
Amplio apoyo a hijo de Rodrigo Hinzpeter que admitió ser gay en una carta
El texto publicado por el estudiante de 3° Medio en un diario electrónico judío ha sido difundido profusamente en redes sociales, donde las personas destacan la honestidad, humanidad y el ejemplo que contiene para avanzar en contra de la discriminación.
«Terminé por aceptarlo una noche hace ya dos años, era septiembre. Me acuerdo porque habíamos ido a almorzar afuera y era feriado. El día se me había hecho muy difícil, me sentía deprimido. Tenía un secreto enorme dentro de mí, un secreto que me estaba ahogando y que nadie conocía más que yo. Sabía que tarde o temprano debía sacarlo, y que mientras antes lo hiciera, mejor». Así comienza la carta escrita por Raimundo Hinzpeter, estudiante de 3° Medio, titulada «Orgulloso de gritar que soy gay», publicada el Diario Judío.
El hijo del ex ministro del Interior continúa así:
Fui al dormitorio de mi mamá pensando que no sería capaz, pero le dije: “Tengo algo que decirte”. Me acosté en su cama junto a ella, me cubrí de pies a cabeza con las sábanas. Mis hermanos ya dormían. “¿Qué te pasa?”, me pregunta preocupada porque obviamente yo no estaba bien. Al darse cuenta que no voy a poder expresarlo, me va pidiendo que le dé pistas: “Es algo muy grande, un secreto muy fuerte que me tiene mal”. Mi mamá ya lo intuye, me doy cuenta: “Nadie puede guardar un secreto tan grande por tanto tiempo, no hace bien”, le pido que me vaya preguntando. Yo ni me atrevo a destaparme, a mostrar la cara, menos a mirarla. Me empieza a dar opciones, hablando al aire, lanzando ideas. A cada una le iba diciendo que no, que eso no era, hasta que lo pregunta, y me quedo callado. Se da cuenta que eso es, se da cuenta que soy gay. Me abraza y me dice que me ama, que todo va a estar bien desde ahora en adelante, y me pide que me destape, pero me da vergüenza y le pido que mejor apague la luz. Yo solo quería dormir, estaba muerto.
Con decirle, no se me hizo más fácil ni fue un alivio, ni nada por el estilo. Estuve semanas sin poder mirar a la cara a mi mamá. Medio año más tarde, ya le había contado a mi papá, quien me apoyó incondicionalmente, pero todavía las cosas no eran ni un pelo más fluidas. Siempre con ese vacío por dentro, incapaz de llenar; no sabía ni qué era, ni a qué se debía.
No podía estar tranquilo ni en mi casa: siempre fingiendo cómo actuar, cómo sentarme, cómo vestirme, cuán ajustados podía ponerme los pantalones, etc. Era vivir un sufrimiento constante, una tensión permanente, tenía que ser X persona. No podía ser ni reaccionar como yo lo sentía, ni siquiera sabía qué series ni qué música escuchar por el constante nerviosismo a la reacción del otro, a la burla, y entre tanto, mis papás me llevaban a un psicólogo y a un psiquiatra.
La gente cree que ser gay es una enfermedad, y más encima “tratable”, pero no. Muchos jóvenes creen que a través del abuso verbal, mágicamente, esta “enfermedad” se cura, como si después de cincuenta veces que te digan “no seai maricón”, te comenzaran a gustar las mujeres, como a la sociedad le gustaría, pero no.
Una vez, me dijeron que no podía contarle que era gay a un niño chico, que sería como soltarle una bomba, pero yo no soy una granada, soy quien soy y si al de al lado le molesta o le incomoda, ¿qué puedo hacer? ¿Por qué los niños no van a poder entender la homosexualidad? Tristemente, vivimos en una sociedad sin buenas intenciones, donde los seres humanos, naturalmente buenos, somos corrompidos desde pequeños, llenándonos de prejuicios como la homofobia.
Para el mundo judío religioso, cerrado a la diversidad, es mucho más difícil aceptar otras realidades. En mi colegio (judío religioso), antes de mí no existía “ser gay”. Pero siempre hay un primero y me han acogido con una comprensión inimaginable. Me di cuenta que aparentan ser cerrados a la diversidad, tal vez por el miedo que les produce caminar por lo desconocido.
Lo más importante es poner en marcha el proceso. Porque es un proceso. Si bien se ve como un acto de valentía y de una tremenda fuerza interior, al aceptar y mostrarle al mundo quién realmente soy, para mí sólo fue un acto de escapatoria de ese callejón oscuro del que logré salir: ser judío-gay-en Chile. No es fácil ser judío ni gay, en ningún lugar de este planeta impío, mucho menos en este país con cavernícolas incapaces de abrir el círculo para que las minorías entren y se acomoden, un país lleno de falsas morales, doble estándar y apariencias. Un país en donde formalmente se castiga la discriminación, pero al mismo tiempo se practica cotidianamente. Nos dicen que somos iguales, que tenemos los mismos derechos, pero nos prohíben el matrimonio, crean leyes y normas para las minorías, para nosotros los distintos; vivimos en un país de hipócritas…
Una vez que la carta fue difundida, generó múltiples muestras de apoyo en redes sociales.
Carta del hijo de Hinzpeter: al final, todos somos humanos..
— Margarita Hantke (@margaritahantke) December 4, 2014
Hermosa carta de Raimundo Hinzpeter en el Diario Judío testimonios como los de este chico,fortalecen nuestra voluntad contra discriminación
— Rolando Jiménez (@rjimenez_perez) December 4, 2014
No se si la carta de Raimundo Hinzpeter sera real, pero si lo es, que power el chiquillo. Kudos.
— M. Fca (@bihotita) December 4, 2014
La carta de Raimundo Hinzpeter es muy emocionante. Qué lindo sería que nunca más un chico tuviera que pasar por tanto dolor para reconocerse
— Pedro Monardes (@_pmm) December 4, 2014
«Sé duro con tus ideales pero blando con la gente» me gustó esa frase en la carta de Raimundo Hinzpeter
— Esteban Calamardo (@eeyevenes) December 4, 2014
Precioso testimonio de Raimundo Hinzpeter, hijo del ex ministro: «Orgulloso de gritar que soy gay» http://t.co/DTvLkeLThM
— Luis Larrain (@LuisLarrain) December 4, 2014
Mi admiración y respeto a Raimundo Hinzpeter por su valentía, honradez y testimonio. Raimundo eres una gran persona.
— Eduardo Yañez (@Edoyanez) December 4, 2014
Leí la carta de Raimundo Hinzpeter y casi lloro. Ojalá sirva para abrir mentes y corazones.
— Jorge Espinoza C. (@espinozacuellar) December 4, 2014