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Nutricionistas preocupados por app lanzada en EE. UU. para que niños pierdan peso Salud

Nutricionistas preocupados por app lanzada en EE. UU. para que niños pierdan peso

Expertos analizan los riesgos de aplicaciones como Kurbo como un método para la pérdida de peso en niños y adolescentes, cayendo en dinámicas que pueden interferir en la relación saludable con la comida en el largo plazo.


Hace unas semanas, causó revuelo en Estados Unidos la noticia de que la famosa compañía Weight Watchers, conocida por sus programas de pérdida de peso, lanzó su nueva aplicación gratuita llamada Kurbo. ¿El motivo? Está hecha para niños y adolescentes de 8 a 17 años. Así se abrió el debate sobre si este tipo de herramientas son un método seguro y saludable para el control del peso en menores de edad.

Juan Pablo Espejo, docente de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Pontificia Universidad Católica, cuestiona la metodología al hacer recomendaciones nutricionales exclusivamente por su aporte calórico en desmedro de nutrientes críticos para el crecimiento, como vitaminas y minerales.

Según datos del último Mapa Nutricional de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), actualmente la malnutrición por exceso en niños chilenos bordea el 50%. Es decir, 1 de cada 2 escolares presentan sobrepeso u obesidad y, si nos enfocamos en las cifras de obesidad, éstas llegan al 23,9% en niños de primero básico y a un 16% en alumnos de primero medio.

Si bien la prevalencia del sobrepeso y la obesidad es una realidad preocupante en Chile, para el docente es crucial la vigilancia de las estrategias correctivas y la supervisión de adultos y profesionales expertos.

Dieta del semáforo

Kurbo fue originalmente desarrollada por el Programa de Obesidad Pediátrica de la Universidad de Stanford usando un sistema de luces de semáforo para elecciones alimentarias; Weight Watchers tomó esta aplicación y le agregó elementos tales como una interface similar a la aplicación Snapchat. También hay acceso a una sesión semanal con un asesor digital o coach, pero esto se consigue pagando precios desde $69 dólares mensuales, lo que equivale a cerca de $50.000 pesos chilenos.

Uno de los componentes centrales de la aplicación involucra la adopción de una “dieta del semáforo” en la que los alimentos se categorizan en los colores rojo, amarillo y verde según su contenido nutricional, Así, los alimentos de la categoría roja vienen con límites sugeridos, mientras que los de la categoría verde pueden consumirse libremente.

Este sistema no es nuevo: fue desarrollado a finales de la década de los 80 y desde entonces se usa para mejorar las conductas alimentarias y el peso de niños con malnutrición por exceso. Sus beneficios parecen ser a largo plazo, ya que se consigue una pérdida de peso moderada, pero que se mantiene hasta 10 años después de la intervención.

Sin embargo, la app usa una variación del sistema del semáforo, ya que se enfoca de manera excesiva en las calorías más que en la calidad de los alimentos. “Por ejemplo, clasifica a los frutos secos y la leche semidescremada en la categoría roja, aunque sabemos que los primeros aportan grasas ‘saludables’ y los segundos aportan proteínas y calcio, todos los cuales son nutrientes necesarios para niños y adolescentes en desarrollo”, explica Espejo.

Al alterar su comprensión de lo que realmente es una dieta saludable, los niños puede generar una relación tóxica con la comida que puede durar por el resto de la vida

Otro aspecto importante para el especialistas es que los efectos de la dieta del semáforo se han estudiado principalmente en familias no hispánicas y de nivel socioeconómico alto; por lo tanto, sus efectos no necesariamente pueden extrapolarse a la población chilena. Asimismo, asegura que el sistema fue diseñado para un grupo más grande de intervención, que generalmente incluyen a todo el grupo familiar en el plan de pérdida de peso del niño e interacción con profesionales de la salud.

Por eso, “si bien el sistema de luces del semáforo usado en Kurbo tiene un sustento científico, es cuestionable su uso por sí solo en menores de edad, fuera del contexto de un programa clínico multidisciplinario y sin la supervisión de un profesional de la salud”, aclara el especialista.

Estereotipos y no salud

Otro punto negativo que señala el académico sobre Kurbo es que usa imágenes de niños con la cantidad de peso que han perdido usando la aplicación. Aunque así se busca servir como fuente de inspiración para nuevos usuarios, finalmente envía el mensaje de que lo más importante es perder kilos, incluso por sobre incorporar hábitos de vida sana.

“Esto puede llevar a baja autoestima, depresión y trastornos de la conducta alimentaria en el niño o adolescente; es por eso que algunos expertos plantean que la aplicación no debería ser dirigida directamente a niños, y que se les debería aconsejar que no la usen sin supervisión de sus padres”, insiste Espejo.

Según datos del Ministerio de Salud o Minsal, la prevalencia de anorexia nerviosa y de bulimia en nuestro país aumentó en un 97% entre 2005 y 2007; además, de acuerdo a datos de la Subsecretaría de Salud Pública las derivaciones y atenciones en salud mental del sector público por trastornos alimenticios aumentaron un 68% entre 2014 y 2018, siendo la adolescencia la etapa en la que se presentan más casos de este tipo: el peak ocurre entre los 15 y 19 años (28%), seguido por el rango de 10 y 14 (12%) y entre 20 y 24 años (11%). Por lo tanto, los adultos a cargo de cualquier menor de edad que quiera usar este tipo de aplicaciones debe considerar que existe el riesgo de gatillar anorexia nerviosa o bulimia.

A pesar de todos los argumentos en contra de la aplicación, siempre hay que hacer un análisis de los beneficios y de los riesgos para cualquier tratamiento al que se quiera someter a un niño o adolescente para bajar de peso. Y es que la obesidad está asociada a comorbilidades que incluyen resistencia a la insulina, hígado graso no alcohólico, apnea del sueño, dislipidemias o incluso bullying escolar, entre otras.

“En un mundo ideal, todos los niños con sobrepeso u obesidad tendrían acceso a una intervención multidisciplinaria que incluya nutricionista, nutriólogo, kinesiólogo y psicólogo, pero la realidad es que esto es muy costoso para muchas familias chilenas. Por lo tanto, ¿es ético no ofrecerle apoyo gratuito a un niño con obesidad severa, prediabetes e hipertensión arterial que no tiene suficientes recursos para acceder a un programa multidisciplinario de pérdida de peso?”, concluye el especialista.

En un país donde un 51% de los menores de 18 años tienen teléfonos celulares, e invierten alrededor de 8 horas por día en el uso de pantallas, una app gratuita puede ser un elemento clave para mejorar los índices de obesidad infantil. Eso sí, con la debida supervisión de su diseño, objetivos, estrategias y un acompañamiento garantizado por adultos responsables y equipos profesionales interdisciplinarios especializados en nutrición.

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