy rigurosamente, basándome en las memorias del Ministerio de Justicia; en fuentes directas y en toda la información existente dentro del ministerio y en la Biblioteca del Congreso Nacional. Sobre todo, lo relacionado con las memorias de los ministros, desde 1820 para adelante, hasta las últimas. Y los mensajes presidenciales para poder reconstituir la historia del ministerio.

¿Hubo algún problema, algo que la hiciera pensar en lo que terminó todo?
Todo resultó bien. Se cumplieron los plazos y el libro estuvo listo el 15 de o 16 de diciembre. Quedó precioso, aunque yo no me encargué más que del contenido. No tenía nada que ver con otros aspectos como la imprenta, la edición o el diseño, esos no eran temas míos. Mi tema era el contenido.

¿Hasta que usted lo entregó no se le hizo ningún alcance?
No. No sólo no se me hizo ningún alcance, sino que el ministro Teodoro Ribera lo encontró estupendo. Él hizo un prólogo muy bonito, dio el visto bueno y se mandó a imprenta. Porque es un libro histórico que no tiene ninguna otra connotación, más que rescatar la labor del ministerio. No hubo ni un problema. El 17 de diciembre, a las 12:00 del día, era la ceremonia de aniversario en la que se le iba repartir el libro a las autoridades y a los medios de prensa. Y ese mismo día, a las 10:00 de la mañana, el ministro renuncia por situaciones que son públicas. Entonces, yo dije ‘esto no significa nada y lo que va a pasar es que en pocos días más se van a repartir los libros’. Era lo lógico, lo obvio.

Pero no se hizo eso. ¿Y cuándo se contactan con usted?
Pasó diciembre y nada. Y en enero me llaman de la Secretaría de Comunicaciones del ministerio. Me dicen que ‘nos gustaría conversar contigo porque hemos encontrado algunos errores tipográficos menores y queríamos saber si tu nos das la autorización para cambiarlos’. Yo les respondí que obvio, porque la imprenta hace esas malas jugadas, como que faltaba el José a José Joaquín Prieto o en el pié de foto de Isidro Solís Palma, decía Isidro Palma Solís.

La ministra Patricia Pérez hace, efectivamente, ese alcance en una nota de prensa de la semana pasada.
Claro, entonces yo les dije ‘ni un problema, lo que tenemos que hacer es una fe de erratas, que es muy común’. Porque les planteé que ‘no pretenderán hacer un libro nuevo por estos errores, si esto es típico’.

¿Qué pasó entonces, le dicen cuál es el problema real?
Claro. Y me dicen que aparte de los errores que se podían solucionar con una fe de erratas, que eran corregibles, hay otro problema porque hay dos partes en el texto que pueden generar resquemor, porque son políticamente incorrectos. Yo me sorprendí y les dije que era curioso, porque el libro es histórico y está escrito con altura de miras y no tiene juicios de valor. Y me dicen que lo que pasa es que hay una frase en que me refiero a Salvador Allende como el primer presidente marxista y que sería bueno que pudiera borrar ese párrafo. Entonces abrí los ojos y le dije que por qué tendría que borrar el párrafo. Les pregunté cuál era el problema si Allende estaba orgulloso de ser marxista.

Ignorancia histórica

¿No será que algunos términos como ese hubieran sido considerados peyorativos por la autoridad?
Eso no es peyorativo. Es como si yo dijera que Kennedy fue el primer Presidente católico en Estados Unidos y nadie se va a sentir ofendido porque le dicen católico. Ser marxista no es un juicio de valor en sí mismo, es una realidad histórica y por qué se va a omitir. En mi lógica histórica no me calza. Entonces, ese era el tema. Y yo les dije ‘no voy a sacar ese párrafo porque me parece una censura sin sentido’. Una censura sin sentido, porque yo no estoy haciendo ningún juicio de valor. Estoy aludiendo a una realidad que cualquier chileno puede comprobar en cualquier parte, leyendo los discursos del propio Presidente Allende.

Pero respecto de ese tema y del relacionado con la Ley de Amnistía promulgada por Mónica Madariaga, la ministra plantea que “hay conceptos y valoraciones personales que no contribuyen a fortalecer la unidad nacional”.
Yo no sé si decir que Allende es el primer Presidente marxista que ha tenido Chile puede generar alguna situación que no ayude a la reconciliación nacional. Si es así, me parece que es sin base ninguna. Porque no se puede soslayar una verdad del porte de un buque y sostenida con orgullo por el propio Presidente Allende. Eso no es un término peyorativo que vaya en contra de nada y por eso no lo quise cambiar. Me parecía que era absurdo.

¿Y lo relacionado con la Ley de Amnistía?
Me dijeron que también era políticamente incorrecto que yo me refiriera a la Ley de Amnistía del año 1978. Yo me referí a todas las leyes de amnistía a lo largo del siglo XX, porque corresponden al Ministerio de Justicia y, obviamente, cuando llegué al ’78 hablé de esta y no es que yo haya dicho que era una ley que contribuía a la unidad nacional, sino que lo dice la redacción de la ley. Simplemente lo que yo hice fue sacar del preámbulo de la ley lo que me parecía que era su espíritu.

¿Entonces a qué atribuye esta reacción?
El argumento que da la ministra en el diario, me parece complejo y delicado. Porque ella dice que tiene un libro guardado, que costó no sé cuántos millones de pesos que no fue lo que se me canceló a mí ni mucho menos. Luego ella dice que esto no pasó por la Secom, es decir, ¿hay censura en Chile? ¿Tenemos que pasar los libros como en el período de la Inquisición o como en los peores momentos del gobierno militar? ¿Vamos a volver a la censura? ¿No tiene el historiador o cualquier ciudadano el derecho de decir la verdad histórica como es, sin tergiversarla, le guste o no le guste a la ministra? Lo que me molesta de todo este problema es el tema de la censura a un libro que me fue solicitado por otro ministro y ese ministro le dio el visto bueno y no hubo ni un problema. Yo creo que los argumentos dados por la ministra se caen por su propio peso.

¿Además de los ejemplos mencionados que incomodan a la ministra hay otros?
No. No hay más. Son sólo esos dos.

¿Después que la gente del ministerio le planteó el problema usted habló con la ministra?
No, porque quise hablar con la ministra, pero no ocurrió. Yo le dije a los periodistas del departamento de comunicaciones del ministerio que me parece un error garrafal que estén usando estos argumentos para frenar un libro, que creía que se le iba a revertir en su contra. Yo no tengo nada contra la ministra Pérez, no la conozco, pero están cometiendo un error muy grave al argumentar que esto tiene que pasar por la Secretaría General de Gobierno para ser censurado.

¿En conclusión por qué cree que ocurrió todo esto?
Creo que la ministra actuó precipitadamente, que es inexperta y que, aunque suene fuerte, hay un tema de ignorancia histórica grande. Quizás lo que pueda haber sean temas internos del ministerio, que yo conozco.

¿Después de esto qué espera que ocurra, que se revierta la decisión?
Me molesta enterarme por el diario que la ministra ha tomado una decisión. Porque me hizo ir tres veces al ministerio y yo le señalé a todos sus asistentes que no iba a cambiar esas dos cosas, por las razones que aquí di. Me parece muy poco diplomático que una ministra no sea capaz de llamar a la autora para decirle personalmente lo que ha decidido.

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