Salud mental
«No importa cuánto tiempo haya pasado, una persona que ha tenido una situación traumática y no se la trata de inmediato puede generar este síndrome postraumático», advierte experto.
El terremoto 8.8 que afectó a Chile el 27 de febrero de 2010 puede ser el causante de una serie de padecimientos y malestares que están sufriendo quienes vivieron de forma traumática ese sismo. Así lo explica el psicólogo y académico de la Universidad Autónoma de Chile, Felipe Pinto, quien advierte que el síndrome postraumático puede persistir tras los 9 años que han transcurrido e incluso, durante mucho tiempo más, mientras no se haga terapia para superarlo.
Alucinaciones respecto a movimientos de piso, crisis de angustia, temor al acercarse la fecha y tensión frente a una situación similar a la que hayamos vivido o que nos la recuerde son algunos de los síntomas más recurrentes que pueden dar luces de sufrir este síndrome.
«No importa cuánto tiempo haya pasado, de hecho, una persona que ha tenido una situación traumática y no se la trata de inmediato puede generar este síndrome postraumático. La sintomatología va decayendo con el tiempo, pero si hay algo que la vuelva a detonar, como la cercanía de la fecha o un nuevo temblor, es posible que se manifieste», detalla Pinto.
El profesional de la Autónoma explica que cualquier vivencia es susceptible de ser traumática, dependiendo si las personas cuentan con las herramientas para poder interpretar estas situaciones de forma adecuada y poder llevarlas como algo cotidiano, como también es susceptible de no ser traumático para otras personas.
Por otro lado, muchas personas parecen caer en otro extremo de sintomatología, mostrando insensibilidad a los movimientos telúricos, cosa que hasta llama la atención a extranjeros que residen en el país, quienes festinan sobre la impavidez con que muchos chilenos se toman los sismos. A juicio del psicólogo Pinto, esta situación es bastante normal y sana.
«Los chilenos tenemos tanto movimiento sísmico que hay algunos que son casi imperceptibles para nosotros, puesto que ya estamos acostumbrados, curados de espanto de alguna manera», dice.
«Y al estar acostumbrados, a menos que sobrepase el umbral de sensibilidad que tenemos frente a los temblores, no lo vamos a sentir, y si los sentimos, no vamos a reaccionar frente a él, hasta que sea un sismo de magnitud mayor porque ya estamos acostumbrados», agrega.
El psicólogo explica que la norma sísmica para las construcciones en Chile, también entrega seguridad y tranquilidad a la hora se percibir un sismo.
«Tenemos movimientos de suelo y nuestros edificios se quedan moviendo un momento y eso es lo más que vemos, a menos que sea un terremoto muy grande. Como estamos acostumbrados a que no pasa absolutamente nada cuando tiembla eso nos da la seguridad de no tener que correr cada vez que sentimos un temblor», sostiene.
Por eso Pinto recomienda pedir ayuda a quienes evidencien que tienen un trauma postraumático, ya que toda la sintomatología es reversible con adecuada ayuda profesional.
