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El incómodo estilo Bellolio que saca ronchas en la UDI

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Se le acusa de intentar crecer donde no habría espacios, que los correligionarios que lo acompañan se cuentan con los dedos de las manos, por lo menos los de mayor renombre, pero de igual manera el diputado de 37 años se las ha ingeniado para marcar, permanentemente, un punto político al interior del partido más conservador de la derecha. Su postura contraria a la mayoría del gremialismo en temas como la adopción homoparental, matrimonio igualitario y la figura del dictador Augusto Pinochet, lo sitúan en un rincón de la colectividad del que busca salir para llevar a su sector, la renovación, a disputar la conducción interna a Van Rysselberghe.


En su portada del mes de junio, Revista Caras lleva a diferentes rostros nacionales masculinos usando calzado femenino, bajo el título “En los zapatos de ellas”, entre los cuales apareció el diputado de la UDI Jaime Bellolio. Dicha fotografía es solo una de sus muchas formas ajenas a la “cultura” gremialista y que explican en gran medida la suerte de soledad política en la que –según sus detractores– navega el parlamentario en las aguas de su colectividad, una situación compleja para alguien que aspira a que el sector interno que lidera pueda a fin de año desbancar a la timonel, Jacqueline van Rysselberghe.

Sus críticos en la UDI cuestionan que los despliegues de Bellolio están alimentados por el afán de figurar, que sus acciones fomentan el divisionismo en el conservador partido que fundó Jaime Guzmán. Precisamente, porque en el entorno del diputado consideran que se personalizó demasiado en la figura de Bellolio a todo el sector más renovado, es que resolvieron que el parlamentario no sea la carta que se jugarán para disputar la presidencia de la UDI.

En el círculo de la timonel Van Rysselberghe dicen que «la jugada» de dar un paso al costado del ex líder estudiantil no tendría nada de filantrópica, sino que más bien responde –agregaron– a que no es capaz de aglutinar más de lo que ya lo ha hecho al interior de la UDI, porque en la práctica “no pesa mucho”. Pero entre quienes trabajan a la par con el joven diputado, aseguraron que la modalidad de un militante, un voto, precisamente, abre las puertas para la renovación interna y que no siempre una derrota en las urnas es una pérdida política, ya que, tal como sucedió con Felipe Kast en su momento, la estrategia apuntaría a que esa disputa permita potenciar su figura, pensando en una futura carrera senatorial.

Van Rysselbeghe y Bellolio son enemigos públicos y declarados, pero el debate de la agenda valórica ha agudizado las contradicciones entre ambos y los ha puesto en rincones extremos de la casona de calle Suecia. La tirria es tal, que en una de las últimas sesiones de la comisión mixta por Identidad de Género, donde ambos participan, la timonel de la UDI ha optado, al momento de intervenir, por no referirse al parlamentario como compañero de partido, sino solo como diputado.

Desde el círculo cercano a JVR confiesan que lo que más les molesta del parlamentario de 37 años  es su intento permanente de pautear a la directiva a través de la prensa. “En la UDI existe una cultura que se respeta y se castiga a quien la rompe”, sentenciaron en la colectividad, lo que explicaría el hecho de que en las internas gremialistas el 2016 tuviera todo para ganar, pero no lo logró tras una maniobra de la actual presidenta.

[cita tipo=»destaque»]En el Gobierno la “Jackie” tampoco tienes muchos fans, algunos la califican de “chúcara” para graficar su comportamiento impredecible, dicen que la agenda valórica sin dudas la llevó a dar pasos en falso y que hoy se le han cobrado de vuelta. Así, en Palacio verían con buenos ojos una UDI liderada por Bellolio, una figura más a tono con los tiempos actuales, moderna, que acompañe a La Moneda durante los próximos dos años.[/cita]

Más allá de las críticas internas, lo concreto es que Bellolio en esa ocasión se quedó con el 38 por ciento de los votos, lo que le deja un piso de apoyos nada despreciable para pararse a cada rato en una postura contraria a la de la actual directiva.

El 25 de abril, en una entrevista en La Segunda, Bellolio fue directo al grano: «Algunos han querido minimizar esa posición, diciendo que no existimos. No creo que exista una disidencia, porque para eso tiene que existir oficialismo, pero lo que sí existe es un partido donde la convivencia interna se ha visto empobrecida”. Agregó que «la UDI está a pocos pasos de que le pase lo de la DC», frase que fue calificada en esos días por el propio secretario general del gremialismo, Issa Kort, “como un profundo error”.

Tres son los parlamentarios gremialistas que abiertamente caminan por la misma vía que Bellolio, el ex secretario general Guillermo Ramírez, Javier Macaya y la diputada María José Hoffmann, los dos últimos –aseguran– han estado viajando por Chile en un trabajo en terreno en pos de tantear las reales posibilidades que esta “renovación del partido” busca.

Entre los cercanos al diputado dicen que ya existirían quienes se han cambiado de bando, pero que, estando en “tiempos de paz”, es decir, sin grandes decisiones internas en el corto plazo y con una elección que aún no condiciona el ambiente interno, difícilmente se van a dar a conocer. “La UDI es más que parlamentarios”, precisaron, dando a entender que existen apoyos a nivel alcaldes, Cores y dentro de la juventud, que acusan excluida de esta administración.

El factor JVR

En el sector de Bellolio hablan de un debilitamiento visible y sustancial en el poder que ejerce Van Rysselberghe, tanto al interior de la UDI como en su influencia ante La Moneda. Por eso apuestan, entre otras cosas, a retomar el código de ética escrito cuando el actual ministro de Justicia y Derechos Humanos, Hernán Larraín, dirigió la tienda, de manera separar las aguas con la actual administración.

Aquel código buscaba sacar a la UDI del complejo momento que vivían tras el golpe político que significaron los casos Penta y SQM y que terminaron con las renuncias de Pablo Longueira y Jaime Orpis y establecía que “cualquier dirigente partidario o militante que desempeñe una función pública y que sea formalizado en un procedimiento penal por la eventual comisión de cualquier tipo de delito, deberá abstenerse de participar en actividades partidistas». Una vez que asumió la actual directiva, los altos estándares que se quisieron imponer fueron dejados a un lado.

Limitar reelecciones y cambiar la forma en la designación de candidatos, es otro punto que ponen sobre la mesa para contrastar con la actual administración.

Las elecciones de la UDI son en diciembre y se ven bastante lejanas para la mayoría, que prefiere no pronunciarse por las expectativas y menos por nombres, pero eso no quita que desde el propio sector de la «Coca» Van Rysselberghe reconozcan que, si bien su gestión partió con un gran impulso y grandes promesas, efectivamente “se ha ido desinflando”.

Las principales críticas a la gestión de Van Rysselberghe parten por lo que califican como una conducción unipersonal, señalaron desde las bancadas del Congreso, además del hecho de que se había prometido instalar una mayor cantidad de temas de interés del partido, situación que no está ocurriendo; el poder instalar en el Ejecutivo un mayor número de militantes, lo que tampoco estaría cumpliendo; y que existiría un mejor estándar para negociar con La Moneda, lo que tampoco es tan real en estos momentos. Promesas incumplidas que no dejan un escenario fácil para la reelección de la senadora a la cabeza de la colectividad.

Hay quienes niegan aquella versión y afirman que JVR sigue empoderada, que mantiene un amplio respaldo al interior de la UDI, solidificado tras el Consejo Directivo en Punta de Tralca, y ponen un solo ejemplo para referirse a su influencia al interior de La Moneda: “En el discurso del 1 de junio el Presidente Piñera no se metió en las patas de los caballos”.

En el Gobierno la “Jackie” tampoco tienes muchos fans, algunos la califican de “chúcara” para graficar su comportamiento impredecible, dicen que la agenda valórica sin dudas la llevó a dar pasos en falso y que hoy se le han cobrado de vuelta. Así, en Palacio verían con buenos ojos una UDI liderada por Bellolio, una figura más a tono con los tiempos actuales, moderna, que acompañe a La Moneda durante los próximos dos años.

Pero  más allá de los deseos en Palacio, no es un antecedente menor que la agenda valórica  juega a favor de JVR, pues –como es de público conocimiento– los conservadores son mayoría, temas como identidad de género y adopción homoparental aglutinan a los propios y separan a los ajenos, lo que deja varios ases en el territorio de «la Coca».

Bellolio ha logrado ir ganando ciertos espacios al interior de la administración de Sebastián Piñera, como la inclusión de jóvenes dirigentes gremialistas de la Pontificia Universidad Católica en la cartera de Educación, una de las materias que claves en la gestión y discurso del diputado en estos años en el Congreso. Es así como Ricardo Sande, ex presidente de la FEUC, y el ingeniero Andrés Justiniano, llegaron a encabezar los gabinetes del ministro Varela y del subsecretario de la cartera, Raúl Figueroa.

Otro dirigente cercano a Bellolio, que pasó a engrosar las filas de las dirigencias estudiantiles en el Gobierno de Piñera, es Pablo Eguiguren, jefe de gabinete del Ministerio de Economía. A diferencia de Justiniano y Sande, no contaría «con la habilidad política para proyectarse al interior de la UDI», afirman fuentes del gremialismo, pero aún así fortalecería esta línea de la renovación.

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