
Resistencia a la insulina va en aumento a nivel mundial
En Chile, uno de cada tres adultos es insulinorresistente y se estima que cerca de un 30% de estos casos, aumenta el riesgo cardiometabólico. Sin embargo, es una condición que puede revertirse, llevando un estilo de vida más saludable, buena alimentación y actividad física.
La prevalencia de la resistencia a la insulina va en aumento a nivel mundial, al igual que la diabetes. La mala alimentación, el alto consumo de alimentos procesados y el sedentario de la sociedad moderna han hecho que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estime que se transforme en la séptima mayor causa de muerte para 2030.
La insulina es una hormona secretada por las células del páncreas a la sangre para lograr un equilibrio de los niveles de glucosa en sangre y regular el metabolismo energético.
Cuando existe resistencia a la insulina, se debe a una respuesta insuficiente de las células del músculo, hígado y tejido adiposo a las señales de insulina, como resultado necesitaremos mayor secreción o cantidad de insulina para poder superar la débil respuesta de estas células, aumentando los niveles de insulina en sangre.
Esta es una condición fisiopatológica y tal como lo explica Daniela Moya, nutrióloga de la Clínica NúcleoSalud, “es una condición que puede corregirse con cambios en los hábitos de la vida diaria, referentes a la alimentación y la actividad física”.
“Una vida más saludable es la clave para detener la progresión de esta condición y evitar una enfermedad crónica como prediabetes, diabetes o síndrome metabólico”, explica.
Causas y tratamiento
Entre las principales causas por las que una personas puede llegar a desarrollar resistencia a la insulina están: el exceso de tejido graso, la obesidad, alimentación rica en carbohidratos refinados, grasas y pocos cereales integrales, frutas, verduras, ensaladas, legumbres, pescados y carnes magras, adicionalmente, el sedentarismo o la falta de actividad física.
El cuadro se completa con otros indicadores, como por ejemplo, un alto índice de masa corporal, especialmente, en el abdomen, hipertensión arterial y pigmentación en la piel de cuello y axilas.
Otras cosas que son frecuentes de observar en este tipo de pacientes son colesterol” malo” alto, niveles de triglicéridos altos, hígado graso y/u ovario poliquístico, pues además de intervenir en el procesamiento de la glucosa, la insulina participa en el manejo y distribución de las grasas y en el efecto final de otras hormonas.
El diagnóstico debe basarse en las manifestaciones clínicas mencionadas y tests de laboratorio.
“Dentro de los factores de riesgo asociados a la insulinorresistencia existen factores genéticos, étnicos, ambientales, asociados a patologías o uso de algunos tipos de fármacos, el exceso de peso, el poco desarrollo de la masa muscular”, sostiene la especialista.
“También en algunas condiciones fisiológicas como la adolescencia, el embarazo y el envejecimiento debido a la redistribución del tejido adiposo”, especifica.
La base fundamental del tratamiento es la dieta rica en fibra y baja de carbohidratos refinados, baja en azúcares y el ejercicio, en algunos casos, se pueden indicar fármacos orientados a mejorar la sensibilidad de la insulina en los tejidos, pero esto dependerá del riesgo cardiovascular del paciente.
“Es fundamental disminuir el consumo de azúcares, en todas sus versiones (bebidas, dulces, etc.) y de carbohidratos refinados como masas, pan, pastas, etc.”, agrega la dar Moya.
Los fármacos deben indicarse en los grupos de personas con alto riesgo de eventos cardiometabólicos, según la evaluación de los especialistas.