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Es la economía, estúpido Cumbre de ministros de hoy supeditará reformas a agenda de crecimiento e inversión

Es la economía, estúpido

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Buena parte de la decisión de qué aspectos del programa se realizarán con criterio de realidad se tomará hoy. La Presidenta Bachelet encabezará una maratónica jornada de trabajo con todo su gabinete en el Estadio San Jorge, cita que ha sido preparada en parte por la jefa de gabinete de la Mandataria, Ana Lya Uriarte, y por otra, por el comité político de Burgos.


Es más que estibar la carga, es un reordenamiento completo, la definición de una nueva hoja de ruta para los próximos meses, que se adecue al complicado escenario económico. Eso implica resolver qué aspectos del programa de Gobierno efectivamente se llevarán a la práctica y cuáles, más allá de las declaraciones de buena voluntad política, quedarán nuevamente en promesas. Esa es la tarea a la que está abocada La Moneda e implica una prueba concreta del poder real y muñeca política que tiene el comité político liderado por el ministro del Interior, Jorge Burgos (DC), para evitar que en el camino estas decisiones generen más conflictos que soluciones de gobernabilidad, por divisiones en la Nueva Mayoría.

Ya desde la semana pasada que, en reserva, se asume en varios sectores del oficialismo, tanto en los partidos como en el Gobierno, que la promesa de la Nueva Mayoría chocó brutalmente con la realidad y que lo que se observa es una suerte de déjà vu de la primera administración de Michelle Bachelet, donde igual que ahora las expectativas fueron muchas, muy altas, pero que al final de día no fue mucho lo que realmente se cumplió.

Es más, no pocos confesaban en privado que “este Gobierno se acabó” y que el objetivo ahora es lisa y llanamente terminar de la mejor manera el mandato, todo mientras durante las últimas semanas el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, ha hecho una intensa peregrinación por partidos, reuniones gubernamentales y el Congreso sincerando las magras cifras económicas que se pronostican.

Buena parte de la decisión de qué aspectos del programa se realizarán con criterio de realidad se tomará hoy. La Presidenta Bachelet encabezará una maratónica jornada de trabajo con todo su gabinete en el Estadio San Jorge, cita que ha sido preparada en parte por la jefa de gabinete de la Mandataria, Ana Lya Uriarte, y por otra, por el comité político de Burgos.

“Un gobierno realiza su labor sobre la base de la realidad en la que está situado y hoy día, el contexto económico nacional e internacional es más complejo de lo que era hace algunos meses, las señales que tenemos –hay que ver lo ocurrido en China– son de preocupación (…). Este es un ejercicio de jerarquización que se hace cargo de combinar las tareas que planteamos al inicio del mandato con el panorama económico, pediría esperar a que el ejercicio se realice, este es un régimen presidencial, quien tiene siempre la última palabra es la Presidenta de la República”, precisó ayer el ministro vocero, Marcelo Díaz.

En Palacio reconocen que el objetivo de la reunión de hoy es ordenar los temas, asumir –recalcan desde el Ministerio de Interior– que “si las cifras económicas son malas no se puede seguir por donde veníamos” y que, por lo mismo, en líneas muy generales se va a mantener el rumbo, pero “se va a modificar el ritmo”.

[cita] El ministro Díaz “descartó absolutamente” que hubiese presiones de la Iglesia al Gobierno en el tema del aborto. Pero tanto en Palacio como desde la Nueva Mayoría insisten en que sí existieron esas presiones a la DC, que complicaron al partido, y en La Moneda varios confirmaron que sí “se barajó y consideró como factor” la presencia del sumo pontífice en la región. “Si el Papa está en Bolivia y se aprueba un proyecto anti-Iglesia, el escenario no era muy bonito”, sentenció un alto asesor de Palacio. El episodio generó ripio interno en el gabinete y empañó el intento por marcar quién es realmente el conductor del Gobierno. [/cita]

Las últimas semanas se ha puesto en duda públicamente que se concreten temas como la AFP estatal, la descentralización, que en este Gobierno se genere una nueva Constitución y no dejar solo encaminado el proceso, temor por que la reforma laboral pase por la cocina del Senado y quede solo con el título de enmienda sin realmente modificar y emparejar las reglas del juego entre empresarios y trabajadores.

También ha estado en tela de juicio que se cumpla la promesa presidencial del 70% de gratuidad para la educación superior al año 2018. Sin embargo, las señales internas en La Moneda apuntan a que la apuesta política sería buscar la forma de salvar ese compromiso a toda costa, pagando el precio, eso sí, con todos los demás temas del programa.

Esa decisión no pasa solamente por el hecho –concuerdan en Palacio– de que es lo que quiere Bachelet y así son las señales que ha dado y lo que habría hecho ver en privado a varios en el seno del Gobierno, sino además porque la gratuidad es el punto clave de toda la promesa de la Nueva Mayoría, el eje y emblema de los cambios comprometidos, es lo que permitirá mantener unida a la coalición.

La timonel del PS, Isabel Allende, ya dijo ayer que “bajo ningún concepto y bajo ninguna circunstancia podemos sacrificar la Reforma Educacional (…) como principio orientador está claro que vamos a cumplir al término del mandato de la Presidenta con un 70 por ciento”. No es una frase al viento. No hay que olvidar que la senadora, en su día de debut a la cabeza de su partido, fue la primera figura oficialista en asumir públicamente que no se iba a poder cumplir con todo el programa, e internamente en sectores de la Nueva Mayoría ya anotan que va marcando la pauta, haciendo de punta de lanza de La Moneda.

¿Quién ronca?

Este comité político tuvo un difícil debut con la salida de Jorge Insunza de la Segpres y la llegada de Nicolás Eyzaguirre a esa cartera. Esto se ha alimentado con críticas internas en el oficialismo por considerar que este equipo de ministros no ha marcado presencia, no le da dado el impulso que necesita al Gobierno, que no está empoderado realmente y que “no manda ni conduce”. Agregaban que Uriarte y el subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy, hacen un “muy buen papel”, pero no pueden reemplazar las decisiones políticas que deben surgir del comité de ministros.

Eso se escuchaba hasta el martes, cuando esa mañana Burgos dijo públicamente que considerada “razonable” aplazar la votación del proyecto de aborto terapéutico en la Comisión de Salud, originalmente programada para ese día en la tarde en Valparaíso, luego que la DC planteara sus aprensiones a parte del proyecto y pidiera esa postergación a La Moneda.

Burgos lo habló previamente con Eyzaguirre y Díaz, para luego salir al patio para hacer declaraciones. Después los tres se reunieron con la ministra del ramo, Claudia Pascual, y después los ministros de la Segpres y el vocero se fueron al Congreso totalmente alineados con el ministro del Interior a calmar los ánimos en las huestes de la Nueva Mayoría

La Presidenta supo antes también y en Palacio recalcan que no le cayó muy bien la decisión, pero aceptó y guardó silencio. Muchos dijeron ese día, en el Gobierno y en el Congreso, que el ministro del Interior había actuado para darle un margen a la DC y así evitar conflictos, pero también que había aprovechado de “roncar” políticamente, hacer sentir que es él el jefe de gabinete, algo que se escuchó varias veces ese martes como argumento.

Hasta ahí, el episodio en general había sido pura ganancia para el comité político. Actuaron coordinados, alineados, sin abrir flancos y a pesar de las opiniones individuales, ninguno la dejó traslucir. Burgos quedó públicamente empoderado. Pero, el miércoles en la noche, el Papa Francisco aterrizó en Bolivia y lejos de lo que aspiraba Chile, instó a un diálogo franco entre ambos países para evitar conflictos y agregó “estoy pensando en el mar. Diálogo, diálogo”.

La frase cayó pésimo en el Gobierno chileno y en la Cancillería que lidera Heraldo Muñoz y más aún en el comité político, porque uno de los argumentos que se barajaron el martes para postergar la votación del proyecto de aborto fue que, considerando que el Papa estaba en Latinoamérica, no era mal gesto postergar una iniciativa que va tan en contra de la postura de la Iglesia.

El ministro Díaz “descartó absolutamente” que hubiese presiones de la Iglesia al gobierno en este tema. Pero tanto en Palacio como desde la Nueva Mayoría insisten en que sí existieron esas presiones a la DC,  que complicaron al partido, y en La Moneda varios confirmaron que sí “se barajó y consideró como factor” la presencia del sumo pontífice en la región. “Si el Papa está en Bolivia y se aprueba un proyecto anti-Iglesia, el escenario no era muy bonito”, sentenció un alto asesor de Palacio. El episodio generó ripio interno en el gabinete y empañó el intento por marcar quién es realmente el conductor del Gobierno.

Pero con el traspié por lo del Papa y todo, ayer en Palacio consideraban que están los elementos para que este comité político pase la prueba de fuego. Esta es asumir públicamente lo que se podrá hacer y lo que quedará pendiente para otro Gobierno.

Dicen que la relación de Burgos con Eyzaguirre es buena, son amigos, se entienden y hablan el mismo lenguaje, que se han complementado bien con Díaz, que ambos le aportan al ministro Segpres los buenos vínculos y relaciones que tienen en el Congreso, que Valdés desde Hacienda está ejerciendo un fuerte liderazgo, pero que no se sale del territorio de su competencia, que se complementan y, por tanto, en la raya para la suma “no va a haber pelea de poder interno”.

Eso coincide con lo que confiesan altas autoridades de La Moneda, respecto a que estos cuatro ministros establecieron una premisa que esperan no transgredir: “Un Gobierno ordenado requiere un equipo político ordenado”.

Entre hoy y finales de julio, cuando se realice el cónclave de todo el oficialismo en Cerro Castillo –precisan en Palacio–, será fundamental que se despejen incógnitas pendientes para que el equipo político pueda ordenar, coordinar y alinear huestes sin flancos abiertos. Entiéndase hacer el postergado cambio de intendentes y gobernadores, como también el de subsecretarios, algo que a estas alturas –afirman– pasa exclusivamente por el hecho de que la Presidenta Bachelet dé luz verde.

La gran apuesta de La Moneda es que, cuando asuman públicamente los temas del programa que se quedarán una vez más en el tintero, la Nueva Mayoría respalde a Bachelet y al Gobierno, tanto en sus declaraciones como en el Congreso.

Para eso, este sábado, después de la maratónica jornada de hoy, desde las 10 de la mañana hasta las 15:00 horas, el equipo político se juntará a trabajar en La Moneda con los presidentes de los partidos de la Nueva Mayoría y sus secretarios generales, quienes ya se reunieron en paralelo en la semana en el Congreso.

La idea de la cita es “conversar y escuchar” a los partidos, pero a la vez ir bajando ya las definiciones de la hoja de ruta. Una tarea nada de fácil porque, más allá de que la retroexcavadora del timonel Jaime Quintana ya este definitivamente guardada, eso no quita que habrá ruido, y no poco, desde el PS, PPD y el PC por un programa que quedará a medias.

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