En la derecha, entre quienes se manejan en la agenda internacional, reconocen que es “bien difícil” empaparse solo en un mes y medio de la complejidad de la demanda marítima boliviana que enfrenta Chile, saben que el ministro de RR.EE. está en rodaje, que ha mostrado nerviosismo y debilidad, pero recalcaron que es igual de cierto que hay una suerte de entendimiento político transversal para blindarlo ante la trascendencia de lo que se juega en los próximos quince días.
Es el máximo representante de Chile estos días en Holanda, la principal cara política del país y con el inicio de la última fase del juicio oral ante la Corte Internacional de La Haya, para zanjar la demanda marítima de Bolivia, inevitablemente estará durante las próximas dos semanas constantemente bajo la lupa pública. Su desempeño estos días en los Países Bajos marcará no solo el debut en las lides internacionales del canciller chileno, Roberto Ampuero, sino sobre todo su real prueba de fuego, para despejar las dudas –desde el anuncio de su nombramiento en enero– acerca de sus conocimientos y manejo en el delicado mundo de las relaciones exteriores.
Se ha preparado, ha leído mucho, se ha reunido varias veces con su antecesor –y hoy parte del equipo chileno en Holanda–, Heraldo Muñoz, para entender y conocer más a fondo el caso de la demanda boliviana. Durante su primera semana como canciller, se presentó ante los funcionarios del ministerio, convocó al consejo de ex titulares de Relaciones Exteriores, se reunió con la delegación parlamentaria con la que viajó este fin de semana a La Haya, el viernes conversó largamente en La Moneda con el Presidente Sebastián Piñera, el sábado antes de partir de nuestro país llamó a los chilenos a «sentir la unidad y respaldar la posición de Chile» y ayer, una vez arribado, ya en La Haya, dijo que las claves de este juicio “están en la historia y en el derecho internacional”.
Pero también se vio enfrentado a la polémica que se desató por las declaraciones del ex candidato presidencial Alejandro Guillier, quien a principios de la semana, durante una entrevista con CNN Chile, dijo que en el caso de la demanda boliviana para obtener una salida al mar era partidario de “territorio por territorio con soberanía, eso es lo que planteó Pinochet, lo hemos planteado todos». Le llovieron las críticas, desde la propia oposición se le pidió tener más seriedad con las declaraciones, se le cuestionó incluso la pertinencia de que efectivamente fuera parte de la delegación parlamentaria que llevó Ampuero a Holanda y el senador trató el jueves, al salir de la Cancillería, de bajarle el perfil a la polémica apelando a que “la prensa colabore en mostrar una señal de unidad”.
Enfrentado a esta situación fuera de libreto, Ampuero optó por un discurso conciliador, aseguró que Guillier no se bajaría del viaje y destacó que lo central es “la unidad nacional que está aquí expresada y el compromiso, la voluntad, la decisión y la identificación de esta comitiva con lo que es la defensa de los intereses de Chile en La Haya”.
Sin embargo, el tema en el seno del piñerismo no fue visto de manera tan simple. “Con lo de Guillier no fue claro y tuvo que salir el Presidente a zanjar el tema. A Ampuero no se le pueden seguir pasando las respuestas, debe incorporar la lógica política, tiene que ser más rápido”, explicaron desde la derecha y recalcaron que no por nada el jueves en la noche, dado que el tema seguía abierto, el Presidente Piñera fue categórico al respecto, durante una entrevista con el noticiario central de Mega: “Yo no estoy de acuerdo con las palabras del senador Alejandro Guillier y sí creo que causó un daño, porque quebró un poco la unidad que tenemos todos los chilenos en la defensa de nuestros intereses (…). Este Presidente va a saber defender el territorio, el mar y la soberanía de nuestro país».
En la propia derecha y en el piñerismo reconocen que el hecho de que no se nombrara al mando de la Cancillería a una figura de peso en el mundo de las relaciones exteriores, de cara al la fase clave que se vivirá en La Haya, generó cierta resistencia en el actual oficialismo, tanto entre parlamentarios más conocedores del tema como al interior del ministerio, especialmente entre los funcionarios de carrera.
«No es una mala apuesta, pero necesita tiempo, es verdad que no tiene experiencia, pero es un rostro internacional de Chile. El punto es que necesita contenido y, para eso, es clave que tenga realmente respaldo técnico”, explicaron desde RN.
En la derecha, entre quienes se manejan en la agenda internacional, asumen que es “bien difícil” empaparse solo en un mes y medio de la complejidad de la demanda marítima boliviana y el proceso en la Corte Internacional. Consideran que, si bien se entiende que el canciller Ampuero “está en rodaje”, tiene que “ser más rápido de lo que se ha visto” y que sobre todo debe aprender –recalcaron– a manejarse en los códigos, las formas e, incluso, en la forma en que debe hablar, porque en este ámbito a veces el tipo de lenguaje es muy relevante.
“Es verdad que Ampuero es débil y que está muy nervioso, pero hay una suerte de entendimiento político transversal de blindarlo ante la trascendencia de lo que se juega La Haya”, explicaron en la derecha.
Un punto que es confirmado desde la oposición, desde donde aseguraron que transversalmente “consideran feo pelar al ministro”, que por lo mismo en esta etapa “se le apuntalará todo lo que sea necesario”, dado lo que se juega en esta fase oral del juicio en Holanda. En el seno de la delegación parlamentaria –que incluye desde el diputado UDI Issa Kort hasta la senadora PS Isabel Allende– que acompañará al equipo jurídico chileno en La Haya en estos quince días, reconocieron que se le ha visto “muy nervioso y que lo transmite”, pero optaron por privilegiar el esfuerzo que ha realizado el escritor para prepararse y estudiar, como también el énfasis de unidad que ha tratado de imprimir en las conversaciones.
“Todo el mundo sabe que es inexperto en esta área y que tiene poco trajín público, eso es verdad, especialmente para esta etapa, pero es lo que hay, se está esforzando y, por lo tanto, hay que apoyarlo”, se sentenció desde las bancadas opositoras en el Senado.
Desde el Congreso, en ambas veredas, la del oficialismo y la oposición, coinciden en que el canciller es una persona de buen trato, muy afable, incluso en su forma de relacionarse con la prensa, que dista mucho de ese hálito de “soberbia intelectual y superioridad” que rodeada al ex ministro Muñoz. Pero también concuerdan en que en su momento el nombramiento generó muchas dudas, que hasta ahora no ha dado señales claras de manejo y conocimiento, que por eso “es peligrosamente blando” y que, por lo mismo, la premisa de blindarlo políticamente no solo es transversal sino que necesaria.
A nivel técnico, Ampuero también está blindado. El equipo chileno en La Haya esta encabezado por Claudio Grossman y lo integran el ex ministro Muñoz; el ex agente de Chile en el juicio con Perú, Alberto van Klaveren; la coagente María Teresa Infante; la directora de Límites, Mariana Durney; los abogados asesores Luis Winter y Andrés Jana, todos los cuales han trabajado intensamente este fin de semana en largas rondas de reuniones.
Muñoz contó que «se revisaron las últimas versiones de cada intervención y se habló de que tenemos un caso muy fuerte, porque ya desde la objeción preliminar presentada por Chile queda claro que este caso no es sobre un derecho de acceso soberano al mar, como planteaba Bolivia. Es sobre una supuesta obligación de negociar, lo que debe ser demostrado. Chile plantea que esa obligación no existe. Y la Corte, como ya señaló, no puede predeterminar un resultado».
Es en lo político donde la delegación parlamentaria será importante para ese blindaje, especialmente ante una figura polémica como la del Mandatario de Bolivia, Evo Morales, quien no desperdicia ninguna chance ni fisura para intentar presionar a favor de su demanda marítima o buscar aliados, como en su reciente viaje a España, que obligó incluso a un desmentido oficial desde dicho país, descartando que el Rey haya respaldado la posición del país altiplánico.
En los últimos cuatro años siempre fue un secreto a voces en los pasillos de la Cancillería la “falta de llegada y poco tacto” de Heraldo Muñoz, por lo que el tibio recibimiento a Ampuero la semana pasada no pasó precisamente por una viudez y nostalgia de la administración anterior. Al interior del Ministerio de Relaciones Exteriores comentaron que el nombramiento de Ampuero en enero “no encendió ni motivó a nadie”, es más, se puede decir que hubo cierto grado de decepción, ya que reconocen, considerando la etapa que se vive con el país vecino, que se esperaba que el Gobierno de Piñera optara por una figura con más experiencia y conocimientos.
Esas aprensiones que se instalaron en enero no fueron disipadas en la reunión a la que Ampuero convocó a todos los funcionarios de la Cancillería el martes 13 de marzo, pasado el mediodía, para presentarse oficialmente. “Se notaba su nerviosismo”, aseveraron dos asistentes a dicha cita y explicaron que el secretario de Estado puso énfasis en la política exterior que tiene Chile y que es importante mantener una buena relación con la región, algo «nada fuera de lo común».
Puertas adentro de la Cancillería dicen que su discurso fue más bien tibio, “sin ninguna novedad» y que el exceso de movilidad corporal mientras hablaba, al parecer, le pasó la cuenta al ministro, porque quedó la impresión –entre parte importante de los funcionarios más antiguos de la cartera, según explicaron– de ser muestra de su «falta de preparación».
Si bien en el ministerio quedó un aire de preocupación, también reconocen que hay que esperar la performance del ministro en La Haya antes de forjar un juicio más drástico.
Un factor que han contenido las dudas sobre el manejo de la Cancillería de ahora en adelante, es la presencia del subsecretario de Relaciones Exteriores, Alfondo Silva, quien cumplió esas mismas funciones entre el 2010 y 2014, cuando Alfredo Moreno lideraba dicho ministerio en el anterior Gobierno de Piñera.
Dicen que en la reunión del martes se le vio a Silva “en su salsa”, habló antes que Ampuero, desplegó confianza, incluso bromeó al reconocer con soltura que se estaba repitiendo el plato: «Aquí me tienen de vuelta». Esa seguridad, dijeron varios funcionarios, dejó más en evidencia el nerviosismo que mostró después el canciller.
Silva, abogado de la PUCV, es considerado internamente en la Cancillería y en la derecha como el verdadero «hombre ancla» de dicha cartera. Su desempeño en materia de relaciones exteriores ha sido probado y es considerado un cuadro técnico «hecho a la medida», la persona precisa para guiar realmente al ministerio, tanto por su paso previo por la subsecretaría como por el antecedente no menor de haber sido coagente de Chile durante los cuatro años de la administración bacheletista.
Su experiencia en el área internacional no está en discusión, también fue subdirector de la Dirección Asia-Pacífico, subdirector para América del Sur y Mercosur, además de director general de Política Exterior. También se desempeñó como secretario en la Embajada de Chile en EE.UU., consejero en la misma, además de Brasil y Sudáfrica y fue cónsul general en Barcelona, delegado ante la Asociación Latinoamericana de Integración en Montevideo y embajador de Chile en Jamaica.
Un currículo que es bien visto al interior de la Cancillería y que da «confianza» para el nuevo periodo, «un hombre de la casa», reconoce un académico, una trayectoria que le da un piso técnico y político para el complejo periodo que se avecina.
Aunque a nivel de medios de comunicación y opinión pública será efectivamente Ampuero quien tendrá el protagonismo permanente, en el ministerio saben que será Silva el que realmente tendrá la labor de mantener «la casa ordenada».
Una mirada totalmente compartida en la derecha. “El pilar de la Cancillería de Ampuero es y será el subsecretario Silva, es él quien conoce los temas, no solo lo relativo a La Haya, donde tiene además un buen equipo de asesores, sino que en toda la agenda del ministerio. Él será el que lleve los hilos desde las sombras”, agregaron en RN.