«Presentar como inevitable y favorable a los intereses de todos la recepción de un régimen que, amparándose en la excepción cultural, condena a la horca a gays y lesbianas, lapida a las adúlteras, flagela y mutila a quienes infringen la ley y acepta la intolerancia religiosa, no es realismo», escribió el rector de la UDP.
Carlos Peña y Heraldo Muñoz protagonizan un intercambio epistolar cuyo último capítulo parece haber ocurrido hoy, con la respuesta del rector de la UDP que criticó el «cinismo» de Heraldo Muñoz por recibir al ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohamed Zarif.
Peña se había sumado a las críticas de otras organizaciones sociales, dedicadas a la promoción de la igualdad de derechos civiles, que cuestionaron el trato del gobierno a Zarif, representante de un gobierno que viola los derechos humanos.
«Uno de los lugares comunes de las relaciones internacionales (que el canciller Muñoz debe repetir una y otra vez) consiste en sostener que entre los Estados no hay principios, sino solo intereses. Pero ni el realismo de los intereses puede tolerar que se invada el coto vedado de los derechos humanos: aceptar que se abuse de las mujeres, se ahorque a los homosexuales, se castigue a las minorías étnicas o se castigue la disensión religiosa o política», escribió Peña el domingo, y remató: «¿Qué habría ocurrido con Chile si -cuando la dictadura (de Pinochet) arrasaba- el mundo hubiera adoptado el realismo que hoy día el canciller Muñoz exhibe?», afirmó.
Ayer Muñoz respondió. «¿Es cínico el Papa Francisco al recibir en el Vaticano al mismo canciller y al Presidente iraní hace pocos meses?», escribió Muñoz en una carta al mismo diario. «El profesor no me conoce y, por tanto, ignora que evito las recepciones y que el aparentar no es mi fuerte. Mi compromiso con los derechos humanos en hile, ya sea cuando había que luchar contra la dictadura o en lo más altos foros internacionales, ha sido permanente y consecuente”, agregó.
Peña en una carta más breve respondió: «Presentar como inevitable y favorable a los intereses de todos la recepción de un régimen que, amparándose en la excepción cultural, condena a la horca a gays y lesbianas, lapida a las adúlteras, flagela y mutila a quienes infringen la ley y acepta la intolerancia religiosa, no es realismo, sino cinismo».
