
Titanes del ring
En el libro “Piñera: Historia de un ascenso” (Debate 2010), las periodistas Loreto Daza y Bernardita del Solar profundizan en los episodios que han marcado la vida del Mandatario. Uno de los aspectos destacados es la pugna que existe entre él y su hermano Pepe desde que eran niños. Estos son algunos extractos del libro que reflejan la confrontación y competencia que ha existido históricamente entre ambos.
La rivalidad entre ambos reflotó este miércoles, luego de que José Piñera escribiera en su cuenta de Twitter “desde su fundación en 1900 que El Mercurio no se veía obligado a corregir la ignorancia de un Presidente con un editorial”. Esto, a propósito de las declaraciones en las que el Presidente sostenía que el sistema de AFP no estaba funcionando de forma adecuada.
El libro Piñera: Historia de un ascenso contiene varios pasajes sobre el origen de la competencia y rivalidad entre los hermanos. Algo que se ha mantenido en el tiempo. Se cruza desde la infancia y universidad hasta los negocios y la política.
Estos son algunos extractos del libro de Daza y Del Solar:
MEJOR CON GUANTES DE BOXEO
-“¿Quién de ustedes obtuvo el mejor promedio? –interrogaba el padre a sus cuatros hijos hombres, cada diciembre, al terminar el año escolar. La pregunta era parte de un ritual de consecuencias conocidas para los Piñera Echenique. Porque el que mostrara mejores calificaciones recibiría la mesada más alta al año siguiente”.
-“Quienes se preguntan por el origen de ese afán tan competitivo que caracteriza a Sebastián Piñera, deben remitirse a costumbres e imposiciones arraigadas en su familia paterna durante generaciones. Sebastián creció en un ambiente en que destacar era un precepto sagrado, sobre todo para los hombres. Una norma que nadie se hubiera atrevido a cuestionar”.
-“Competían entre sí por las notas, por la comida, por la mesada y… por los afectos. Todo era objeto de desafío y lucha, en especial entre los hermanos. En la década de los sesenta, solían ir todas las tardes a la plaza de Américo Vespucio con Presidente Errázuriz, en aquel tiempo un tranquilo barrio residencial, para medirse en carreras, tiro al arco, saltos, volteretas, lo que fuera. Sin Embargo, el duelo más excitante de todos no tenía lugar allí, sino en casa, y se daba en el plano intelectual”.
-“En cambio los tres hombres mayores, José (Pepe), Sebastián (Chato) y Pablo (Polo), con escasa diferencia de edad, parecían disfrutar desafiándose mutuamente. Sebastián Piñera, entonces, desarrolló su personalidad en un ambiente riguroso…”.
[cita]Las peleas llegaron a ser tan frecuentes y duras que, cansada de los golpes entre hijos, doña Picha –como llamaban a la madre de Sebastián– mandó instalar un ring de boxeo en el jardín posterior de la casa. Fue allí donde los muchachos siguieron resolviendo sus conflictos por largo tiempo. El único requisito que les impuso la mamá fue que usaran siempre guantes acolchados.[/cita]
-“El desafío constante era la tónica impuesta por su padre a todos los hermanos. Pero en el caso de Sebastián hubo un factor adicional que exacerbó el rasgo competitivo de su personalidad; el motor permanente en su afán por sobresalir: la obsesión por derrotar a su hermano José. El mayor de los hombres le llevaba un año de ventaja en casi todo. Sería el primero en convertirse en economista, el primero en obtener un doctorado en Harvard y el primero en lanzarse en una aventura presidencial. Justo detrás, Sebastián fue haciendo exactamente lo mismo. “Desde muy chico mantuvo una sorda lucha con Pepe, quien, por sus capacidades, le puso un estándar muy alto”, relata un cercano.
-“Las fuertes diferencias de carácter entre los hermanos no facilitaban la convivencia. A Pepe, quien era extremadamente metódico, y al que enfurecía el desorden en el estrecho espacio que los hermanos debían compartir, siempre le costó integrarse al grupo. Le agradaba leer y necesitaba de una tranquilidad que no encontraba en su casa. “No le gustaban las bromas, el ruido, el desorden. Y esta familia es de mucho hueveo”, explica uno de los integrantes. A diferencia de José, Sebastián convivía bien con el desorden y la improvisación, y parecía estar siempre listo para cualquier panorama”.
-La casa familiar no contaba con dormitorios individuales para seis hijos, pronto se hizo necesario compartir. Por consideraciones de edad, los padres asignaron la misma pieza a los mayores, José y Sebastián.
No fue una solución feliz.

La portada del libro “Piñera: Historia de un ascenso” de las periodistas Loreto Daza y Bernardita del Solar.
“Peleaban mucho. Se cacheteaban de lo lindo”, reveló en una ocasión la madre, quien, según admitió ella misma, tenía dificultades para controlar el fuerte carácter de José. Las peleas llegaron a ser tan frecuentes y duras que, cansada de los golpes entre hijos, doña Picha –como llamaban a la madre de Sebastián– mandó instalar un ring de boxeo en el jardín posterior de la casa. Fue allí donde los muchachos siguieron resolviendo sus conflictos por largo tiempo. El único requisito que les impuso la mamá fue que usaran siempre guantes acolchados.
-“Esta necesidad de medirse constantemente con otros que fue desarrollada en su infancia, reaparecería más tarde en diversos momentos de la vida de Sebastián, tanto en el mundo de las empresas como en el de la política, e incluso después de haber alcanzado La Moneda”.
-“El ring que mandó a instalar la Pichita para poner coto a las disputas de sus hijos resultó eficaz y consiguió el loable objetivo de evitar bajas en la familia. Con el tiempo, el foco de atención de los muchachos se deslizó más allá de los límites del hogar, y la frecuencia e intensidad de las peleas entre ellos disminuyeron. Pero las rivalidades alimentadas en aquel cuadrilátero jamás desaparecieron.
[cita]En pleno proceso eleccionario, Pepe escribió en su Twitter que su voto “estaba abierto”, y que “se lo ganaría quien demostrara ser el mejor”. Nunca apoyó públicamente a Sebastián. Y de todos los hermanos Piñera Echenique, fue el único que no llegó a la noche del triunfo, el 17 de enero de 2010, a la comida de celebración en la casa del flamante mandatario.[/cita]
Los tres hermanos Piñera Echenique entraron a la Universidad Católica a estudiar Ingeniería Comercial. Pepe y Sebastián obtuvieron sucesivamente el premio “Raúl Iver”, que se entrega al mejor alumno de cada promoción, y se graduaron con distinción máxima. En una escala de 1 a 7, Sebastián obtuvo un 6,87 y José, un 6,89 de promedio. Ambos siguieron caminos similares: se destacaron como profesores de la Universidad Católica; viajaron a la Universidad de Harvard donde lograron sendos doctorados y en algún momento hasta tuvieron un mismo jefe: el empresario Manuel Cruzat. Constantemente, las rutas de los hermanos se cruzaban, generando nuevas oportunidades de medir fuerzas y probar quién lo hacía mejor. Pero donde la rivalidad entre ambos alcanzó niveles inéditos fue en el mundo de la política. Pepe llegó a ser ministro del régimen militar, mientras Sebastián y su familia levantaban banderas en la oposición. Para el plebiscito de 1988 –que decidiría la continuidad de Pinochet en el poder– el hermano mayor apoyó el Sí. Sebastián, por el contrario, votó por el No. Y cuando este último postuló a un escaño en el Senado en 1989 (el cual obtuvo), Pepe apoyó al otro candidato: Hermógenes Pérez de Arce.
En esas primeras elecciones democráticas, la lucha entre los hermanos fue escalando y el padre –el propio José Piñera Carvallo– debió intervenir para evitar que la disputa terminara por destrozar las relaciones en la familia. En julio de 1989, cuando ya Sebastián había lanzado su campaña, Pepe asumió como generalísimo de la de su rival. Cuando la controversia estaba al rojo, el padre se interpuso. Tomó el teléfono y llamó a su hijo mayor para pedirle que desistiera de su aventura política. La influencia del padre surtió efecto. “Pepe había sido un jefe de campaña muy dinámico, pero lo tuvo que dejar por las presiones familiares”, recuerda Pérez de Arce.
En circunstancias similares, Sebastián también tuvo que hacer concesiones en pro de la convivencia familiar. Cuando Pepe fue candidato a la Presidencia de la República, en 1993 (ocasión en que sólo alcanzó el 6,18 por ciento de los votos), Sebastián no intervino en la campaña de su hermano y se mantuvo en silencio. No lo atacó. Y tampoco lo apoyó. Pero las diferencias persistieron y volvieron a evidenciarse durante la campaña que condujo al hermano menor a la presidencia. En pleno proceso eleccionario, Pepe escribió en su Twitter que su voto “estaba abierto”, y que “se lo ganaría quien demostrara ser el mejor”. Nunca apoyó públicamente a Sebastián. Y de todos los hermanos Piñera Echenique, fue el único que no llegó a la noche del triunfo, el 17 de enero de 2010, a la comida de celebración en la casa del flamante mandatario.
“En el curso, Sebastián era el atorrante; el desconcentrado. En cambio, su hermano Pepe, que estaba un año más arriba, era un estupendo alumno, recuerda su compañero de colegio, el economista César Barros.
SALIDA AL MUNDO
-“En 1964 los Piñera Echenique parten a Europa, cuando el Presidente Eduardo Frei Montalva nombra embajador en Bélgica a José, desde donde pasa a Nueva York como representante ante las Naciones Unidas. “Cuando la familia partió, sólo el hijo mayor, Pepe, quien estaba a punto de terminar la educación secundaria, se quedó en Santiago. Permaneció con unos tíos del lado Echenique, con quienes tenía una gran afinidad. Así comenzó un progresivo distanciamiento entre Pepe y sus padres y hermanos. Nunca más volvería a vivir con ellos porque se casaría joven y se iría a estudiar al extranjero”.
WANTED AT THE OFFICE
-“Dadas sus altas calificaciones, y al igual que su hermano Pepe, Sebastián llegó a ser profesor ayudante en su carrera. En un campus relativamente pequeño y aislado, en que los dos hermanos desempeñaban similares funciones, sobraban motivos para que pudieran compartir. Pero aquello no sirvió para mejorar las relaciones entre ambos. Cuentan cercanos que jamás se les vio almorzando juntos en el casino. “Todos en la vida tienen un karma. Pues bien, el mío es Pepe”, llegaría a admitir Sebastián muchos años más tarde, ante un amigo”.
EL SELLO HARVARD
-“Antes de ingresar a Harvard, Sebastián hizo una escala en Colorado, para nivelarse en inglés, y en micro y macroeconomía. Cuando aterrizó en Boston, en agosto de 1973, Pepe y su señora, Francisca Aninat, vivían en el edificio Columbine, que se ubicaba en el campus de la universidad. Originalmente, Sebastián llegó a la casa de su hermano. Era un departamento pequeño, con un solo dormitorio. Mientras encontraba dónde instalarse, dormiría en el sofá del living. La primera noche, después de comer, se tendió un rato a leer un libro. No habían pasado dos minutos cuando escuchó la voz de Pepe. “Apaga la luz y no hagas ruido”. A los 24 años, Sebastián no estaba dispuesto a soportar que lo mandaran. Sin darle muchas vueltas al asunto, agarró sus cosas y se fue”.