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Guido Girardi y la crisis democrática del siglo XXI: «Enfrentaremos el tecnoautoritarismo, una especie de posneoliberalismo» CONGRESO FUTURO

Guido Girardi y la crisis democrática del siglo XXI: «Enfrentaremos el tecnoautoritarismo, una especie de posneoliberalismo»

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Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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El 17 de enero del próximo año, se dará inicio a la versión número 11 de Congreso Futuro. Esta será la última que contará con Guido Girardi como presidente de la Comisión de Desafíos del Futuro del Senado y también la última que lo tendrá como senador. Durante los años que lleva el evento de divulgación científica y del pensamiento más importante de Latinoamérica, y uno de los más reconocidos a nivel mundial, se ha logrado posicionar a Chile como un lugar donde la ciencia de frontera ha encontrado su espacio, no solo en la divulgación sino también en la materialización de proyectos de ley inéditos en el mundo, como la Ley de Protección de los Neuroderechos. Inmerso en esa vorágine de transformaciones, Girardi prevé un futuro lleno de posibilidades para el país, partiendo por el hidrógeno verde, que –asegura– podría acabar con el problema global del cambio climático, y cuya antología será entregada a la Convención Constitucional y al Presidente electo, Gabriel Boric, en formato de una estrategia nacional y transversal, llamada «Chile tiene futuro», que une ciencia y desarrollo. Pero junto a ese enorme caudal de ventajas, el senador advierte una crisis global que las izquierdas y derechas en el mundo no logran ver ni prever. Se trata del tecnoautoritarismo, un neoliberalismo de última generación, que se nutre de la ausencia total de regulación en la guerra por los datos y que ejercerá su dominio sin contrapeso, si es que la sociedad no se antepone haciendo valer en el mundo digital las mismas normas que se aplican en el mundo real, antes de entrar a la quinta revolución tecnológica, llamada Metaverso.


-La Segunda Revolución Industrial duró 150 años y modeló el mundo que conocemos. Modeló las instituciones, la manera de educar, la instituciones, la ideología, los partidos políticos, el Estado. Inmersos en la Tercera Revolución, la de Internet, ¿cómo prevé el futuro de la democracia?
-El problema de la sociedad mundial y la sociedad chilena es que somos rehenes de la inmediatez y el presentismo, sin darnos cuenta de que estamos enfrentando una evolución a una escala de velocidad gigantesca. La Tercera Revolución Industrial fue efímera. No duró nada. Que fue de la era de la aparición de Internet y la emergencia de las energías renovables. El fin de la energía centralizada. Y estamos ahora en la Cuarta Revolución Industrial que es de la inteligencia artificial. Y yo aseguro que esta revolución también va a ser brevísima y vamos a pasar a la quinta revolución industrial, que es la del Metaverso, que es el proceso inmersivo donde el ser humano va a vivir con avatares, va a vivir a través de un avatar y va a vivir en el mundo virtual, va a habitar un mundo nuevo y ese mundo no tiene ninguna regulación.

-¿Y en ese mundo, la política tal y como lo conocemos, quedará sobrepasada ante la influencia de quién controla los datos? 
-La izquierda y la derecha fueron hechas para la Segunda Revolución Industrial. Tienen respuesta a ese mundo, y respuestas que yo creo que fueron legítimas, y creo que el mundo socialdemócrata permitió avances gigantescos en materia de derechos humanos, democracia, igualdad de dignidades frente a esa civilización de la Segunda Revolución Industrial. Pero no tiene respuesta ante la confrontación entre el tecnoautoritarismo o el transhumanismo, que es lo mismo, que es el posneoliberalismo del siglo XXI, con lo que yo llamaría su contradictor, que es de la cual yo me siento parte, el tecnohumanismo o este tecnoprogresismo, que es la alternativa distinta a esto. Y yo creo que esa confrontación es la que viene, porque los tecnoautoritarios, primero, son los que no quieren que haya ninguna regulación en el ciberespacio.

-Si la confrontación geopolítica fue por el petróleo en el siglo XX, ¿cuál es el combustible geopolítico del siglo XXI?
-Está claro que el combustible del siglo XXI ya no es el petróleo, son los datos. Y la geopolítica es la captura de los datos, el control de Internet. Y no solamente la captura de los datos, sino la captura de la inteligencia artificial. ¿Y qué es la inteligencia artificial? Es el uso de un combustible en un motor que se llama algoritmos, que producen este poder del siglo XXI.  ¿Y los algoritmos qué son? Los algoritmos son extrapolación o escalamiento del cableado del cerebro humano, particularmente la corteza cerebral, que se traduce o trata de emular las neuronas biológicas, su funcionamiento, se traducen en funciones matemáticas, en capas, y eso se transforma en lo que uno podría llamar estas redes neuronales artificiales, que tratan de reproducir la lógica y el funcionamiento del cerebro, de la corteza cerebral. Y por eso que la disputa del siglo XXI es el cerebro, los seres humanos, ese es el campo de batalla.

-¿Y qué es lo que está en disputa en ese campo de batalla?
-Está en disputa la captura de tu atención. Tu atención es lo que vale, porque es el puente levadizo que hace que mi algoritmo se conecte con tu actividad cerebral para extraer los datos o para poner datos en tu cerebro y cambiar tu conducta para que compres, para que votes, o para conocer el cableado de tu cerebro. Entonces, la disputa, el modelo económico están en las plataformas que son verdaderos imperios totalmente unilaterales. ¿Por qué son imperio? Porque son dueños unilaterales de los datos. ¿Quién tiene los datos en el mundo? Los que están compitiendo por la geopolítica, los que ya empezaron la tercera guerra mundial, que, a diferencia de anteriores, que eran frías, que eran calientes, esta es silenciosa e invisible. Por eso es la confrontación entre Google y Huawei, por eso es que cuando venía Pompeo a Chile, enviado por Trump, no venía a alegar sobre temas tradicionales, venía para impedir que Huawei entrara el 5G. ¿O por qué crees que a China no la dejaron acceder al desarrollo de los pasaportes, en el Registro Civil? Por una razón geopolítica, porque no quieren que los chinos capturen los datos.

-Ahora uno puede decidir no prestar atención…
-La atención no está relacionada con el pensamiento analítico, con el pensamiento crítico, no está conectada con la razón. La atención es muy anterior a la corteza evolutivamente. De hecho, está en los primeros dinosaurios. Incluso antes. Hace 500 millones de años ya se empiezan a generar sistemas neuronales que tienen que ver con la sobrevivencia, con la reacción, con el reproducirse, con el alimentarse, con el responder un ruido, a que usted pisó una ramita y esa ramita puede ser un león o puede ser un predador. La atención está controlada por la parte primitiva del cerebro y quien activa la atención no son los contenidos verdaderos, los contenidos pacíficos, por el contrario, son aquellos contenidos que son justamente los que logran activar lo que se llama el umbral de retención en los cerebros primitivos, y esos son solo contenidos polarizantes, odiosos, amenazantes. Yo te podría poner un ejemplo. Si estuviéramos nosotros conversando acá y estuviera al lado de nosotros un grupo de personas hablando, nosotros estaríamos concentrados, a menos que alguno de ellos dijera algo violento, a menos que dijeran algo grosero o a menos que dijeran algo con connotación sexual. Yo miraría, ¿cierto? Lo mismo está ocurriendo hoy día con los algoritmos, las plataformas.

-¿Y en dónde queda la neutralidad de la red, la obligación de no interferir, discriminar ni bloquear arbitrariamente el derecho de un usuario de Internet?
-Como su modelo de negocio es capturar la atención, lo que están haciendo es violar la neutralidad de la red. No hay neutralidad de la red porque los algoritmos de Facebook, de Google, están hechos para privilegiar solo aquellos contenidos que son polarizantes, que son extremos, que son falsos, porque eso es lo que activa atención. Y esos contenidos, que son marginales en la sociedad, dentro de la red se están amplificando. Ahora, ¿cuál es el problema? Los seres humanos estamos cableados para la credulidad, para creer. Queremos creer. Inventamos religiones, iglesias, dioses. Necesitamos creencia, ideología, Estado. Necesitamos saber quién es el que está al lado de nosotros. Esto ha sido parte de la evolución. Necesitamos tener credulidad porque eso le da sentido a nuestra existencia. Bueno, pues bien, esta necesidad insaciable de credulidad fue fundamental para evolucionar desde nuestros ancestros hasta donde estamos nosotros, porque es lo que nos permitió aprender. Yo creo en el Big Bang, no me lo han demostrado, pero lo creo, ¿cierto? ¿Pero por qué creo? Porque ha habido, en el mundo analógico, históricamente, hubo amenaza a la veracidad, pero ha primado la historia evolutiva, lo que uno podría llamar un cierto concepto de veracidad, que ha permitido que la credulidad se encauce. Y de hecho, en el siglo XX, ¿quienes fueron los actores fundamentales de validación de veracidad en este mercado cognitivo? Ustedes, la prensa, los intelectuales. Porque si alguien miente, lo medios dirán que está mintiendo. Si tú promueves contenido de pedofilia, pornografía infantil, va a tener una sanción, ¿pero qué pasa en la red? En la red no existen los intelectuales, no existen ni los periodistas.

-Las fake news, aunque sean absurdas, capturan la atención…
-Es un mundo donde todo lo que es falso, todo lo que es agresivo, violento, está amplificado, porque está amplificado por los algoritmos, porque ese es su modelo de negocio. Hacen que eso circule más, porque eso captura la atención de obtener. Permite tener mayor rentabilidad, más flujo de datos, más interacciones, más compartir, etcétera. Y no hay verificación de veracidad, entras a un mundo donde la credulidad se transforma en un riesgo, en una amenaza a nosotros mismos. Entonces, los terraplanistas, que son marginales de la sociedad, en la red son importantes, o los antivacunas. Es más, la opinión del terraplanista va a circular mucho más que la del Premio Nobel más brillante. Y además hay un tema de tiempo y de dinero. Construir veracidad requiere ciencia, requiere tiempo, requiere de dinero. Construir la falsedad no requiere nada.

-¿Lo que prevé entonces es una crisis de futuro?
-Yo creo que estamos en una crisis gigantesca de futuro y por eso que es tan importante recuperar la inteligencia artificial, no para la manipulación, no para la falsedad, no para la fragmentación de la sociedad. Y por eso yo digo que el desafío mayor que tiene la humanidad hoy día es que este superpoder, esta supertecnología, que sin ella no podemos vivir, esta tecnología maravillosa que inventó nuestro cerebro, es utilizarla para el bien. Esto es lo mismo que si nosotros hubiéramos usado la energía nuclear solo para construir bombas atómicas. Hubiera sido un desastre y estuvimos a punto de hacerlo, y la energía nuclear la podemos usar como lo hace Francia, para producir energía limpia o para tratar cáncer o para hacer un diagnóstico médico. Es el uso, y nosotros estamos acá en el equivalente, usando la inteligencia artificial como si hubiéramos usado la energía nuclear solo para construir bombas y ojivas nucleares. Eso es lo que tenemos que cambiar y aquí se están generando verdaderos imperios, incontrarrestables. Pero, además, donde esos imperios son tan poderosos que no quieren ninguna regulación.

-Entonces, ¿las leyes, las normas que rigen el mundo físico, debieran ser las mismas para el mundo virtual, para el Metaverso?
-La pregunta es: ¿por qué aquellas normas, leyes, avances civilizatorios, derechos que tenemos  y que costaron mucho en la historia de la humanidad, por qué estos se extinguen cuando entramos al mundo virtual? ¿Por qué se normaliza la violación de los derechos humanos y los atentados a la dignidad de las personas en el mundo virtual? Un mundo sin leyes, sin normas. Imagínate que Chile y la sociedad mundial no tuvieran leyes, no tuvieran Parlamento, no hubiese normas, sería la ley de la selva. Sería la ley de los poderosos, ganarían siempre. No tendrían contrapeso. Lo que está ocurriendo en el mundo virtual es que es el mundo de los poderosos, porque, cuando no hay regulación, ¿quién gana? El que es más fuerte. Entonces, es el neoliberalismo total. Yo creo que lo esencial es que los derechos, los seres humanos, los derechos a la dignidad, tienen que valer lo mismo en la tierra como en el cielo, o sea, en todos los ámbitos. Y si la vida futura se va a desenvolver fundamentalmente en el mundo virtual.

-Y en esta crisis impuesta por los poderosos de los datos, ¿qué rol le cabe a la sociedad?
-Justamente esa es la pregunta. ¿Quién va a establecer las leyes? ¿Los dueños de estos imperios o la va a establecer la sociedad? Estas son discusiones apasionantes. Hoy, cada vez más, los algoritmos empiezan a reemplazar la esencia del humanismo liberal, ¿pero cuál es el humanismo liberal? Primero que tú le das sentido a tu vida internamente y, luego, que tú eres el que mejor puede decidir –si uno lo quiere poner en términos sencillos– por quién votar, qué comprar, qué puedes elegir, qué pedir. Pero, cuidado, ¿qué pasa cuando en el mundo ya cada vez más los algoritmos te empiezan a decir qué comprar, cada vez más los algoritmos te dicen por quién votar? Lo de Cambridge Analytica es eso. O sea, acabamos de tener la campaña de Kast, que yo creo son muchos los mecanismos de intervención que se usaron en Cambridge Analytica, o cuando ya voluntariamente 40 por ciento de los americanos le dice a Tinder, o sea, a un algoritmo, que elija su pareja. Y cuando el amor deja de ser amor y se transforma en una optimización matemática, es que estamos en un cambio gigantesco. Y cuando la persona le entrega su intimidad, cuando las personas entregan su privacidad a la plataforma, que es todo lo esencial de la autonomía, porque sin privacidad, sin intimidad, no hay un yo, no tengo una membrana que separa del resto, estoy expuesto.

-Por eso es importante la regulación…
-O sea, sí, y eso es lo que nosotros hemos intentado hacer con la comunidad científica mundial y por eso con Rafael Yuste –tal vez es el neurocientífico más importante hoy día a nivel mundial, que es el director de Proyecto Brain– ya elaboramos e hicimos el proyecto de neuroderechos, esta reforma constitucional, dado que el campo de batalla van a ser los cerebros y los seres humanos. Ya estamos avanzando en una ley que protege o que regula justamente esta neurotecnología, que son la última frontera y que son aquellas que pueden leer directamente los cerebros, pensamientos, la emoción. Ya Elon Musk, hace algunos días, anunció que a partir del año próximo, 2022, ya están comercializables los dispositivos y chips que pueden tener interfaces cerebro-cerebro, cerebro-máquina, para leer los cerebros. Y eso es muy peligroso. Si yo puedo saber lo que tú estás pensando, si puedo saber qué estás sintiendo en línea, sin que tú te des cuenta, si puedo leer tu inconsciente que tú no puedes leer, si puedo poner ideas en tu cerebro sin que tú te des cuenta que son mías y que son de diseño y que no son tuyas, si puedo poner odio o amores en tu cerebro que no son decisión tuya, estamos en una situación orwelliana, que ya no es ciencia ficción, eso ya es la realidad que se puede hacer. Entonces, esto requiere de regulaciones.

-¿Cómo se defiende la democracia en este escenario?
-Nosotros tenemos una responsabilidad política en el sentido de la gran política, de recuperar el pilotaje democrático del siglo XXI. Aquí también hay un mundo de izquierda, del cual yo no me siento parte, que dice que la solución a todo esto es volver al pasado, como los amish. Yo hablo de un tecnoprogresismo, hablo un tecnohumanismo donde nosotros lideremos el desarrollo de inteligencia artificial, del acceso a Internet. Pero usarlo para el bien, no para el mal, para democratizar y no para controlar, para dar oportunidades, no para vigilar, para construir simetrías de poder, no asimetrías como hoy día son gigantescas. Nosotros sentimos que tenemos una misión. Lo interesante de esta misión, que yo creo que hemos logrado con la derecha chilena, es construir ciertos consensos. Este proyecto de regulación en neurotecnología directa tuvo un apoyo unánime. Para mí eso es un aprendizaje terapéutico y es un salto cuántico en que haya una posibilidad de construir un mejor futuro.

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