
Calesita: el carrusel gastronómico que impulsa la unión y el relato común de Latinoamérica
Más que una fiesta gastronómica, Calesita se ha consolidado como un espacio de colaboración y reflexión que conecta a cocineros de toda América Latina. En su más reciente edición, también abrió un espacio de diálogo como motor cultural, social y económico para la región.
Buenos Aires se convirtió, en estos días en el epicentro de una experiencia gastronómica única, lúdica y colaborativa. El evento itinerante Calesita reunió a cocineros de distintas regiones de Argentina y Latinoamérica -incluyendo a destacados chilenos- y ofreció platos inolvidables. Y también conversaciones.
Este año, la propuesta se expandió a un nuevo nivel: por primera vez, el evento organizó un Conversatorio de Gastronomía Latinoamericana, reafirmando su vocación como plataforma cultural y de integración regional.
Una cocina sin fronteras
“La cocina latinoamericana está viviendo su mejor momento, y probablemente siga creciendo, pero lo más importante, como plantea este evento, es la posibilidad de unirse, compartir, entender que la cultura es testigo de todos los que ya no están con nosotros, pero estuvieron”, aseguró el chileno Rodolfo Guzmán (Boragó), quien también remarcó la necesidad de “apegarse a lo que la gente come todos los días en la casa” para lograr un impacto genuino.
Durante el primer bloque del conversatorio, moderado por la periodista uruguaya Marcela Baruch, la discusión giró en torno a la identidad culinaria de la región. Lejos de una mirada fragmentada, los cocineros coincidieron en que Latinoamérica ya no es solo una suma de cocinas nacionales, sino una comunidad que se está articulando en un relato común.
Desde Bolivia, Valentina Arteaga (Phayawi) planteó que “Latinoamérica es una potencia, y creo que tenemos que estar siempre unidos. Mucha gente aún no conoce lo que hay en nuestros países”.
Por su parte, el argentino Sebastián Weigandt (Azafrán, Mendoza) reconoció que “la cocina latinoamericana es hoy una comunidad de cocineros unidos, sin fronteras. Europa está mirando a Latinoamérica mucho más de lo que Latinoamérica está mirando a Europa”.
En su visión, la región necesita crear su propio relato gastronómico: “Se puede formar una identidad, canalizar una comunicación con referentes y hacer un convenio latinoamericano para dar a conocer productos que la gente no conoce. Necesitamos voceros”.

Crédito: Calesita
Uno de los ejes transversales fue el valor de los productos y su versatilidad y calidad. “El producto es el eslabón principal desde donde partimos todos en la gastronomía”, sostuvo Mariano Ramón (Gran Dabbang), y propuso repensar la relación con los pequeños agricultores y pescadores: “Me gusta ver al productor como un actor económico (…) Son nuestros socios en esta aventura. Sin ellos no hay nada”.
La chilena Camila Fiol (Fiol Dulcería) recordó cómo su camino profesional la llevó a rescatar insumos olvidados de distintas zonas de Chile, integrándolos en su pastelería: “Intento mostrar el país por medio de sus ingredientes, mezclando Norte y Sur, cosas del desierto y de la Patagonia. Es una investigación constante”.
Gastronomía y turismo: una alianza estratégica
El segundo bloque del conversatorio abordó el vínculo entre la gastronomía y el turismo, y los desafíos estructurales de la industria. “La gastronomía es cultura, pero también es intercambio”, reflexionó Marcela Baruch, destacando su capacidad para generar riqueza en las comunidades.
Anthony Vásquez, chef de La Mar (Perú), aportó un caso concreto: “Durante años, el único vínculo que teníamos con el extranjero era Machu Picchu. Hoy, la gente que va a Lima va a comer. Se ha generado un verdadero turismo gastronómico”.
El colombiano Jaime Rodríguez, de Celele en Cartagena, recordó que hace 14 años, en la ciudad solo se encontraban platos de alta cocina europea. “Fue necesario mirar hacia el mercado local, hacia lo que estaba a nuestro alrededor”, dijo. Su trabajo ha ido demostrando que la cocina local no solo es válida, sino deseable para el turismo consciente.
Desde São Paulo, Tassia Magalhães (Nelita) destacó el rol de la diversidad en las grandes urbes latinoamericanas: “No tenemos una gastronomía propia de la ciudad, pero sí una gran comunidad de inmigrantes que hacen de São Paulo un crisol gastronómico. Mostrar esa diversidad también es parte de nuestra identidad”.

Crédito: Calesita
Uno de los mensajes más claros del encuentro fue la necesidad de pensar América Latina como un destino gastronómico en sí mismo. “Hace muchos años que no se veía una unión tan fuerte en la gastronomía, y eso da pie a generar destinos, a que la gente viaje para comer”, expresó Max Raide (Casa Las Cujas, Chile).
La idea es trabajar en conjunto para que los turistas dediquen semanas a recorrer distintos países de la región, como cuando se viaja a Europa o Asia y se recorren varios países a la vez.
Germán Sitz (Grupo Thames) cerró el conversatorio con una mirada estratégica: “El contenido que genera el sector privado es brutal, pero necesita del sector público para que llegue a más gente. En Perú, el sector privado generó el contenido, y el sector público dijo ‘vamos a mostrárselo al mundo’. Esa unión es clave. Hoy, el descubrimiento del mundo es Latinoamérica”. Por eso hay que construir un relato común.
Calesita vivió su cuarta versión y se consolidó así como una plataforma de pensamiento, identidad y visibilización regional. Es mucho más que un encuentro para conocer y/o disfrutar de platos y restaurantes, sino también una declaración de principios y de tender puentes entre países hermanos y de construir, entre todos, un relato común latinoamericano.