Son más educadas que los hombres, pero aún persiste la brecha en la estructura salarial, dicen expertos en encuentro convocado por fundaciones Friedrich Ebert y Equitas.
Según las cifras oficiales, la tasa de participación femenina hoy en Chile es de un 47,6 %, y representa más de la mitad de la variación total del empleo; es decir, más de la mitad de empleo generado en el último tiempo corresponde a empleo femenino.
Sin embargo, cuando se habla del aumento de la participación laboral de las mujeres, es preciso revisar la calidad de este empleo, ver qué pasa con la protección social, con la brecha en la estructura salarial, señalaron expertos en un encuentro sobre Empleo y Género, organizado de manera conjunta por las fundaciones Friedrich Ebert y Equitas.
Estadísticas, tendencias y políticas públicas fueron analizadas por Alexander Páez, sociólogo de la Fundación Sol; María Elena Valenzuela, especialista regional de la OIT, y Nury Benítez, vicepresidenta de la ANEF, organismo que concentra gran cantidad de trabajadoras mujeres.
El 21,8 % de las asalariadas no tiene un contrato laboral, indica Alexander Páez. “Y si uno hace un zoom al caso de las trabajadoras de casa particular, nos damos cuenta que sólo un 30 % de las que trabajan puertas afuera tienen contrato de trabajo indefinido, con liquidaciones de sueldo, cotizaciones y seguro de cesantía”, dice.
El sociólogo explica que 5 ramas de actividad económica concentran más del 65 % de la variación del empleo asalariado femenino: enseñanza, comercio, hotelería y restaurantes, servicios sociales y de salud, y administración pública.
Añade que existe una brecha entre ocupados con educación superior: “Existe subempleo profesional, trabajadoras con educación superior completa que no se desempeñan como profesionales o técnicas, con una subutilización de sus capacidades y habilidades. El 24,7 % de las ocupadas con educación superior no se desempeña en su área”.
En el tramo de sueldos mínimos, el 30,4 % de las trabajadoras gana el salario mínimo o menos, versus el 14,2 % de los hombres, configurándose una nueva brecha, explica.
El analista reitera lo señalado por Fundación Sol, en el sentido que las mujeres tienen hoy bajas probabilidades de contar con un empleo formal, estable y protegido, y que la incorporación al mundo del trabajo a través de emprendimientos más bien responde a una lógica de subsistencia. “En este sentido, no sólo estamos lejos del pleno empleo, sino que también muy lejos de crear empleos de calidad para las mujeres”.
Por su parte, María Elena Valenzuela, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que hay temas estructurales que inciden en la evolución de la fuerza laboral femenina, que tienen que ver con la distribución inequitativa de los tiempos, al tomar en cuenta el tiempo de trabajo para el mercado y el tiempo de trabajo reproductivo.
Explica que ha habido un aumento de la tasa de actividad y las economías de la región han integrado mayor cantidad de puestos de trabajo. “El hecho de que la brecha se vaya cerrando entre la participación de mujeres y de hombres si no hay una redistribución de los tiempos, significa que las mujeres asumen una mayor carga de trabajo, a menos que exista una política nacional de cuidado, que vaya más allá de una política de cuidado infantil”.
Sobre el tema de la pobreza en la región, la especialista de la OIT resalta que existe un aumento de hogares indigentes y pobres encabezados por mujeres, “no solamente aumenta le jefatura femenina sino que aumenta la pobreza en esos hogares”, indica.
Y un fenómeno regional muy importante es la migración, que es fundamentalmente femenina, más de la mitad de quienes emigran son mujeres. “Yo creo que este es un tema que aún no hemos abordado en profundidad”, sostiene María Elena Valenzuela.
Sobre la realidad de las funcionarias públicas, Nury Benítez, de la ANEF, precisa que las mujeres representan el 57,5 % de la dotación del gobierno central (que cuenta con algo más de 200 mil trabajadores y trabajadoras). Ocupan el 61,9 % de los empleos a contrata, lo que se suma a similar porcentaje que se desempeña a honorarios, por lo que tienen los empleos más desprotegidos.
Señala que el personal de planta es sólo un 40,6 %, mientras que el que está a contrata es el 57,3 %, con contratos que se renuevan anualmente, y sin acceso a carrera funcionaria. Quienes están a honorarios (más de 25 mil) no tienen derechos previsionales, laborales, maternales ni sindicales. “Es decir, la calidad del empleo es mala, no hay trabajo decente en el estado”.
Aporta algunas cifras: sólo 60 mujeres son autoridades de gobierno o jefas de servicio (versus 172 hombres)
En cargos directivos, pese a ser mayoritario el número de funcionarias mujeres, ellas ocupan 2.786 cargos, de un total de 3.895
En materia de salarios, estudios de ANEF y del Sernam, concluyen que las mujeres funcionarias perciben un 30 % menos que los hombres. Diferencia que es menor en los escalafones administrativos y auxiliares y que se profundiza en los escalafones de profesionales y directivos.
“Qué pedimos? Tener empleo estable, que nos permita desarrollo, con protección social, conciliación con la vida familiar… una nueva regulación del empleo público, derecho a negociación colectiva. Es nuestra propuesta.
“Y respetar los procesos básicos, no ser el botín de guerra de los gobiernos de turno”, concluye la dirigente de ANEF.