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Inatención y cansancio mental: las señales que tu cerebro necesita una pausa Salud Crédito: El Mostrador.

Inatención y cansancio mental: las señales que tu cerebro necesita una pausa

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A medida que aumentan las exigencias laborales y personales, la dificultad para concentrarse puede confundirse con un diagnóstico clínico. Conocer la diferencia entre señales temporales de inatención y un trastorno como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es clave para actuar.


El fin de año, las cargas laborales y el estrés acumulado pueden desencadenar una bajada en la capacidad de atención. Sin embargo, cuando este fenómeno persiste, resulta fundamental distinguirlo de un TDAH que no ha sido diagnosticado, para acceder al apoyo adecuado.

La inatención es un estado en el cual una persona tiene dificultad para mantener la concentración, seguir tareas hasta el final o filtrar distracciones. Este déficit no siempre implica un trastorno de fondo. Según el psiquiatra Pedro Lucero, en esta época del año “el sistema nervioso se ve exigido más allá de su capacidad natural… el cerebro trabaja de manera sostenida durante todo el año, pero en este último período se enfrenta a una carga distinta y más intensa”.

El fenómeno se asemeja a la fatiga cognitiva, definida como la disminución del rendimiento mental tras una exigencia prolongada. Estudios realizados muestran que el estrés, la sobrecarga de tareas y el multitasking erosionan la capacidad atencional. Este estado puede manifestarse en olvidos frecuentes, dispersión, dificultad para escuchar o concluir tareas.

Síntomas frecuentes y cómo se presentan

Los síntomas de inatención —ya sea transitoria o crónica— pueden variar. En el caso de la fatiga cognitiva, se observa:

  • Disminución de la atención y la memoria de trabajo.
  • Desorganización, dificultad para planificar o cumplir plazos.
  • Sensación de “nublamiento” mental o de estar actuando en piloto automático.
  • Baja motivación, irritabilidad o dificultad para disfrutar actividades que antes eran placenteras.

Mientras que el TDAH involucra un patrón persistente desde la infancia y en distintos contextos, la inatención por fatiga o estrés aparece ante un aumento de demanda, y suele atenuarse una vez que se reducen los factores estresores o se descansa adecuadamente.

Crédito: El Mostrador.

¿Qué hacer cuando la inatención interfiere con tu vida?

Si notas que la falta de concentración está afectando tu trabajo, tus relaciones o tu sueño, conviene tomar medidas concretas:

  • Descanso y rutinas: Establece horarios regulares de sueño, reduce el multitasking y haz pausas breves cada cierto tiempo.
  • Alimentación y ejercicio: La nutrición adecuada, la hidratación y la actividad física ayudan a regenerar recursos cognitivos.
  • Mindfulness y atención plena: Estas prácticas facilitan que la mente vuelva al presente y mejora la autoconciencia.
  • Evaluación profesional: Si los síntomas persisten más de seis meses o aparecen durante la infancia, consulta a un especialista para descartar TDAH u otro trastorno.

Para manejar la sobrecarga cognitiva y emocional, el especialista recomienda establecer pausas y rutinas. “Todo está hecho para distraernos. Vivimos con múltiples pantallas y exceso de información, principalmente por el uso de smartphones. Es fundamental hacer pausas breves, enfocar la atención en una sola tarea y permitir que el cerebro se recupere. La atención también se agota, igual que el motor de un auto cuando se sobrecalienta”, comenta.

No toda dificultad para enfocarse significa un TDAH. Pero si reconoces lo siguiente, puede ser señal de que se requiere apoyo:

  • Has tenido síntomas desde niñez o adolescencia.
  • Las dificultades aparecen en muchos ámbitos de tu vida (trabajo, hogar, estudio).
  • La falta de foco conduce a problemas graves en rendimiento, relaciones o salud mental.

En cualquier caso, una intervención a tiempo —ya sea mediante terapia, ajustes en estilo de vida o tratamiento farmacológico— puede marcar una gran diferencia.

La inatención es una señal de que tu cerebro o tus recursos mentales están bajo presión. En contextos de alta demanda —como el cierre de año—, puede aparecer como un llamado de alerta más que como un diagnóstico. Conocer los síntomas, distinguir entre fatiga cognitiva y TDAH, y actuar oportunamente puede evitar que la desconcentración se transforme en un obstáculo duradero. Y lo más importante: entender que no es cuestión de “falta de voluntad” sino de una función cerebral que necesita descanso y apoyo.

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