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Agustín Squella y el cambio de la sociedad después del virus: «Estará siempre retrasado por gobernantes fanfarrones que están al mando de muchos gobiernos importantes» PAÍS

Agustín Squella y el cambio de la sociedad después del virus: «Estará siempre retrasado por gobernantes fanfarrones que están al mando de muchos gobiernos importantes»

El Premio Nacional de Humanidades y Académico de la Universidad de Valparaíso fustigó a quienes buscan rentabilizar a toda costa la crisis «algunos políticos, intelectuales, columnistas, alcaldes y matinalistas parecen tener todo claro, y es así como se disputan espacios y tiempos en los medios para comunicarnos las verdades que han descubierto. Si algo debiera enseñarnos esta crisis mundial es mayor prudencia, mayor humildad, mayor austeridad, y una mayor mesura en los juicios que nos formamos y que algunos podemos compartir públicamente con otros», ironizó


El abogado y Premio Nacional de Humanidades Agustín Squella compartió desde la cuarentena algunas reflexiones sobre los efectos que a su juicio está generando la pandemia de Covid-19 en la sociedad mundial, acechada por una depresión económica global y por las preguntas acerca de como la epidemia transformará el orden social hacia el futuro.

Squella cree que el mundo «en algo cambiará. Tan estúpidos no somos. Pero ese cambio estará siempre retrasado por gobernantes fanfarrones que están al mando de muchos gobiernos importantes y que se comportan como matones que disfrutan de la riña permanente con sus rivales. La democracia nunca garantiza que serán elegidos los mejores, ¿pero por qué elegir a los peores? Los ejemplos abundan y luego se paga el precio por haber elegido gobernantes no sólo ineptos, sino sin ninguna conciencia de su ineptitud y que a poco andar se muestran más abiertamente de cómo lo hicieron en sus campañas: como patanes», dijo en conversación con Emol.

El académico de la Universidad de Valparaíso cree que será por el momento difícil saber como las personas en Latinoamérica van a procesar el encierro. «Estamos en pleno momento de procesar esta situación y el resultado de ese procesamiento se verá más adelante. Pero ya ve usted como algunos políticos, intelectuales, columnistas, alcaldes y matinalistas parecen tener todo claro, y es así como se disputan espacios y tiempos en los medios para comunicarnos las verdades que han descubierto. Si algo debiera enseñarnos esta crisis mundial es mayor prudencia, mayor humildad, mayor austeridad, y una mayor mesura en los juicios que nos formamos y que algunos podemos compartir públicamente con otros», ironizó
Squella por cierto concuerda con que se avecina una honda crisis económica pero se rehúsa a compararla con la crisis subprime de 2008. «El fenómeno actual es en realidad muy nuevo en los tiempos que vivimos y eso dificulta mucho dar con sus remedios y medir cuáles van ser sus reales efectos, pero no cabe duda de que la crisis económica va a ser honda: honda a nivel de la economía del planeta, de los continentes, de los países, y de las instituciones públicas y privadas que existen en estos últimos. Una hondura que se puede conjeturar como mayor, aunque sin saber aún exactamente cuánto. Comparar esta situación con la crisis económica de 2008 me parece una frivolidad. Ahí sabíamos lo que ocurría y cuáles eran los remedios», enfatizó.

A su juicio en la debacle de hace doce años «lo que había era la vieja y desatada codicia de unos cuantos y la discusión entre los economistas acerca de cómo salir de la crisis, aunque muchos de ellos llevaban velas en el acaecimiento de la crisis, sentados como estaban en directorios de grandes empresas que del bien común solo sabían su nombre o tenían el vago recuerdo que dejaron en ellos, hace muchos años, las encíclicas papales de su religión e iglesia que hablaban de justicia social. Hayek, otro gran emblema del neoliberalismo, afirmaba sin tapujos que «la justicia social es una ilusión», y muchos, interesadamente desde luego, le creyeron y apostaron a la ley de la selva en la que cada animal se rasca con sus uñas y, si es necesario, ataca y se come al de enfrente. Los seres humanos son ante todo competidores, no colaboradores: ese es el virus que se nos inoculó exitosamente hace poco menos de medio siglo», dijo

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