En Linares comentan que la única alternativa es que alguna agrícola reconvierta la unidad a sus necesidades, considerando que la planta cuenta con lo que más escasea hoy en la actividad agrícola: agua.
En 2018, los trabajadores de Iansa Linares resistieron todo lo que pudieron el cierre de la unidad productiva de la firma azucarera, que finalmente optó por clausurar la planta industrial, luego que el negocio de la remolacha arrojara pérdidas insalvables para la firma.
Tras la polémica que dejó a 4 mil personas de manera directa e indirecta sin trabajo, terminó una larga historia de operaciones en Curicó, y hoy la planta será simplemente rematada al mejor postor. Aunque de acuerdo a agricultores, es difícil que alguien se haga cargo de este «elefante blanco».
La fábrica, ubicada en el kilómetro 194 de la ruta y colindante con el río Lontué, cuenta con una planta de azúcar de 25 hectáreas, 16 hectáreas forestales y 5 frutícolas, además de los derechos de agua para la operación de la unidad productiva.
El precio no es menor. Una postura mínima de US$ 8 millones. En Linares comentan que la única alternativa es que alguna agrícola reconvierta la unidad a sus necesidades, considerando que la planta cuenta con lo que más escasea hoy en la actividad agrícola: agua.
La planta cerró en julio de 2018 y el remate-licitación no tiene por ahora fecha de término.
