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El diseño político para privatizar TVN PAÍS

El diseño político para privatizar TVN

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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Contra la visión más extendida de que su directorio está cuoteado por los sectores políticos, la mesa actúa en bloque con decisiones que, en todo caso, no han ayudado a levantar la pésima situación que vive la señal pública. La tesis que ronda es mostrar que la administración de Boric fue un fracaso e hizo trizas al canal, porque lo que se abre es la vía de la privatización.


“Ni ellos entienden bien dónde está la fuga de plata”. Esta frase corresponde a un dirigente sindical de Televisión Nacional de Chile (TVN) que expresa la molestia con el directorio de la estación por el pésimo momento que vive el canal público. Esta declaración fue recogida en medio del tenso ambiente luego de la asamblea que Roberto Reyes, representante de los trabajadores en el directorio, convocó para abordar la situación del canal. En corto, las cifras ampliamente difundidas revelan que TVN está cuarto en sintonía, con 3,9 puntos de rating promedio. Además, registra pérdidas, solo entre enero y junio de 2023, por $2.392 millones.

Una pasada por las instalaciones del canal ayuda a concluir que las cifras también reflejan la situación de los equipos y la subutilización de las inmensas instalaciones. Si hasta hace dos años los diez estudios de la estación estaban arrendados, como ocurrió con las locaciones para la película El Conde de Pablo Larraín –cuyos interiores se filmaron ahí–, o en producción de área dramática y programas propios, hoy están prácticamente sin uso. “Los trabajadores estamos más conscientes que nadie de que el canal en algún momento se puede acabar, por estarse farreando la oportunidad de tener un canal de verdad”, afirma otra fuente de los sindicatos. 

El problema con Allende 

A diferencia de aquella frase atribuida a Napoleón, acerca de que “la derrota es huérfana y la victoria tiene muchos padres”, en el caso de TVN los hechos ocurridos permiten inferir que es al revés. La peor situación del canal público en una década parece tener más de un padre. Uno de los más recientes es Roberto Cisternas. Al día siguiente de la asamblea en el auditorio con los sindicatos, Cisternas renunció a su cargo como director de Programación. Duró 14 meses en ese puesto, desde que se anunció su llegada en junio del año pasado.

La relación de Cisternas con el resto de los estamentos en la empresa no fue nunca fácil. Aunque esta aparición pública en una asamblea conjunta con representantes del Sindicato 1 –de los técnicos en el canal– significaba una tregua después que, como director de Programación, diera una entrevista en enero de este año donde decía que su misión era recuperar las finanzas y cuidar el trabajo de los equipos del canal, en un contexto donde el resto de la competencia externaliza servicios.

Esas palabras se entendieron como que el próximo paso era la subcontratación de servicios, como lo hacen Canal 13 y Mega, y durante meses generaron tensión. La paz llegó muy tarde y, además, Cisternas tenía otros flancos que nunca pudo cerrar. 

Testigos de los problemas que tuvo el encargado de la gestión de contenidos, afirman que un episodio clave ocurrió en diciembre del año pasado, cuando Cisternas, quien reportaba sus proyectos al directorio, en una reunión de la instancia presentó el diseño de programación que tenía trazado con motivo de los 50 años del golpe de Estado. El proyecto estrella era la serie “Los mil días de Allende”, en que el canal participó como coproductor, además de que la ficción había ganado el fondo más alto de los que entrega el CNTV, por sobre los $520 millones, sumados a más $200 millones del Fondo de Inversión Audiovisual (FIA) y otros $200 millones aportados por TVN ($50 millones por capítulo).

El canal quedó con la “licencia” para explotar la serie por 5 años como propietario de los derechos de propiedad intelectual, lo que le permitiría recuperar la inversión. En la producción estuvo también la Televisión Española y capitales argentinos, para un total de $2.000 millones, que fue el costo del proyecto. Es decir, Televisión Nacional puso un 10%, lo que es considerado un costo muy alto en relación con el apoyo que se les entrega a otras series.  

Quienes asistieron a esa reunión de directorio recuerdan que Gonzalo Cordero se manifestó con extraordinaria vehemencia en contra del proyecto. El abogado, nombrado en un cupo de la UDI en junio de 2018, durante el segundo Gobierno de Sebastián Piñera, desplegó sus argumentos en contra de una serie que se dedicaba –a su juicio– a “glorificar” a un Presidente que arruinó al país. Cisternas –según recuerdan los testigos del encuentro– le habría explicado que “en 2023, en el supermercado de la Cultura, Allende va a estar primero en las góndolas. Allende tiene plazas y calles con su nombre alrededor del mundo. Más allá de lo que pase en Chile con su figura, es un ícono pop, una polera como el Che Guevara”, según cuentan al interior del canal, parafraseando al ejecutivo recién desvinculado. 

Esta comparación, de acuerdo a los testigos, encolerizó a Cordero, quien llevó a Cisternas a un lado después de la reunión y le advirtió que, de ahí en adelante, el director de Programación tendría “un problema personal” con él. El abogado no estuvo disponible para participar de esta nota. 

“Los mil días de Allende” fue un proyecto que recibió apoyo del canal y, en pequeña proporción, desde el Gobierno, con la ayuda del agregado cultural de Chile en España, Carlos Berger Hertz, quien ayudó a que la serie fuese incluida en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, a fines de septiembre. La producción, durante su puesta al aire en TVN, tuvo un peak de 5,2 puntos de rating promedio, lo que es “alto” en un contexto de baja sintonía. 

El peso de la derecha

Pero el episodio en el directorio, para los sindicatos y productoras independientes ligadas al canal, ilustra cómo Roberto Cisternas no logró sobrevivir a su estadía en la estación. Proveniente de Turner y Warner, “nunca pudo acomodarse al manejo político que tiene un directorio como el de TVN, que parece cuoteado, con representación de distintas sensibilidades, pero que en la práctica funciona como un bloque cerrado”, cuenta un experimentado ejecutivo del canal. 

Esta correlación de fuerzas es clave para entender cómo colapsó la gestión de Cisternas y cómo funcionan los equilibrios de poder en el directorio. Aunque la presidenta es la periodista Andrea Fresard, muy conocida y querida en la industria, apenas entró a la mesa del canal –en mayo de 2022– no tuvo el poder suficiente para juntar los votos a favor de su candidato como director ejecutivo, Robert Nicholson, también de Turner. En cambio fue ratificado Alfredo Ramírez, director de Prensa durante el mandato de Piñera y quien figuraba en ese puesto como interino, mientras ocurría la transición entre gobiernos. Ramírez, sobrino nieto del general Gustavo Leigh, tiene una larga trayectoria en prensa televisiva como editor en Canal 13, luego en Mega y desde 2019 en TVN. 

Por eso, quienes trabajan hace al menos cinco años en la estación televisiva saben que los puestos clave allí no son necesariamente proclives al Gobierno, sino que la sensibilidad de quienes ocupan cargos estratégicos es más cercana a la oposición. “Gonzalo Cordero es un poder consolidado, si no te alineas con él, te va mal y eso le pasó a Cisternas”, cuenta una exdirectora que compartió mesa con Cordero.

El abogado fue socio de la empresa de comunicación estratégica Azerta y está bien conectado a medios como La Tercera o La Segunda, donde en esta última fue columnista habitual. Algunas personas entre los trabajadores ven su mano en las notas donde se resalta la mala situación del canal. A Cordero se suman en la misma vereda ideológica Pilar Vergara, exeditora de La Segunda, y Pauline Kantor, periodista y exministra del Deporte en el segundo Gobierno de Piñera. La prueba de que el directorio actúa en bloque es que Rodrigo Cid, director nombrado por el actual Gobierno, no ha sido un contrapeso a los representantes de la oposición. Cid se excusó de participar para esta nota. 

Luego del encontrón entre Gonzalo Cordero y el ahora exdirector de Programación, Roberto Cisternas, “el directorio le rechazó gran parte de lo que propuso”, afirma una fuente de la estación. Situación que Cisternas confirmó en la carta de renuncia que publicó después de anunciar su salida. Un ejemplo paradigmático fue su gran caballo de batalla: la versión chilena del programa español “Atrápame si puedes”, que el año pasado superó en rating en la península a “Pasapalabra”. Para el ejecutivo, este espacio de concursos con la conducción de Ivette Vergara fue la gran carta a ofrecer justo antes de las noticias y así levantar el prime. Sin embargo, un informe interno que revelaba que cada capítulo perdía en torno a 300 mil pesos, hizo que el directorio finalmente no lo aprobara, cuando ya estaba casi listo para ser emitido. 

Programación a la deriva

En un hecho prácticamente inédito, la decisión de bajar el programa motivó la creación de un comité de programación que decide todo por votación, que quedó conformado por Cisternas; el jefe de Prensa, Pablo Badilla; Liliana Benhke, gerenta Comercial; Verena Horst, gerenta de Gestión; el director ejecutivo, Alfredo Ramírez; y Eduardo “Fido” Cabezas, gerente de Producción.

Este comité aprobó la puesta al aire de un remake de la teleserie colombiana “Café con aroma de mujer” en el segmento pensado para el programa de concursos y fue cambiada de horario por malos resultados de sintonía. El comité aprobó también el programa “Como Pedro por su casa”, para el cual se construyó un estudio a la entrada del canal, pero que hasta ahora genera pérdidas. 

 A fines de septiembre, Verena Horst salió de su puesto por decisión del directorio, luego de una propuesta de Alfredo Ramírez, y Roberto Cisternas fue reemplazado de forma interina por Eduardo Cabezas, quien ya había estado en TVN hasta 2019 y regresó a fines del año pasado. 

Pantalla recocida

Paralelamente, Cisternas tuvo que enfrentar la desconfianza del directorio por su perfil ligado a la entretención, concretamente a la farándula, género sobre el que existe la orden expresa de no poner programas al aire. En efecto, tuvo que dar explicaciones frente a la molestia del directorio, hecho que casi le cuesta el cargo, por invitar a Anita Alvarado al programa “Buenas Noches a Todos”, conducido por Eduardo Fuentes.

Además, parte de las nuevas incorporaciones a su equipo provenían de la “entretención más dura”, como Rodrigo León, exeditor de “Intrusos” y “Así Somos” en La Red, quien lo intentó con el bloque “Buen Finde”, que duró al aire solo 9 meses. Casos similares son los de Alejandra Bustamante, exproductora de Chilevisión, y Rocío Marín, exeditora de “Primer Plano”, “Podemos Hablar”, y voz de “Pasapalabra” en Chilevisión, quien está a cargo de la producción ejecutiva del Festival de Viña. 

Otra fuente de conflicto fue la coproducción de “Brava”, el documental sobre el cáncer de mama de Claudia Conserva, por el que el canal pagó poco más de 30 millones y que marcó 11,9 puntos de rating en su debut, una cifra que ya no se ve. Pero fue ampliamente rechazado por el directorio. 

En el entorno de Cisternas lo defienden, asegurando que su área –Programación y Contenidos– generó entre enero y agosto ingresos por $5,674 millones, lo que que se puede comprobar mirando la FECU del canal. Pero en ese examen también se comprueba que casi todos los programas son recocidos de programación antigua, y envasados como teleseries, excepto “Carmen Gloria a tu servicio” y “Hoy se habla”, que son producciones propias. 

“Cuando tú haces de tu pantalla un recocido y tus principales programas son de los años 90, que además se ven mal por el formato antiguo, reduces mucho el valor de tu pantalla. Y TVN entonces básicamente es un canal del recuerdo. Volvieron a tirar ‘Mea Culpa’ ahora y el ‘Día menos pensado’. Con eso juntas los puntos que da mi abuelita, el promedio de rating comercial es 1,6 puntos. Tal vez vendes mucho, pero muy barato. Yo creo que no tiene ninguna estrategia y que simplemente no tenía dedos para el piano”, enfatiza un exejecutivo del canal. Otro fracaso es la reedición de ‘Enigma’, el programa de true crime que llegó a marcar 1 punto en horario estelar, aunque tiene buena recepción en otras plataformas, como YouTube

Además de estos problemas, el exdirector de Programación debió enfrentar las sospechas de ser un ejecutivo puesto por el Gobierno. En tal sentido, constantemente estuvo desmintiendo su cercanía con el Presidente Boric o la ministra Camila Vallejo, que –según algunas versiones– lo habría propuesto para el cargo. Pero desde el entorno de Cisternas desmienten que tenga una “historia política” cercana al oficialismo. 

De todas maneras, ese perfil oficialista logró instalarse y generó las sospechas en Prensa, un área estratégica del canal. Algunos recuerdan la áspera relación entre el subdirector de Prensa, Cristian Stephens, y Cisternas. El periodista le advirtió que no estaba disponible a hacer un noticiario oficialista y aunque el ejecutivo le aseguró que no sería de esa manera, la relación nunca fue buena. Stephens fue jefe de prensa de la exministra de Educación Marcela Cubillos y tiene un fuerte liderazgo en su área, donde los equipos lo quieren y respetan. Esta tensión –afirman– se expresó en la mala relación que el exdirector de Programación tuvo con el Sindicato 3, mayoritariamente de prensa.

¿Privatizar?

Pero lo anterior también prueba que, contra lo que habitualmente se piensa, el canal en sus cargos clave no tiene gente que precisamente sea partidaria del oficialismo. Y aunque Roberto Cisternas batió un récord, al durar 14 meses, el resto de las personas en su cargo, como Jaime Boetsch, José Antonio Edwards o Isabel Rodríguez, alcanzaron con suerte a durar un año. 

Para una fuente sindical, este panorama de inestabilidad permanente solo responde a un diseño que permita acordar la privatización del canal público. “Le están bajando los bonos al canal para mostrar que la administración de Boric fue un fracaso e hizo trizas al canal, porque lo quieren privatizar. Eso es lo que quiere la derecha”, afirma un dirigente sindical que prefiere mantener en reserva su nombre.

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