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“El Führer”: el enigmático libro de Gastón Soublette que el filósofo asegura es “antinazi”

“El Führer”: el enigmático libro de Gastón Soublette que el filósofo asegura es “antinazi”

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En 1985, Soublette escribió un libro críptico titulado “El Führer. Carta abierta a Rudolf Hess, prisionero de Spandau”. El libro, debido a su simpatía por el nacionalsocialismo en su juventud, ha sido interpretado como una romantización del nazismo. Un registro de audio inédito lo desmiente.


En 1985, el Premio Nacional de Humanidades Gastón Soublette, de entonces 58 años, escribió un libro críptico, enigmático, incluso para algunos hasta ocultista, cuya circulación se mantuvo restringida a un grupo reducido de académicos e intelectuales.

Copias en formato físico casi no existen y en las pocas copias digitalizadas que circulan se aprecia que el poemario, editado por Prisma y de poco más de 20 páginas, forma parte de una colección de la Universidad de Yale, Estados Unidos.

Bajo el nombre de El Führer, el libro –escrito 40 años después del término de la II Guerra Mundial– contiene una serie de divagaciones poéticas sobre el nazismo y la Alemania nazi, y una llamativa dedicatoria, a modo de subtítulo, llamada Carta abierta a Rudolf Hess, prisionero de Spandau, en referencia a quien fuera secretario privado de Adolf Hitler y que en 1941 tomó un avión que piloteó hasta Escocia, con el fin de negociar la paz con los británicos. Estos lo tomaron detenido y lo confinaron en la cárcel de Spandau, donde murió en 1987, siendo el único preso de dicho penal, ubicado en Berlín.

En el texto, Soublette se refiere a él como “un buenmozo ario de excepción, quiero decir moreno pero de raza heroica”.

Más adelante se pregunta: “¿Quién fue realmente el Führer?” y “Por qué hasta el fin invocó el nombre del altísimo?”. Y se señalan cosas como: “Yo he visto al Führer dar órdenes precisas para el exterminio de la raza germánica” o “la cama de Lenin que de pico en picotazo se sacó de encima el jefe judío del ejército rojo”, entre otras.

Reeditado en 2001, el poema también se refiere al “santo padre WOTJILA” (en mayúsculas), en referencia al papa Juan Pablo II, y a los “hombres bestias de WOTAN” (también en mayúsculas).

El dios de la tradición germánica conocido como “Odín” o “Wotan” era frecuentemente invocado por el creador del “nazismo esotérico”, el chileno Miguel Serrano, quien lo menciona en varios de sus libros, en conjunción con dioses del panteón americano, como Quetzalcóatl u Oiyehue, así como con Lucifer. Incluso, el mismo Serrano decía pertenecer a un supuesto grupo de iniciados que funcionaba en Santiago y que, según él, se llamaba “La orden de Wotan”.

  • Lea el libro El Führer AQUÍ.

Pecado de juventud

Después que se hiciera público el fallecimiento (a los 98 años) del “sabio de la tribu”, no faltaron quienes recordaron, por medio de redes sociales, que en su juventud fue simpatizante del nazismo o, más bien –como él mismo lo decía–, del nacismo (con “c”), como se denominaban en los años 30 del pasado siglo los seguidores del Movimiento Nacional Socialista (MNS) chileno, para así diferenciarse de algún modo de los militantes del Partido Nazi original, el NSDAP alemán, que fue muy activo también en Chile durante los años 30 y hasta 1945.

En 1987, la actual diputada del Partido Humanista Pamela Jiles era periodista de la desaparecida revista opositora Análisis y, en ella, en la edición de la última semana de noviembre de ese año, escribió el reportaje que dio el tema de portada de esa ocasión: “El retorno de los nazis”. Allí entrevistó a Soublette, profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, quien le reconoció por primera vez que en su juventud había sido simpatizante del nacionalsocialismo.

“Hoy no comparto esa ideología por mi conversión al cristianismo”, calificándose, no obstante, como “un estudioso del fenómeno nazi”.

De hecho, estaba muy familiarizado con las ideas de dicha doctrina, pues explica que “Hitler siempre hablaba del Altísimo, un ser supremo solar que lo ayudaría a ganar la guerra y que nada tenía que ver con el Dios judío de esclavitud”, es decir, el mismo concepto que mencionaba en su libro de 1985.

Varios años más tarde, en 2022, la periodista Mónica González entrevistó a Soublette para el programa “Poder y Verdad”, en el canal La Red. Fiel a su estilo, partió preguntándole directamente por el tema. Este fue el diálogo:

-¿Fue simpatizante del nazismo?

-Claro, fui simpatizante del nazismo. 

-¿En qué año? 

-Ahí cuando tenía 20 años. Fue por amor.

-¿Por amor? 

-Claro, porque me enamoré de una niña que era hija de un piloto de la Luftwaffe, nada menos, pero que estaba en Chile porque había perdido una pierna, ¿no? Y la enfermera que lo cuidó era de una familia chileno-alemana de Valparaíso. Por eso es que él se trasladó de vivir a Chile. Era una muy buena persona él y ella también. Bueno, tuvieron varios hijos y yo me enamoré de su hija mayor. Y por amor me acerqué al nazismo.

 El Führer, un libro “antinazi”

Más tarde en el tiempo, ya siendo un hombre nonagenario, el filósofo y musicólogo mantuvo un diálogo con la última de sus ayudantes en la Escuela de Estética, Javiera Blanco, quien le consultó directamente por el libro El Führer, que escribió Soublette en plena dictadura y dos años antes de que falleciera en Spandou Rudolf Hess, a quien le dedicó la carta en formato de poesía.

En el testimonio inédito, cuyo registro de audio da a conocer El Mostrador y que fue grabado en Limache el 24 de septiembre de 2023 –vale decir, un mes después de que recibiera el Premio Nacional de Humanidades–, Gastón Soublette se sorprende del comentario de su ayudante, quien le reconoce que entendió la mitad del libro, haciéndole presente, además, que dicho texto, El Führer, estaba por aquellos días siendo interpretado por algunos académicos de la Universidad de Chile como una romantización del nazismo de parte del autor.

Luego de contarle los detalles de una lectura teatralizada que hizo por entonces Héctor Noguera en el lanzamiento de El Führer, en cuya performance dos banderas con la esvástica se transformaron luego en la estrella de David, Gastón Soublette le afirma a Blanco de manera categórica:

-Obviamente, es antinazi el poema.

-Es que yo creo que no lo interpretan tan evidentemente como antinazi.

-¡Ah!

-No interpretan la ironía.

-Mira, si la prueba de que es antinazi es que los nazis me mandaron un ejemplar mío, reescrito, amenazándome. Y me decían: Esto es mierda judía. Eso me decían. Ahora, diles que lean bien y se den cuenta de que es antinazi.

Tras comentar con su ayudante sobre el contenido irónico del libro y de las características esotéricas y mitológicas de la poética nazi, Soublette, preocupado, agrega:

-Entonces, claro, si yo me meto con ellos, tengo que saber quién tengo al frente. Y tengo al frente una realidad mitológica. Que tiene su propia poética. Y una poética satánica. Ahora, me gustaría tomar contacto con estos muchachos.

-Ya pues.

-Ya poh, y diles que me llamen. Que me llamen por teléfono. Y por lo menos que lo conversemos por teléfono.

-Claro

-Que no me malinterpreten.

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