
Amar con TDAH: desafíos y aprendizajes en la pareja
No se trata de culpas, sino de dinámicas. Convivir con alguien con TDAH puede traer desafíos, pero también aprendizajes. Trabajar en conjunto puede transformar el vínculo.
En el amor, cada pareja enfrenta sus propios desafíos, pero cuando uno de los dos tiene Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), las dinámicas pueden tornarse, en algunos casos, más complejas. Desde olvidos constantes hasta dificultades en la organización, este trastorno del neurodesarrollo puede afectar la relación de distintas maneras. Sin embargo, comprender sus implicancias y aprender estrategias para abordarlas puede fortalecer el vínculo.
El TDAH y su impacto en la vida cotidiana
El TDAH es una condición que se manifiesta desde la infancia y puede persistir en la adultez. Se caracteriza por falta de atención, impulsividad e hiperactividad. Pero su impacto va más allá de lo cognitivo. Melissa Álvarez, neuróloga y directora del centro NeuroEstímulo explica que “es algo que trasciende lo cognitivo y genera una importante disminución en la calidad de vida y esperanza de vida de las personas si no existe un óptimo enfrentamiento”.
En una relación de pareja, el TDAH puede generar frustración y malentendidos. “Llegan a la consulta parejas con problemas porque uno de ellos no recuerda fechas importantes, llega tarde a compromisos o pierde objetos con frecuencia”, agrega Álvarez. Estas dificultades pueden ser malinterpretadas como desinterés o falta de compromiso, generando conflictos recurrentes.
Desafíos y estrategias para una relación saludable
Desde la mediación familiar, Carmina Gillmore, mediadora y académica del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes, propone una mirada diferente. “Nosotros los mediadores familiares o coaches familiares no trabajamos con diagnósticos, sino que con mapas interaccionales. En este caso, el que se arma entre la pareja. Eso tiene que ver con cómo se relacionan y comunican, en todo ámbito de cosas: cómo se piden las cosas, cómo lo expresan, cómo toman acuerdos y qué es lo que sucede con esos acuerdos“, explica.
Uno de los mayores desafíos es evitar que los intentos fallidos de solución perpetúen el problema. “No trabajamos con culpables, sino con qué hace qué y para quién es un problema. Para ayudarlos a salir del circuito vicioso y entrar en otras dinámicas, más saludables y que enriquezcan la relación“, enfatiza Gillmore.
Comprender para acompañar
Para la pareja sin TDAH, puede ser difícil entender ciertas actitudes sin caer en juicios de valor. “Muchas veces se tilda de ‘irresponsable’ o ‘poco comprometida’ a la persona”, señala Álvarez. La información y el acompañamiento adecuado pueden marcar la diferencia en la forma de abordar estas situaciones.
También es importante fomentar la comunicación efectiva y establecer estrategias para minimizar los efectos del TDAH en la convivencia. Algunas soluciones incluyen el uso de recordatorios, establecer rutinas y practicar la empatía mutua.
Amar a una persona con TDAH implica desafíos, pero también oportunidades de crecimiento. Con comprensión, estrategias adecuadas y un enfoque basado en la colaboración, es posible construir una relación sólida y enriquecedora. “En una relación, cada uno aporta su manera única de ser. Se trata de formar un nosotros más grande que tú y yo”, concluye Gillmore.