Con la última decisión de Sabas Chahuán, de tomar el control del Caso Penta y todas sus aristas, uno de los mayores damnificados es el fiscal jefe de la zona Oriente, Alberto Ayala. Al interior de la Fiscalía hay quienes piensan que quedar fuera de uno de los casos más emblemáticos de los últimos años, así como los cuestionamientos que se levantaron cuando se intentó dejar en segundo plano a Carlos Gajardo, lo alejan de liderar la carrera por ser el próximo Fiscal Nacional.
“El Caso Penta siempre ha sido mío”. Con estas palabras el fiscal Alberto Ayala respondió las consultas de la prensa luego que la semana pasada el Ministerio Público intentara un reordenamiento del Caso Penta, dejándolo a él encargado de la indagatoria respecto del holding de Carlos Délano y Carlos Lavín, y derivando la arista SQM a la Fiscalía Centro Norte.
Sin embargo, todo cambió. El Fiscal Nacional Sabas Chahuán tomó las riendas del caso político-judicial más importante de los últimos años y se hizo cargo de todas sus aristas –con el apoyo de un grupo especial de fiscales, conformado por Carlos Gajardo, Pablo Norambuena y Emiliano Arias, especialistas en causas de alta complejidad– y dejando fuera a Ayala.
Es por esto, que –según comentan fuentes de la Fiscalía– Ayala fue uno de los grandes damnificados. Hay quienes reconocen que al tener el mando de uno de los casos más relevantes que ha llevado la Fiscalía, también tenía en sus manos una llave: mayor relevancia mediática en su interés de llegar a reemplazar a Chahuán.
“Con su decisión el Fiscal Nacional les puso varias toneladas de tierra a las aspiraciones del fiscal Ayala de convertirse en el próximo reemplazante de Chahuán”, comenta un fiscal. “Toda esta situación lo puso en el tapete de la opinión pública; y si bien le gusta la figuración, le gusta por aspectos positivos, no negativos. Ahora quedó expuesto a las críticas, si piensa en un cargo como el de Fiscal Nacional. En el mundo político se abren muchos flancos que, muy probablemente, lo perjudican y no lo benefician”, señala otra fuente del Ministerio Público.
Ayala suele negar en los medios su interés de llegar al puesto de mayor relevancia de la Fiscalía Nacional; sin embargo, al interior de la institución hay muchos que reconocen sus ansias y que la posibilidad de quedar bien con los partidos políticos –fundamentales para la elección del próximo fiscal– es una pésima necesidad en un momento en que los partidos están en el vórtice del huracán.
[cita]“Con su decisión el Fiscal Nacional les puso varias toneladas de tierra a las aspiraciones del fiscal Ayala de convertirse en el próximo reemplazante de Chahuán”, comenta un fiscal. “Toda esta situación lo puso en el tapete de la opinión pública; y si bien le gusta la figuración, le gusta por aspectos positivos, no negativos. Ahora quedó expuesto a las críticas, si piensa en un cargo como el de Fiscal Nacional. En el mundo político se abren muchos flancos que, muy probablemente, lo perjudican y no lo benefician”, señala otra fuente del Ministerio Público.[/cita]
“Ayala había logrado posicionarse bastante bien como un fiscal que sabe trabajar, más cercano a la Concertación, pero con buenas relaciones en la derecha y con amigos senadores de derecha”, comenta un fiscal, quien también señala que los últimos acontecimientos podrían haber dado vuelta esta imagen. “Es un tema comunicacional, no necesariamente es real, pero la impresión que puede haber quedado es que muñequeó una situación. Eso lo perjudica y desgraciadamente no hay tiempo de recuperarse”.
La presencia en el Caso Penta del hombre que por doce años fue abogado de Soquimich siempre fue polémica. En diciembre pasado –y cuando los detalles de la investigación comenzaban a filtrarse a la prensa– señaló públicamente que “(eventuales aportes adicionales a campañas) pueden ser muy cuestionados, pero no constituyen delito (y) no tienen por qué ser investigados”, evidenciando las diferencias que ya entonces tenía con el fiscal Carlos Gajardo.
Al interior de la Fiscalía señalan que Ayala jamás logró “controlar a Gajardo” y que eso exasperaba al llamado “fiscal más político”, que veía cómo uno de sus persecutores adjuntos remecía a la opinión pública e incomodaba en demasía a la clase política.
El actual Fiscal Regional Metropolitano Oriente tiene vínculos con el mundo de la izquierda y los derechos humanos –formó parte de la Vicaría de la Solidaridad en tiempos de la dictadura–, y también ha sabido tejer redes con la derecha. Se comenta su cercanía con el senador de RN, Alberto Espina, y no ha tenido problema en conversar con la directiva de la UDI en medio del temporal Penta. Alberto Ayala se preocupa de cultivar y cuidar esos vínculos.
Por lo mismo, cuando la arista SQM del caso comenzó a salpicar a dirigentes de la Nueva Mayoría, varios se acordaron de las buenas relaciones que el fiscal de la zona Oriente mantiene con el poder e, incluso, se comentó que no había quedado conforme con el movimiento que lo dejaba a cargo de la indagatoria, esto porque Gajardo iba a seguir presente, y su intención habría sido deshacerse del persecutor de la Fiscalía de Alta Complejidad, quitándole la jefatura de la misma.
La “astucia” del fiscal también es comentario obligado entre quienes han trabajado con él. Un dato revelador de esa característica es que hace 14 años que se mantiene como Fiscal Regional, pese a que quienes ocupan ese cargo solo pueden hacerlo durante ocho años y sin reelección. Sin embargo, Ayala se ha cambiado de región justo antes de que se venzan los plazos. El 2000 ingresó como fiscal de Antofagasta, el 2007 se trasladó a la Región de Los Lagos, y desde el 2011 ejerce en la Fiscalía Oriente.