
Innovador proyecto de lenteja de agua chilena promueve sostenibilidad, salud y desarrollo social
Un innovador proyecto basado en la lenteja de agua chilena busca revolucionar la agricultura con un bioestimulante natural, mientras genera empleo y promueve la sostenibilidad. Además, contribuye a la reducción de CO2 y tiene un alto potencial en la alimentación humana y animal.
Las legumbres no solo son una fuente clave de nutrición, sino que también juegan un papel fundamental en la sostenibilidad y la seguridad alimentaria a nivel global. Su cultivo y consumo aportan múltiples beneficios ambientales, sociales y económicos que ayudan a enfrentar desafíos como el cambio climático y el hambre en el mundo.
Por ello, cientos de personas alrededor del mundo las utilizan para innovar en la sustentabilidad de las cosechas agrícolas. Una de estas innovaciones la está desarrollando Rodrigo Fuentes, biólogo marino, quien ha creado una planta basada en la lenteja de agua chilena, con el objetivo de revolucionar el sector agrícola al utilizarla como principio activo de un bioestimulante.
Esta lenteja de agua que parece una legumbre, en realidad es una clase de alga rica en proteínas y aminoácidos y es consideraba un alimento importante para los animales. Asimismo, algunos expertos han explicado que, en un futuro, esta lenteja de agua puede ser considerada como un superalimento para las personas.
Este innovador producto tiene potencial tanto en la alimentación animal como en la humana. Además, puede cultivarse durante todo el año mediante sistemas hidropónicos, lo que permite ahorrar agua, abonos y fertilizantes, además de evitar el uso de pesticidas y herbicidas.
Fuentes descubrió las propiedades de este producto en unas vacaciones en México, donde ayudó a un amigo a limpiar una laguna infestada de plantas acuáticas. Tras observar el rápido y significativo crecimiento de la planta comenzó a investigar sus beneficios para otro tipo de cultivos.
En la tierra del nopal, logró realizar negocios con las lentejas de agua y, en solo un mes, obtuvo ventas por 7.5 millones de pesos. Esto lo motivó a replicar su innovador emprendimiento en nuestro país, donde encontró la misma planta con características únicas.
“Este proyecto no solo tiene un alto potencial comercial, sino que también genera un impacto social y ambiental positivo. Beneficiando a comunidades locales pehuenches en áreas como Santa Bárbara y Alto Biobío, el proyecto promueve el desarrollo económico y social mediante la creación de empleos y la generación de ingresos para los productores locales”, comenta Fuentes.
Innovación y propiedades del producto
El biólogo marino explica que la lenteja de agua chilena, que crece en ambientes acuáticos, tiene una capacidad única de sobrevivir a la congelación, a diferencia de su versión mexicana. “Esta planta, como vive en el agua, tiene propiedades que la ayudan a descongelarse durante el día. Se congela en la mañana y después, por la tarde, sigue viviendo”, agrega Fuentes.
Con un alto contenido proteico del 40%, la planta se utiliza como bioestimulante para mejorar el crecimiento y resistencia de las plantas, aumentando su capacidad para absorber nutrientes y agua, preparándolas para enfrentar condiciones adversas, como
estrés térmico e hídrico.
Es bajo la observación e investigación que nace Azolem, un bioestimulante de origen vegetal a base de Lemma Minor (planta acuática) y Azolla (helecho de agua) que estimula el crecimiento de las estructuras vegetales.
Beneficios sociales y ambientales
Este innovador proyecto tiene un fuerte componente social y ambienta ya que, como es sabido, la producción y consumo de legumbres es fundamental para la reducción de la presión de los ecosistemas, mejorar la salud humana y enfrentar el cambio climático.
Además, este proyecto a generado un impacto significativo en el ámbito laboral de comunas del sur del país. En comunidades como Santa Barbara, Alto Biobío, Loncopangue, Quilleco y Los Ángeles, la producción de lenteja de
agua ha permitido la creación de empleos, especialmente para personas con limitaciones, como cuidadores de adultos mayores.
Por otro lado, en cuanto a su impacto en el medio ambiente, la planta es altamente eficiente en la captura de CO2, contribuyendo así a la reducción de gases de efecto invernadero. “Un 50% de su materia, peso seco, es lo que se extrajo de CO2 atmosférico”, asegura Fuentes.
Asimismo, el modelo de negocio del proyecto se fundamenta en el comercio justo, con un enfoque en beneficiar a los agricultores. “El 10% de mis ganancias se reinvierte en ellos”, explica el emprendedor.
Con un mercado de bioestimulantes orgánicos en Chile proyectado a crecer un 300% hasta 2033, el proyecto se perfila como una alternativa clave para enfrentar desafíos como la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ante el crecimiento poblacional.
Alianzas estratégicas y respaldo institucional
Este proyecto ha recibido apoyo de instituciones como Corfo, la que otorgó un fondo denominado Capital Semilla Inicia de $15 millones y se encuentra en proceso de implementación. Además, Fuentes colabora con la Universidad de Concepción, donde los doctores José Becerra y Claudia Pérez están realizando la validación técnica del producto.
El proyecto avanza hacia la expansión de su producción y comercialización, iniciando sus primeras ventas en enero de 2025, logrando agotar toda la producción en su primer día. Además, Fuentes sigue investigando para optimizar el producto y explorar nuevas aplicaciones en la alimentación humana, aprovechando su alto contenido proteico.