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El general Ricardo Yáñez y el despliegue de su poder PAÍS Francisco Paredes/AgenciaUno

El general Ricardo Yáñez y el despliegue de su poder

Con una generosa cuenta de ahorro a su favor, el general director de Carabineros salió a ser defendido por el Gobierno y por la derecha ante la arremetida del fiscal Xavier Armendáriz, y todo indica que aún le quedan muchos fondos a los que echar mano.


Gran paradoja gran: pese a que el próximo 7 de mayo debería ser formalizado, el mayor despliegue de poder que vimos los últimos días en Chile provino de quien tiene hoy la calidad de imputado (por responsabilidad de mando) en la causa por apremios ilegítimos que investigan los fiscales Xavier Armendáriz y Ximena Chong: el general director de Carabineros, Ricardo Yáñez.

A estas alturas es innecesario recordar todos los tuits y frases de campaña del Presidente Boric et al. en contra de Carabineros, pero sí es importante reconstruir lo que sucedió cuando, a fines de 2021, este ganó la segunda vuelta presidencial y uno de los primeros temas que se discutió en el comando de campaña fue cómo sacar al general Yáñez del mando de la institución uniformada.

Mal que mal, razonaban, el general director de la policía militarizada chilena había sido el jefe de Orden y Seguridad de la misma durante el estallido social y ello provocaba piel de gallina en prácticamente toda la militancia del Frente Amplio.

Sin embargo, Yáñez fue más veloz que todos los orejeros del Presidente y, a las pocas horas de que este ganara, partió a saludarlo, poniendo a su disposición un equipo de escoltas aggiornados. Siempre muy al estilo del servicio secreto estadounidense, la escolta de Carabineros que acompañó a todos los anteriores mandatarios andaba siempre encorbatada, muy seria y formal, pero estos escoltas 2.0 llegaron sin corbata, más informales, más juveniles, muy del gusto del Presi, como le dicen sus cercanos.

Probablemente –eso solo lo sabe el general–, los objetivos de Yáñez al inicio deben haber sido más que nada gremiales. Uno de los temas que más le preocupaba era, en medio del mar de reformas prometidas por el novel Mandatario, la de pensiones, y eso fue a conversar con él a Punta Arenas, apenas una semana después de que Gabriel Boric hubiera ganado las elecciones.

Fue en esa ocasión que el Presidente dio sus primeras señas de ablandamiento, tras reunirse con “el señor Yáñez”, como lo llamaba por aquel entonces. Claro: lo fueron a ver a su tierra natal y ese gesto fue bien apreciado. Al término de la reunión protocolar llegaron los primeros respiros de tranquilidad para las filas de Carabineros, cuando Gabriel Boric señaló, respecto del sistema previsional de la institución policial, que “nosotros no vamos a hacer nada a tontas y a locas. Todo va a ser conversado en conjunto con las personas involucradas”.

El cortesano perfecto

En el clásico Las 48 leyes del poder, de Robert Greene, la número 24 se titula “Desempeñe el papel del cortesano perfecto”. No hay cómo saber si el general leyó al norteamericano, si es estrategia que aprendió en la Escuela de Oficiales o si lo suyo es puro instinto de sobrevivencia, pero sin dudas que desde el inicio aplicó a la perfección dicha ley, que permite sobrevivir en un mundo hostil y amenazante.

Uno de los principales sustentos de dicha ley es la adulación, que por supuesto no debe convertirse en la lisonja servil y evidente con que siempre se asocia el concepto de “adular”, que –en realidad– no es eso, sino que (como indica la Real Academia Española) consiste en “hacer o decir con intención, a veces inmoderadamente, lo que se cree que puede agradar a otro”.

A un costo interno no menor, pues no se puede olvidar que Carabineros es una policía eminentemente conservadora, el general Yáñez comenzó entonces a adular al Presidente haciendo aquello que sabía que le iba a agradar, de lo que ya han dado cuenta algunas crónicas de El Mostrador: le puso una carabinera de chofer, así como una edecana; pintó patrullas con los colores de la diversidad y las exhibió en el Día del Orgullo. Y no se quedó ahí, sino que publicitó la existencia de la primera carabinera trans.

Es probable que el general Yáñez tenga convicciones personales al respecto, pero sea o no así, él sabía que detrás de todos esos gestos estaba no solo la sobrevivencia de su institución, sino también la suya propia y, de ese modo, fue generando una abundante cuenta de ahorros que ahora está dando sus frutos, pues ante la arremetida de un díscolo Armendáriz –que fue defenestrado de la corte del Fiscal Nacional y arremetió pidiendo formalizar al mandamás de Carabineros– todos los abonos que fue acumulando estos años comenzaron a generar intereses.

Aunque fue un poco titubeante al principio –especialmente, debido a la complacencia del Partido Comunista ante el anuncio–, pronto el Gobierno se puso más firme y hoy, gracias a un desliz del abogado del general, no solo se sabe que el Presidente llamó a Yáñez para darle todo su apoyo, sino que incluso el ministro de Justicia salió a decir que no había impedimento para que este continuara al mando de la institución si era formalizado, lo que en sentido estricto es cierto, aunque otra cosa es la estética de la situación.

A Yáñez le quedan varios cartuchos por quemar aún, y todo apunta a que intentará dilatar al máximo la formalización, a fin de terminar de manera normal su periodo, mientras el PC y varias organizaciones de derechos humanos piden su despido. Sin embargo, como lo sabe cualquiera que juegue pool, lo importante no es solo meter la bola en la buchaca, sino también evitar quedar “pillo” tras ello, lo que sucede cuando la bola blanca queda bloqueada por otra, impidiendo su movimiento.

Por ello, si es el hábil estratega que parece ser, el general Yáñez se preocupará no solo de dilatar o impedir su formalización, sino además de buscar alguna forma de quedar blindado una vez que termine su periodo, que es cuando comenzará a agotarse de verdad la generosa cuenta de ahorros que posee actualmente, momento en que muchos de aquellos que hoy lo adulan (en el sentido real de la palabra o en el popular) dejarán de responder sus llamados, como les sucede a todos quienes alguna vez han detentado mucho poder y luego dejan de tenerlo.

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