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Piñera en su laberinto: la apuesta por la agenda de seguridad y convocatoria al Cosena que divide a Chile Vamos PAÍS

Piñera en su laberinto: la apuesta por la agenda de seguridad y convocatoria al Cosena que divide a Chile Vamos

El Presidente recurrió, una vez más, al libreto de la agenda de seguridad. Dejó atrás el perfil de diálogo que intentó impulsar los últimos días para sintonizar con la ciudadanía y, en una mirada cortoplacista, optó por evitar el desfonde por la derecha de su Gobierno con una dura agenda de seguridad. El Mandatario citó –de forma inédita– al Consejo de Seguridad Nacional, una medida que causó expectativas en los sectores más radicales de Chile Vamos, aunque generó resistencia, incluso en su propio sector. Pero algo cambió en el transcurso de la tarde y, en vez de cerrar la jornada con un nuevo anuncio posreunión, el encuentro trató de pasar lo más inadvertido posible.


Al no encontrar una respuesta política a la crisis que se vive hace tres semanas en el país, el Presidente Sebastián Piñera optó por nuevamente dar un giro en 180 grados en su perfil, y endureció el tono de su discurso, reinstalando la dialéctica de la criminalización de las manifestaciones sociales. El Mandatario sacó la vieja carta de la agenda de seguridad, desempolvó varios proyectos icónicos, como la Ley Antiencapuchados, y los acompañó de una batería de iniciativas para respaldar la labor de Carabineros y la PDI.

A esta agenda, se sumó la convocatoria al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena). Piñera quiso entregar una señal de control al sector más extremo del oficialismo, sacrificó su perfil más dialogante, el mismo con que enfrentó la entrevista de la BBC y, de pasada, dejó fuera de juego a su nuevo comité político, que cada día se ha visto “desmejorado y sin fuerza”, destacan desde Chile Vamos.

Tras el encuentro citado en La Moneda a las 19:00 hrs., los rostros de los convocados no fueron los más alegres. El Jefe de Estado habría mantenido un «tono molesto» en la reunión, y el presidente del Senado, Jaime Quintana, su par de la Cámara, Iván Flores, y el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, destacaron que el encuentro pudo haber sido «cualquier reunión», ya que el Mandatario les habría pedido que agilizaran la aprobación de la agenda de seguridad anunciada en la tarde.

Quintana tildó la reunión como «innecesaria» y podría agravar el contexto social. Destacó que la seguridad del país no está en riesgo, «ni mucho menos que estemos en guerra». Es más, el senador no habría querido asistir al encuentro y habría mantenido en ascuas hasta las cinco de la tarde a Palacio.

El ministro del Interior, Gonzalo Blumel, fue quien tuvo que dar la cara tras el encuentro y en un escueto punto de prensa señaló que les informó a todas las autoridades del estado actual del país y se les pidió a los parlamentarios aprobar la agenda de seguridad y al Poder Judicial agilizar y actuar «con el mayor rigor» en el ámbito judicial.

«Esta reunión pudo haber sido un mail», bromearon algunos asesores en Palacio, en donde aún no se explican la señal que quiso dar el Primer Mandatario. De todas formas, la performance de hoy coincidiría con las señales equívocas que ha dado el Presidente en medio de la crisis desde el 18 de octubre. En La Moneda, todos recuerdan el día en que el Jefe de Estado señaló que estábamos en guerra, para después pedir perdón e instalar su agenda social, fantasma que volvió a revivir este jueves.

Aunque el anuncio fue distinto, sigue la línea de la criminalización. Dio a conocer una batería de proyectos que consideraron, entre otros, una Ley Antisaqueos; en segundo lugar, discusión inmediata al proyecto Antiencapuchados; el patrocinio a la iniciativa que busca endurecer la pena por desorden público y barricadas; la creación de un equipo de abogados del Ministerio de Interior, junto a un equipo especial de Fiscalía, Carabineros y la PDI; duplicó la vigilancia aérea, y destacó un estatuto de protección a Carabineros, entre otras medidas.

La aparición del Primer Mandatario develó una forma de reaccionar del Ejecutivo al momento de quedarse sin respuestas, y volvió al recuerdo el caso del asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca, en el que tuvo una deficiente respuesta desde el Ministerio del Interior, encabezado en aquel entonces por Andrés Chadwick. Cabe recordar que, como respuesta a la incapacidad política que se mostró, se optó por ingresar una agenda de seguridad sobre la cual, al igual que ahora, sin micrófono de por medio, señalaron saber que se buscaba cumplir un rol meramente comunicacional.

Diego Piñol, coordinador de Investigación del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana del Inap de la Universidad de Chile, recalca que “todo lo que rodea al Cosena es una mala señal, no me parece que sea la estrategia correcta. Más violencia y más desigualdad, no da una señal de cercanía y va a terminar agudizando el problema”.

Agrega que “cuando uno piensa en cualquier ámbito de la prevención del delito, cuando se opta por el camino de la represión se pierde tiempo y recursos para solucionar el problema. Hay que buscar cuáles son las causas de lo que ocurre en la ciudadanía, el fondo de los problemas, hay una demanda por mayor inclusión, mayor igualdad”.

La jugada del Cosena

A la vieja carta de la agenda de seguridad, se le sumó la decisión de convocar al Cosena. La última vez en que fue convocado el Consejo, fue en el primer Gobierno del actual Mandatario, pero en relación con el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya respecto del diferendo marítimo con Perú, no por razones de seguridad interna.

La convocatoria trajo consigo una carga histórica potente. A pesar de que fue reformada en democracia bajo el Gobierno de Ricardo Lagos, todos recuerdan que fue una instancia resolutiva en dictadura.

De esta forma, y a contrapelo del tono afable que se le escuchó desde que pidió perdón, el Presidente Piñera decidió extremar los argumentos y dividir para gobernar. En Palacio aseguraron que parte de la apuesta tiene que ver con la cantidad de gente que rechaza la violencia, de manera de ganar un mínimo espacio en la calle, donde hasta el día de hoy el Ejecutivo no ha logrado ningún tipo de interlocución. En esta materia, personeros de Palacio puntualizaron que ya no les sorprende nada y que se han acostumbrado a que el jefe de Gobierno cambie de postura según las necesidades del momento, extremando el pragmatismo del que siempre se le acusó.

La mirada cortoplacista –anclada en el resultado de las encuestas de los días lunes, sumado esto a que, desde hace un buen tiempo a la fecha, cercanos al Mandatario lo acusaron de no estar escuchando a nadie–, sumó la última decisión al canasto de las cuestionables “vueltas de carnero” que se vieron en diferentes áreas, como la internacional, y en otros casos, como respecto a la condena sin matices de la violación de los Derechos Humanos. Desde Chile Vamos, más de alguno se mostró bastante molesto con el sorprendente giro, y acusaron que “todo el mundo sabía que la dirección era hacia el otro lado”.

Para el analista Axel Callís, la determinación del Presidente “es una señal de mucha debilidad. En el fondo, lo que se instala en la conversación pública es una crisis de legitimidad de la Presidencia, de la institucionalidad. Con un apoyo de menos del 10 por ciento, no existe el fondo de respaldo democrático (…) la señal es de polarizar la opinión pública, hay mucha gente que está en contra de la violencia, pero eso no significa adherir al Gobierno. Entonces lo que trata de hacer es juntar, polarizando, a quienes condenan la violencia, los que la ven por la tele, tratar de generar una oportunidad para capturar y transformarlo en adhesión, y eso no va a resultar, porque ya no resultó con el Estado de Emergencia”.

Por otra parte, el cientista político Kenneth Bunker destaca que el Mandatario “trató de dar una solución al caos y el desorden que se está viendo en la vía pública, es un esfuerzo por no invocar a los militares, para que la gente pueda tener seguridad y recuperar lo que el Gobierno llama la normalidad. Me parece complicado y necesario, a la vez no es algo que va a ser bien recibido por manifestantes, pero la clase política debe hacer algo”.

Las presiones en Chile Vamos

Al interior de Chile Vamos destacan que las manifestaciones de este miércoles fueron una de las principales razones que gatillaron el anuncio de la agenda de seguridad. El llamado a protestar frente al Costanera Center, el ataque a la sede de la UDI, ubicada en Los Leones, y al memorial de Jaime Guzmán, sumado esto a la cicletada que llegó hasta la casa del Presidente Piñera el fin de semana pasado, “son actos intolerables, ataques políticos, esto se desbandó”, destacan desde el oficialismo.

La presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, calificó los hechos como “pura violencia política de extrema izquierda”, un discurso que se repitió a la interna del oficialismo, una y otra vez. El Presidente “recibió un emplazamiento directo y esta es su señal”, subrayó un parlamentario del oficialismo, antes de que se realizara la reunión.

Según Bunker, el Mandatario buscó dar “una señal de orden. El caos visto en Providencia y Las Condes, son imágenes simbólicas que están dando vuelta al mundo nuevamente”. Destaca que “el Presidente se demoró mucho en hablar”, por lo tanto, el paquete legislativo y la convocatoria al Cosena “es un intento por mostrar que está haciendo algo”. Bunker recalca que la convocatoria al diálogo con distintas autoridades “no es enteramente una mala medida” y que la reacción de la Nueva Mayoría “no hubiese sido muy distinta”.

A pesar de las expectativas, la decepción llegó horas más tarde, ya que para varios en el oficialismo el encuentro del Cosena pasó sin pena ni gloria en La Moneda. Había varias expectativas. Una parte de Chile Vamos aún reclama por el cese del estado de emergencia, y vieron en la jugada del Presidente Piñera la esperanza de que “retornara el orden”. Es más, afirman que las declaraciones del ministro Blumel fueron “blandas” tras la reunión, y que ahora el foco está en sacar adelante la agenda legislativa de seguridad.

Durante la última semana, el mando medio de Carabineros se ha hecho escuchar. Fuentes desde el oficialismo destacan que el apoyo a la institución no es “solo discurso” y que la preocupación que han mostrado ministros como Karla Rubilar, que ha señalado en distintos medios que “Carabineros está sobrepasado”, ha tenido como objetivo calmar a los miembros de la institución que “han recibido la peor parte en todo esto”, precisan desde Palacio. Además de intentar “mejorar las relaciones”, debido a los distintos cambios en el alto mando que ha tenido la institución, tras el “Milicogate” y la muerte de Camilo Catrillanca.

Pero no todos celebraron con el anuncio de Sebastián Piñera en Chile Vamos. En Renovación Nacional vieron con distancia la agenda de seguridad, y la convocatoria al Cosena causó más de algún cuestionamiento. Destacan que Piñera es un jugador que apuesta al doble para recuperar lo perdido, “el problema, es que la apuesta en este caso no son fichas, sino vidas. Cuando el ambiente es tan polarizado la violencia no la paras con más medidas de fuerza, como la ley encapuchados, sino construyendo paz con política y diálogo”. En el partido liderado por Mario Desbordes, hacen hincapié en que “es hora de conversar más, ver lo que está pasando en la calle y hacer política, la gente también necesita sentirse partícipe de las grandes decisiones”.

Las mismas distancias en Chile Vamos ocurren en materia de Derechos Humanos. En el gabinete se ha visto cómo el ministro Hernán Larraín no ha reconocido denuncias de violación a DDHH por parte de Carabineros y el Ejército, es más, tras una reunión con la policía uniformada y el INDH habló de exceso de violencia, y al ser consultado destacó que no hay que quedarse «en la semántica». En cambio, desde el Ministerio de las Culturas, además de la cartera de Salud, han destacado que sí hay violaciones a los DDHH.

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