En el 2020 se enviaron ilegalmente más de 1 700 millones de toneladas de desechos plásticos a terceros países. Su gestión es costosa y los materiales reciclados siguen saliendo más caros que los vírgenes.
Una reciente operación mundial contra la contaminación marina, coordinada por Interpol y Frontex en Europa, ha sacado a la luz 1 600 delitos ambientales, muchos de ellos relacionados con el mercado ilegal de residuos. Uno de los resultados ha sido la detención de 22 sospechosos vinculados a una red criminal de tráfico de desechos plásticos entre Europa y Asia.
En los países de la OCDE, solo en el año 2020 se enviaron más de 1 700 millones de toneladas de residuos plásticos de manera ilegal a terceros países por intermediarios o “corredores”.
El consumo de plástico en el mundo alcanzó en 2018 los 360 millones de toneladas. La generación de residuos es tan importante que su reciclaje o valorización energética genera un mercado con un volumen de negocio esperado para 2022 de más de 50 000 millones de dólares. En la Unión Europea (UE), se generan cada año 25 millones de toneladas de residuos plásticos, pero solo se recuperan para su reciclaje el 30 %.
La exportación de estos desechos a países de la UE o fuera de la UE es una opción que está prevista y permitida por la normativa europea, siempre que haya pruebas sólidas de que la recuperación de materiales se lleva a cabo en condiciones equivalentes a las marcadas por la legislación de la UE.
Ahora bien, la gestión operativa final de estos desechos plásticos (reciclaje y valorización energética) en los países que incentivan este tipo de gestión conlleva unos costos y pagos de tasas e impuestos. Esto a su vez genera un mercado negro para aumentar los beneficios eludiendo los gastos.
Los motivos de este comercio ilegal son varios, pero básicamente se centran en tres:
Los envíos ilegales están favorecidos por el poco control en puertos de salida y unas licencias de exportación de materiales plásticos, cuando realmente se trata de basura plástica (declaraciones fraudulentas).
Los residuos acaban en países donde se procesan ilegalmente: o bien se queman en instalaciones de energía, o bien se tiran a vertederos directamente o, en el mejor de los casos, se forma un falso tejido industrial, ilegal, para reciclaje de plásticos sin el control pertinente sanitario ni de la mano de obra utilizada.
Tras el aumento de los controles de las importaciones en los países tradicionalmente receptores de estos residuos, habiendo aún un excedente en su producción, los países del sur de Europa informaron del aumento de los incendios de residuos plásticos en plantas de tratamiento y vertederos (Fig.2).
En concreto, la Administración española también ha observado un aumento de incendios en vertederos y centros de tratamiento de residuos con el fin de eliminar los residuos acumulados en las campas y almacenes de algunos recicladores.
España solía exportar casi el 60 % de sus residuos plásticos a China y, ahora que el país asiático no permite su entrada, los centros de reciclaje no tienen la capacidad de reciclar todo el plástico que ya no se exporta. Se ha estimado que de 2017 a 2018, las incidencias de incendios de residuos en España aumentaron un 100 %.
La situación actual es compleja. Existe un mayor control de estos hechos delictivos. Los países del sudeste asiático, tradicionalmente importadores de residuos plásticos, ya no lo son, al menos en las mismas cantidades. A la población se le anima a incrementar su contribución al reciclaje, y es verdad que la recuperación de materiales plásticos va en aumento, pero la industria del reciclaje es incapaz de asimilar todos los desechos.
Esto conduce por parte de las mafias a buscar nuevos destinos o “mercados” ilegales. Se ha observado el traslado de estos residuos a nuevos países como Turquía, e incluso dentro de la UE a Bulgaria, Rumanía y Polonia. Allí se emplean en plantas de producción energética como combustible alternativo con ahorros de unos 40 €/t de plástico quemado sin control.
Las soluciones a esta situación se enmarcan en tres áreas:
1. Técnicas:
2. Económicas:
3. Políticas:
En el seno de la UE se han adoptado varios objetivos ambiciosos. Diez millones de toneladas de plásticos reciclados se utilizarán en nuevos productos para 2025. En 2030, el 55 % de los residuos de envases de plástico se reciclará. Las botellas de bebidas deberán contener un mínimo del 30 % de contenido reciclado.
Todas estas medidas y otras más que vayan surgiendo contribuirán a disminuir y eliminar la brecha entre la oferta y la demanda. Así, harán que el tratamiento ilegal de los residuos plásticos sea más difícil para las mafias y recicladores desaprensivos.
El reto es complicado y los consumidores también tenemos que aportar nuestro esfuerzo para cambiar pautas de consumo para que determinados productos plásticos dejen de consumirse y fabricarse.
José Vicente López, Investigador en el Departamento de Ingeniería y Gestión Forestal y Ambiental, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.