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¿Que harías si tuvieras que caminar cinco kilómetros para buscar agua? Opinión

¿Que harías si tuvieras que caminar cinco kilómetros para buscar agua?

María José Terré
Por : María José Terré Directora Mundial de Comunicaciones Water is Life
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Todos sabemos lo que es un corte de agua. En más de alguna ocasión hemos recibido un aviso informando que el día de mañana no habrá agua entre ciertas horas, por lo que debemos organizarnos para cocinar, beber, limpiar y bañarnos entre tantas otras cosas. Un poco a regañadientes lo aceptamos sabiendo que no serán más que algunas horas durante las cuales nos volvemos conscientes de lo indispensable que es tener agua limpia al alcance de la mano.

Ahora, ¿cómo sería si ese mismo aviso informara que desde mañana ya no habrá más suministro de agua? ¿Que harías si desde ahora en adelante tuvieras que caminar (olvídate del auto) al menos cinco kilómetros para ir a buscarla? Probablemente pensarías que no es posible, ya que debes asistir al trabajo del cual depende tu familia, por lo tanto, tendrías que mandar a alguno de tus hijos y, debido a la lejanía y el tiempo que tardaría, no podría asistir al colegio durante ese día. Tampoco durante los días siguientes que necesitaran agua. O sea, para siempre.

Esta es la situación de un tercio de la población de nuestro planeta. Después del aire, es el recurso más importante que necesitamos para vivir. Podemos pasar semanas sin comer, pero luego de tres días sin beber agua, nuestro cuerpo deja de funcionar. De acuerdo a cifras de las Naciones Unidas 2.1 billones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable lo que genera más de 485.000 muertes al año. De estas, el 90% corresponde a niños menores de cinco años; prueba evidente de que el agua contaminada y la falta de higiene es la principal causa de mortalidad infantil en el mundo.

Según cálculos estimados de Unicef y la OMS, dos tercios de la población mundial que no cuenta con fuentes mejoradas de agua potable se concentran en sólo 10 países: China (108 millones), India (99 millones), Nigeria (63 millones), Etiopía (43 millones), Indonesia (39 millones), República Democrática del Congo (37 millones), Bangladesh (26 millones), República Unida de Tanzania (22 millones), Kenia (16 millones) y Pakistán (16 millones). La mayor parte de esta realidad se concentra en el continente africano, en el cual no existe ningún país en donde se pueda tomar agua directamente de la llave. Aun así, países como Haití, Nicaragua, Perú, Bolivia y Chile también viven en esta situación.

¿Somos realmente conscientes de lo afortunados que somos cuando cada mañana nos metemos a la ducha para bañarnos con agua caliente que cae desde arriba? ¿O cuando nos levantamos a media noche porque tenemos sed y basta con abrir la llave del lavamanos o el refrigerador para beber cuanto queramos? ¿Cuántas veces dejamos el agua corriendo mientras nos escobillamos los dientes o mientras lavamos los platos como si no fuera a acabarse nunca? La preocupante noticia es que se acaba. El agua dulce está disminuyendo a pasos agigantados y no somos conscientes de la magnitud del problema.

Según el último Informe Mundial de Desarrollo Hídrico de las Naciones Unidas, mientras la demanda de agua sigue creciendo a un ritmo que ronda el 1% anual —porcentaje que está destinado a seguir creciendo de manera significativa, especialmente en países con economías en desarrollo o emergentes—, el cambio climático está afectando al ciclo global del agua. ¿Por qué? Factores como el aumento en la urbanización, deforestación, intensificación de la agricultura, entre otros, contribuyen a la escasez del agua en el planeta. Lo estamos viendo aquí y ahora mientras todas las señales indican que la crisis está empeorando y continuará haciéndolo a menos que se tomen medidas correctivas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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