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Autismo y educación: por qué es necesario incluir estrategias sensoriales en el aula Inclusión Crédito: Cedida

Autismo y educación: por qué es necesario incluir estrategias sensoriales en el aula

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La presencia de niños con autismo en el sistema escolar es una realidad en aumento. Expertos alertan sobre la necesidad de adaptar el aula a sus necesidades sensoriales y aplicar estrategias concretas para lograr una verdadera inclusión.


La presencia de niños neurodivergentes en los establecimientos educacionales es un hecho. Según la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 100 niños en el mundo está dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA). En Chile, estimaciones de 2021 en zonas urbanas de la Región Metropolitana indican que esta cifra llega a 1 de cada 51 menores, es decir, aproximadamente un 2% de la población infantil evaluada.

Esta realidad plantea desafíos urgentes para el sistema escolar, especialmente en contextos de aulas sobrepobladas y poca formación específica en neurodiversidad.

Una de las claves para mejorar la inclusión educativa está en entender cómo los niños dentro del espectro perciben y procesan el mundo que los rodea. Según el académico Juan Sebastián León, de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Talca, la ciencia ha identificado más sistemas sensoriales además de los clásicos cinco (vista, oído, tacto, olfato y gusto), que son esenciales para el aprendizaje y la autorregulación.

Se trata de tres sistemas poco conocidos pero fundamentales:

  • Sistema vestibular: regula el equilibrio y la orientación espacial.

  • Sistema propioceptivo: informa sobre la posición y movimiento del cuerpo.

  • Sistema interoceptivo: permite percibir sensaciones internas como hambre, dolor o fatiga.

“Es importante enseñarles a los equipos educativos cómo aplicar estrategias y desde ahí favorecer el desarrollo, sobre todo el psicomotor de los niños y niñas, ya que es la base para desarrollar otras habilidades en ellos”, explica León.

Entender para incluir

Muchos niños con TEA presentan lo que se conoce como respuestas sensoriales atípicas, que pueden manifestarse como reacciones exageradas a estímulos cotidianos. Una luz fluorescente, un timbre escolar o el roce de una tela pueden provocar angustia, crisis o aislamiento.

Por eso, adaptar el entorno físico y emocional del aula es esencial. No se trata de cambiar al niño, sino de adecuar el entorno para que todos puedan aprender en igualdad de condiciones.

Entre las herramientas recomendadas para mejorar la experiencia educativa de los niños se encuentran:

  • Pictogramas: para facilitar la comunicación, anticipar rutinas y reducir ansiedad.

  • Estimulación propioceptiva: con materiales como cojines, bandas elásticas o plasticina, que ayudan a la autorregulación.

  • Modificación ambiental: reducir ruidos, adaptar la iluminación y ofrecer espacios de calma.

  • Formación docente: clave para identificar señales, aplicar estrategias y evitar prácticas excluyentes.

León advierte que no hay una solución única; cada niño dentro del espectro es diferente y requiere una evaluación personalizada.

Un enfoque interdisciplinario

La Primera Jornada Interdisciplinar en Trastorno del Espectro Autista, organizada por la Universidad de Talca, abordó estos desafíos desde diversas áreas: kinesiología, psicología, fonoaudiología, nutrición y terapia ocupacional.

Camila Mosquera, directora de la Escuela de Terapia Ocupacional de la UTalca, destacó la necesidad de trabajar junto a los equipos municipales de educación. “Es un esfuerzo que queremos impulsar tanto desde la formación y materializar también el hacer de los distintos profesionales. La interdisciplinariedad nos permite abordar la complejidad de los problemas y buscar soluciones”, enfatizó la directora.

Actualmente, el Departamento de Administración de Educación Municipal (DAEM) de Talca recibe estudiantes en práctica de la universidad, generando un modelo colaborativo y bidireccional que une formación, experiencia en terreno y mejora continua.

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