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Aleida Guevara: “Ninguna persona con intereses económicos fuertes va a dar pie atrás para que su pueblo aprenda” Hija del Ché viene a presentar libro de su madre sobre el guerrillero

Aleida Guevara: “Ninguna persona con intereses económicos fuertes va a dar pie atrás para que su pueblo aprenda”

En su paso por territorio chileno, la hija mayor del segundo matrimonio del Ché, se dio el tiempo de conversar sobre cómo se están encausando en nuestro país, y en el mundo entero, consignas como el movimiento estudiantil y los derechos de la mujer. Además, la pediatra cubana abrió su corazón para desarchivar aquellos escasos recuerdos que compartió con su padre antes de su muerte, cuando ella apenas tenía siete años.


Sentada en un cafecito en Bellavista, frente a un mural de casi dos metros donde aparece plasmada la cara del Ché, Aleida dice que le gustaría tener más recuerdos sobre su padre. Poco a poco ha tenido que irse reconstruyendo esa memoria propia a través de los relatos de su madre y esos amigos de la familia que ella llama “compañeros”. Pero también ha aprendido a cavar en lo más recóndito de sus experiencias de niña para extraer pedazos de momentos que le han dado cierta lógica a ese amor enorme, testarudo, incondicional, que siente por quien al mismo tiempo, es amado, adorado, idolatrado en el mundo entero. Son imágenes como fotografías que se tomaron en esa vieja casa en La Habana donde vivieron los seis y donde el Ché pasaba el poco tiempo que no le dedicaba a la revolución.

“Yo tenía 16 años y un día me pregunté por qué quiero a mi papá si prácticamente no lo he tenido a mi lado nunca. Empecé a preguntarme cosas y ahí es donde me ayudó mi mamá y muchos amigos a rescatar esos recuerdos. Mis hermanos me dicen que tengo memoria de elefante porque hay cosas que no saben cómo me acuerdo de ellas. Pero es un esfuerzo que tú haces para entender y saber: ¿este hombre me amó o no me amó? Y así fui buscando elementos que demostraron plenamente que sí, que sí me había amado extraordinariamente”.

-Tú eres la mayor de los cuatro hermanos. Entendías mejor las cosas, podías conversar con él. Fuiste con la que más relación tuvo.
-Las niñas normalmente tienden a ser cercanas con el papá y los niños tienden a ser más apegados a su madre. Y eso pasó en mi casa. Además mi papá era ‘besucón’ y yo también, entonces con ese tipo de cosas era fácil la comunicación. A veces me daba un poco de miedo porque era un hombre que yo no veía todos los días ni a todas horas. De noche, a la hora que él llegaba, yo estaba en mi cama, y me besaba. O muchas veces me quedaba dormida con mi mamá como muchos niños hacen, y cuando él regresaba del trabajo me tomaba entre sus brazos y me llevaba a mi habitación pero me daba un beso tan apretado que casi siempre me despertaba. En medio de la noche la sombra de un hombre apretándote, me asustaba. Ese era mi papá.

[cita]¿Cuándo un país es verdaderamente libre? ¿Cuándo un pueblo es realmente libre? Cuando es culto porque nadie lo engaña, nadie lo manipula, nadie lo utiliza. Ustedes tienen que definir qué quieren y dependencia de ese objetivo será la decisión que van a tomar para llegar a él. Pero sólo ustedes pueden decidirlo.[/cita]

-¿Qué dirías que heredaste de él?
Todos nosotros somos muy apasionados. Pero mi mamá también lo es. Entonces no puedo definirte con exactitud, esto es de mi papá y esto es de mi mamá. Ella fue quien nos educó, pero nos educó con el ejemplo de él. Nos enseñó a conocerlo, a quererlo, a respetarlo, a admirarlo. Yo hoy día soy una mujer socialmente útil porque mi mamá me lo inculcó, siguiendo las normas de mi papá.

-Esa “utilidad social” de la que hablas, decidiste encausarla como médico. Tú eres pediatra ¿por qué escogiste esa vía?
-Yo soy médico alergóloga pediatra. Lo traigo de niña, muy chiquita. Yo tenía cuatro años cuando ‘Erne’ llegó —el menor de los hermanos, nacido en 1965—, y siempre fue como mi muñeco. Mi “muñecón”, yo le decía. Me sentí su mamá desde que nació y durante muchos años tuvimos esa relación. Fue linda para mí esa etapa, la recuerdo con mucho cariño, como una cosa muy especial. Entonces de pequeña yo empecé a decir “¡yo voy a ser médico de niños! ¡Yo voy a ser médico de niños!” porque no sabía decir pediatra. Y así fue.

Cuando la única vía que queda es luchar

Aunque los recuerdos no han llovido por montones, Aleida adoptó las consignas de la revolución cubana rápidamente. Tras la muerte del Ché en Bolivia, la familia se resguardó al alero de su amigo y compañero Fidel Castro, y fue protegida y respetada por el pueblo cubano. Al crecer, Aleida dejó su ciudad natal para estudiar en Nicaragua —donde se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua— y luego viajó a desempeñarse como profesional en otros países tales como Angola, en África, donde en 1975 un contingente cubano llegó para intervenir en la guerrilla civil post-independencia y respaldar al brazo armado del Frente Nacional para la Liberación de Angola. Allí y a través del resto de sus viajes por el mundo, la mujer ha ido observando y desarrollando sus teorías sobre la relevancia de la lucha social.

-¿Qué opinas del movimiento estudiantil en Chile? ¿Cómo explicas que haya explotado en un país con cifras de crecimiento económico y empleabilidad que son altas?
-Tengo una teoría. Una vez visité Brasil y me sobrecogió mucho ver a los niños en la calle. Entonces pensé “hay un momento en que el ser humano llega a su límite de paciencia y tiene que decir o muero de hambre o muero intentando cambiar esta realidad, porque no te dejan otra alternativa”. Pero después me cuestioné si yo pensaba así porque fui educada en Cuba. Y conocí una mujer del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra llamada Rosa que no sólo dijo exactamente lo que yo pensaba sino que lo hizo. Murió defendiendo un pedazo de tierra para dar alimento a sus hijos. Ahí aprendí que no importa la ideología, no importa el nivel cultural, llega un momento en que tú respondes. Toda esta política neoliberal que está viviendo nuestro continente lleva a nuestros pueblos hasta sus límites, no pueden más. Y en este momento es muy bueno que los estudiantes tomen la vanguardia porque los estudiantes tienen un nivel cultural, pueden encausar esa fuerza por un camino adecuado, no se diluye la fuerza.

-Hay una discusión sobre si la vía política es el camino para introducir esos cambios o si no es suficiente ¿Qué opinas tú?
-Depende de lo que quieran. Si ellos solamente quieren una reforma estudiantil y el Estado se los concede puede quedar allí. Pero si ellos están buscando una reforma social para su pueblo entonces la cosa cambia porque ninguna persona con intereses económicos fuertes va a dar pie atrás para que su pueblo aprenda. No le interesa, al contrario, le perjudica. ¿Cuándo un país es verdaderamente libre? ¿Cuándo un pueblo es realmente libre? Cuando es culto porque nadie lo engaña, nadie lo manipula, nadie lo utiliza. Ustedes tienen que definir qué quieren y dependencia de ese objetivo será la decisión que van a tomar para llegar a él. Pero sólo ustedes pueden decidirlo.

-¿Cuál es el desafío pendiente que tiene aún que enfrentar la mujer de nuestros días?
-Quizás es que nos escuchen más, que nos tengan presentes. A lo mejor, cuando aprendan a conocernos de cerca y a vernos de verdad entonces entiendan que siempre hemos estado y que sin nosotras no se camina más aprisa. Hay una frase de José Martí, el más completo hombre cubano de todos los tiempos, que dice “las campañas de los pueblos son débiles cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer; pero (…) cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”. Y eso es verdad. Porque la mujer no solamente está defendiendo sus ideales, lo que cree. Está defendiendo también el fruto de su vientre, lo que nos da una fuerza extraordinaria.

Amor guerrillero

Parte del origen de ese amor, ese reconocimiento, esa gratitud y ese respeto que Aleida profesa por la figura de la mujer en la sociedad, nació muy de cerca. No debe ser fácil ser la hija de una guerrillera, menos de quien se convirtió en la última amante, esposa, amiga y compañera que Ernesto “Ché” Guevara tuvo en vida: Aleida March. De ella se trata todo esto. Su primogénita está de visita en Chile para presentar su libro “Evocación: Mi vida al lado del Ché”, donde narra sus propios orígenes en el campo y luego como joven guerrillera, su adhesión a la causa cubana, cómo se incorpora a la base ubicada en la meseta de Escambray, el amor que allí nació con el líder revolucionario y su posterior muerte. Toda una secuencia de intensas vivencias que hasta ahora la mujer no se había atrevido a rememorar y mucho menos plasmar en un libro.

“Cuando mi papá murió, mi mamá tuvo que cerrar los recuerdos, congelarlos en el tiempo, porque si no hubiese sido muy difícil seguir viviendo. Yo recuerdo a mi mamá jugando con nosotros de niños. Mi abuela peleaba porque los fines de semana los cuatro amanecíamos al lado de mi mamá. Después de que ‘papi’ murió ningún juego de esos volvió a existir. Ella tenía una tristeza tan grande encima que al inicio yo creo que le costaba hasta respirar. Los primeros años no recuerdo una sola sonrisa de mi mamá”.

-¿Qué fue lo que terminó por convencer a tu madre de escribir este libro?
-Se dio cuenta de que había mucha gente escribiendo tonterías sobre mi papá y que nadie mejor que ella que lo conoció al desnudo, completo, y al fin se decidió. Pero fue difícil. Recuerdo que los primeros momentos en los que ‘mami’ estaba grabando sus recuerdos yo pasaba al lado de su despacho y la sentía llorar y llorar. Un día le dije “mamá, si te da tanto dolor, no lo hagas”, pero por suerte no me hizo caso y siguió.

-¿Y cómo fue leerlo por primera vez? ¿Descubriste cosas que no sabías o entendiste otras que antes no te cuadraban?
-Fue lindísimo. Recuerdo que fui a Italia porque tenía que presentarlo en la feria del libro y no lo había leído entero todavía. Así que lo terminé de leer allí. Esa noche tenía que reunirme con los editores y yo llegué a la comida con los ojos hinchados. Yo sabía el final, yo lo viví, pero de todas maneras sentirlo a través de ella, el desgarramiento tan grande, la pérdida extraordinaria que fue para esa mujer perder a su compañero, es tremendo. Además mi mamá es campesina, entonces siempre ha sido muy cuidadosa con su intimidad. Y en el libro tuve la explicación del porqué de algunas cosas.

-¿Fue un amor que se fortaleció por la lucha que compartían?
-Sí, seguramente. Él aprendió a amarla ahí en Escambray. Era una mujer seria, respetada por todos los hombres, trabajaba en la clandestinidad, que ya era buscada por la policía batista. Que era muy graciosa pero yo creo que lo que más cautivó a mi papá no fue sólo su belleza física, sino su integridad como persona. Mi mamá demostró en más de una ocasión el valor que tenía. Él era su jefe y ella estaba dispuesta a protegerlo aún con su propia vida. Y eso debe haberlo impactado, porque imagínate tú un hombre que ha luchado, que ha combatido durante años, de pronto que una mujer lo proteja debe ser algo muy lindo. Yo me imagino esas cosas, nunca lo podré hablar con mi papá, pero me parece que tiene que haberlo marcado.

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