Desde Geobrugg, expertos en seguridad vial, señalaron que existiendo amplios antecedentes de aludes durante éste y otros años, todavía hay localidades donde no se aplican las medidas de seguridad óptimas, quedando expuestas a los peligros.
Durante la primera semana de febrero – mes que por lo general, no registra una alta actividad fluvial- diversos aludes afectaron al país, cortando pasos fronterizos y en otros casos, desahuciando a decenas de familias.
Cabe recordar que en Calama, un aluvión causado por el desborde del río Salado, devastó las viviendas de 14 familias que tuvieron que ser refugiadas en albergues. A causa del mismo desborde, en Toconao, otras 32 personas tuvieron que desalojar sus casas que sucumbieron ante el lodo.
Por su parte, el paso Los Libertadores que conecta a Chile y Argentina, se vió interrumpido por un alud de barro que afectó el tránsito de cerca de 500 vehículos. La misma situación se repitió en los pasos fronterizos con Argentina, a la altura de las regiones de Coquimbo, Antofagasta y Atacama.
De cara a los meses más propensos a la actividad meteorológica que genera aluviones, desde Geobrugg – empresa suiza experta en seguridad vial- se refirieron a los hechos ocurridos en Chile y plantearon medidas preventivas que podrían mitigar los efectos de éstos fenómenos, tanto para las comunidades, como para las estructuras de tránsito precordilleranas.
“En Chile hay diversidad de suelos, por lo que se podrían generar aludes en muchas zonas, dependiendo de la intensidad de la lluvia, las temperaturas y las condiciones geográficas del sector particular», explica Germán Fischer, Gerente General de la entidad.
Sin embargo, en desmedro del riesgo latente que representa la estructura geográfica y el imponente cordón cordillerano que rodea al país, según Ficher, existen diversas medidas que podrían prevenir los efectos de los aluviones.
“Es necesario partir por una buena planificación urbana que considere mapas de riesgos y amenazas», emplazó el experto.
Finalmente recordó que existiendo amplios antecedentes de aludes durante éste y otros años, todavía hay localidades donde no se aplican las medidas de seguridad óptimas, quedando expuestas a los peligros. Bajo ese escenario, Fischer comenta que “sería ideal hacer todo instantáneamente y dejar todos los sectores protegidos, pero en la realidad se avanza a veces más lento de lo que uno quisiera. Además no hay que olvidar lo dinámico que es el clima y que por ende cada vez se podrían generar nuevas zonas de amenaza o riesgo», concluyó.
