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Juan Grabois sobre Milei: “(Tenemos) a un falso profeta con delirios bélicos de presidente” MUNDO Créditos: Equipo Juan Gravois

Juan Grabois sobre Milei: “(Tenemos) a un falso profeta con delirios bélicos de presidente”

Rodrigo Córdova
Por : Rodrigo Córdova Periodista en El Mostrador
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El dirigente argentino, quien compitió en primarias con Sergio Massa y visitó Chile recientemente, comentó su perspectiva sobre el avance de las derechas duras en el continente y la gestión de Javier Milei en materia internacional y también al interior de Argentina.


Juan Grabois (40) fue testigo de la primera lluvia capitalina en su último día en Chile, luego de haber pasado un intenso fin de semana. El abogado argentino, docente de Teoría de Estado, no parece un político tradicional, viste informalmente y durante los tres días en nuestro país estuvo con Daniel Jadue y también con el Presidente Gabriel Boric.

Aunque nunca ha ocupado un cargo de elección popular y tampoco en el Ejecutivo, su figura se perfila como una de las nuevas caras clave del progresismo, luego de que representara al Frente Patria Grande en las primarias presidenciales recién pasadas, al lado del excandidato Sergio Massa.  

Durante la semana las relaciones entre Chile y Argentina se vieron cruzadas. Al respecto, critica la cercanía del presidente Javier Milei con la OTAN, “no solo por un tema de estrategia, sino para evitar generar una situación de peligro a nuestro pueblo, involucrándolo en conflictos de los que no debemos participar”. 

Agrega que la política internacional trasandina “debería ser neutral ante los conflictos de las potencias y de afianzamiento de la unidad latinoamericana, no por una cuestión ideológica, sino por una necesidad histórica y estratégica”. Grabois lamenta, sin embargo, que “tenemos a un salame con aviones modelo 78 como ministro de Defensa, a Pepita la pistolera como ministra de Seguridad y a un falso profeta con delirios bélicos de presidente”.

-En la política latinoamericana últimamente hemos visto el avance de una derecha más dura, ¿cuál es el diagnóstico que hace respecto al avance de esta derecha? 
-Hay diferencias y similitudes en los fenómenos a nivel mundial, no solamente en América Latina. La similitud fundamental es que el campo discursivo podríamos denominarlo “reaccionario”, que no es lo mismo que conservador. “Reaccionario”, porque interpela a un sector que es muy amplio en la sociedad, que se siente agredido por la dinámica del avance cultural de algo que uno podría llamar un cierto elitismo cultural. Puede tener reivindicaciones y planteos muy legítimos, pero van en una dirección o a una velocidad diferente al ritmo de las mayorías populares y queda desfasado de las realidades cotidianas de las mayorías populares y del sufrimiento de estas. 

Después hay diferencias en otros aspectos. En el aspecto económico no todos los gobiernos con posiciones de derecha cultural tienen posiciones de un neoliberalismo brutal. Incluso, hay fenómenos de proteccionismo. Milei tiene dos tesis fundamentales: el Estado es una organización criminal y la justicia social es una aberración.

-Este discurso “reaccionario” también interpela a la clase trabajadora, que de alguna manera le quita capital a la izquierda…
-Desde luego, porque tiene otra característica muy patente en el caso de Milei, que no miente. Es duro decirlo, porque nos gustaría que esa fuera la característica de nuestros dirigentes de nuestro campo y los de nuestro campo son muy mentirosos. Prometen cosas que después no pueden cumplir. Milei, en cambio, no miente. Puede decir algo y después arrepentirse o cambiar de opinión, pero tiene la característica de ser una persona sin barreras inhibitorias, que se expresa como cualquier taxista, cualquier oficinista enojado, cualquier persona de los sectores medios bajos, medios altos y  medios profesionales, que lo hacen en privado, pero estaban bajo el corsé de lo políticamente correcto. 

Y lo políticamente correcto tiene el defecto de la hipocresía, pero hay quienes dicen que la hipocresía es un homenaje que el vicio le rinde a la virtud, es decir, la hipocresía implica reconocer un valor, por ejemplo, el de la justicia social. Por lo menos se reconoce un valor y después la disputa será que eso se lleve adelante. Al dejar de reconocerlo y correr la frontera de lo políticamente correcto, desde luego que eso interpela. Porque es una persona (Milei) que no parece –y yo lo conozco bastante porque tuve varios debates con él–, que no está coacheada para hacer lo que hace y que se deja interpelar por sus propios impulsos que son parecidos a los impulsos de bronca, de frustración y de hambre de cambio. 

-En Chile las izquierdas generaron un solo frente para que ganara la opción “En contra” en el último plebiscito. Sin embargo, en Argentina no funcionó dicha fórmula. ¿Es un fracaso? 
-Sí, desde luego. Primero quiero hacer un señalamiento. Creo que uno de los problemas que tenemos son, por ejemplo, las categorías “izquierda” y “derecha”. Es un problema grave, porque por lo menos la izquierda en términos históricos no es lo mismo que una cultura de izquierda o una cultura liberal progresista, o lo que en Estados Unidos dirían liberal. Lo que nosotros llamamos izquierda es más parecido al partido demócrata norteamericano que al partido bolchevique ruso. Entonces, por ahí son categorías que hay que replantearse. 

Lo que fracasó fueron dos gobiernos de coaliciones tradicionales de centroderecha –para usar los términos que vos usás– y de centroizquierda. Las dos incumplieron su contrato electoral. 

Macri asumió el poder diciendo, básicamente, voy a dejar todo lo que estaba bien del Gobierno anterior y voy a resolver todo lo que estaba mal, entre otras cosas. Su consigna principal era “pobreza cero”. Es decir, la justicia social no era una aberración, era una promesa de campaña. Desde luego, no cumplió ninguna. La coalición “Frente de todos”, de la que nosotros formamos parte –nos hacemos cargo de ese fracaso–, planteó básicamente que hay que empezar por los últimos para llegar a todos. ¿Y qué pasó? Aumentó la pobreza 7 puntos, aumentó la desigualdad y aumentó la concentración de la riqueza. Tampoco se cumplió el contrato electoral. Sin hablar de muchas otras cosas que pasaron en el medio.

-¿Podría explicar la estrategia de la pobreza planificada del Gobierno de Milei?
-La miseria planificada es un concepto de Rodolfo Walsh. La carta a las juntas, a la junta militar que hace Walsh el 24 de marzo del 77, donde él, en los primeros cuatro puntos, describe las violaciones a los derechos humanos. A él lo iban a matar unas semanas después, habían matado a su hija. Pero en el quinto punto dice que los argentinos están sufriendo una miseria planificada. Y empieza a describir y a dar números de eso. Y en el punto siguiente habla del Fondo Monetario Internacional, es decir, hay una vuelta de eso. 

La miseria planificada implica tomar decisiones económicas con absoluta conciencia  del daño social que van a generar. Fundamentalmente, en aras de beneficiar a los sectores concentrados del poder económico. No es que se tome una decisión pensando que el mal menor es inevitable. No, no. Hay una decisión de empobrecer, hay un plan para empobrecer al pueblo y evitar que se pueda defender.

-Que es lo que estaría haciendo Javier Milei ahora…
-Que es lo que estaría haciendo Javier Milei fundamentalmente a partir de una estrategia de dos funcionarios de Macri, que tienen la tesis correcta de que fracasó el Gobierno de Macri porque los movimientos sociales tuvieron demasiado campo y libertad de acción. Eran demasiado poderosos. Yo en ese momento era parte de la dirección de la UTEP, que es la principal organización social. Efectivamente, fue un freno formidable en el marco de un proceso de tensión.

Y luego, la administración y negociación a los planes de un sector del gabinete económico que querían hacer un ajuste brutal. Bueno, dijeron: “No, no, ahora vamos a hacer el ajuste en serio. Para hacer el ajuste en serio hay que empobrecer a los grupos de interés”. ¿Quiénes son los grupos de interés? Los trabajadores y los humildes y sus organizaciones. Entonces, hay una estrategia de destrucción de todo tipo de organización intermedia entre el mercado y el ciudadano.

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