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El general a cargo de la crisis que Iturriaga decidió salvar de los relevos

El general a cargo de la crisis que Iturriaga decidió salvar de los relevos

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El comandante de la Guarnición de Arica, general de brigada Eduardo Valdivia, fue el primer vocero público de la contingencia. Actuó recabando datos e integrando el comité de crisis. De los altos oficiales que entregaron informaciones “tergiversadas”, fue el único que se salvó.


El comandante de la Guarnición de Arica, general de brigada Eduardo Valdivia, estuvo en cada paso de la gestión de la crisis surgida a partir del 27 de abril pasado, tras la muerte del conscripto Franco Vargas en la marcha organizada por la Brigada Motorizada N° 24 “Huamachuco”. Fue el primer vocero público de la contingencia. Sin embargo, el miércoles pasado, el comandante en Jefe del Ejército, general Javier Iturriaga, decidió salvarlo de los relevos que dispuso.

Fuentes ligadas a la institución castrense indican que la razón sería una cuestión meramente administrativa: el oficial no estaría en la línea de mando directo entre la brigada “Huamachuco” y la VI División de Ejército, cuyo coronel Sebastián Silva y el general de brigada Rubén Castillo, respectivamente, fueron sacados de sus cargos y llamados a retiro por el Presidente de la República, al ser responsabilizados por el manejo deficiente e impreciso en la gestión y comunicación de la crisis en la unidad militar, situada a 3.500 metros de altura.

Y si bien esto puede parecer muy comprensible para quienes entienden los protocolos militares, para el mundo civil no fue así, sobre todo porque fue el general Valdivia el primer vocero público que tuvo esta emergencia.

A través de un video grabado y difundido por la Secretaría Regional Ministerial de Salud y el Ejército el pasado 30 de abril, es decir, tres días después de la muerte de Franco Vargas, el oficial entregó una nueva y desconocida dimensión de la emergencia: el aislamiento dispuesto para 45 conscriptos por un virus respiratorio, además de la internación de 2 jóvenes en estado ”grave” y no crítico, como era en realidad, en el Hospital Juan Noé, sin especificar la razón. Sin embargo, de los reclutas internados en la unidad psiquiátrica, nada se dijo.

Mejor “rostro”

Al general Valdivia le tocó dar la primera vocería pública y lo hizo junto a la seremi de Salud subrogante, Marta Saavedra, quien fue ratificada por el Minsal como titular en el cargo el viernes pasado.

El alto oficial fue escogido como “rostro” para esta acción comunicacional, debido a que primero se hicieron dos intentos fallidos con el comandante en Jefe de la VI División, general de brigada Rubén Castillo. La evaluación comunicacional no fue positiva para Castillo, dado que frente a la cámara aparecía con un rictus sonriente, gesto que no era coherente con la emergencia que se vivía en ese momento.

La distribución del video a los medios de comunicación fue a instancias de la Seremi de Salud, quien decidió entrar de lleno en la crisis, a raíz de que esta había comenzado a golpear al Ministerio de Salud, tanto a sus unidades de urgencia como también a su imagen ante la opinión pública. A esas alturas era casi un imperativo vincularse, ya que en las redes sociales los padres y amigos de los soldados emplazaban al Gobierno por la falta de información veraz y oportuna del Ejército y, también, por las versiones confusas que mandos militares intermedios entregaban esporádicamente a los apoderados de los reclutas.

Desde el primer día en que estalló la crisis, el general Valdivia fue parte entonces de la tríada de autoridades castrenses que comandó su gestión. Actuó recabando datos e integrando el comité donde participaban Castillo y Silva, para la toma de decisiones y, además, se vinculó con las autoridades gubernamentales que entraron en escena para agilizar las medidas paliativas ante el problema.

Es más, luego del primer video, el oficial participó en los dos puntos de prensa convocados por el Ejército el lunes y miércoles de la semana pasada y que fueron liderados por el general Iturriaga. Además, Valdivia sorteó los tres anuncios de relevos que terminaron por apartar a cinco oficiales y cinco suboficiales.

También estuvo en la reunión del pasado 2 de mayo, que fue dirigida por el subsecretario para las Fuerzas Armadas, Galo Eidelstein, junto al delegado presidencial regional, Ricardo Sanzana, y a la seremi de Salud, Marta Saavedra, en la Brigada Motorizada “Rancagua”. Allí, finalmente, con la autoridad civil presente y entregando la evaluación sanitaria, se pudo conocer la magnitud de la situación, específicamente que existían dos jóvenes en estado crítico afectados por las bacterias Escherichia coli y Streptococcus pyogenes, terminando uno de ellos con una mano amputada.

Hasta ese entonces, aún el Gobierno no dimensionaba la gravedad de la crisis y sus costos, e intentaba dar soporte al Ejército en su contención. Así se pudo apreciar al día siguiente, donde el subsecretario para las Fuerzas Armadas, de militancia comunista, realizó un punto de prensa, después de visitar a los jóvenes aislados en el Cuartel Fontecilla.

El apoyo del Gobierno comenzó a debilitarse a partir del sábado 4 de mayo. Ese día llegaron las madres a rescatar a 8 conscriptos del Cuartel Fontecilla, lo que encendió el conflicto nuevamente con puntos de prensa de ellas a las afueras del recinto militar, denunciando que la institución castrense estaba dilatando la baja de los jóvenes sin ninguna razón de peso.

Desde ahí no hubo más vocerías conjuntas con el Ejército y, más bien, el Ejecutivo comenzó a presionar por la baja de todos aquellos que no quisieran continuar haciendo el servicio militar. De hecho los operativos aéreos, con aviones militares que trasladaron finalmente a 102 conscriptos que optaron por la baja administrativa, solo tuvieron como voceros al subsecretario para las FF.AA. y al delegado presidencial regional. Eidelstein debió volver a la región el domingo, tras haberla abandonado antes de la llegada de las madres, presumiblemente por una nueva calibración de la emergencia, a raíz de la queja constante en medios de la madre del conscripto fallecido y de las mamás que aún no podían obtener la baja de sus hijos.

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