Publicidad
Nuestros suelos olvidados en la agenda nacional a pesar de los desastres naturales Opinión

Nuestros suelos olvidados en la agenda nacional a pesar de los desastres naturales


“La nación que destruye su suelo, se destruye a sí misma”. – Franklin Delano Roosevelt

A pesar de todo lo ocurrido en las últimas semanas en nuestro país tras las lluvias más intensas de los últimos 30 años, -que han dejado personas aisladas, caminos cortados, ríos desbordados y cientos de damnificados-, los suelos siguen olvidados en la agenda nacional. Tras estos hechos afloran sentimientos de angustia, tristeza, pena y desilusión y nos surge la pregunta: ¿Qué más debe suceder para que se le dé la importancia que posee el recurso Suelo en la Agenda Legislativa de nuestro país?

Desde la academia, estamos convencidos de la relevancia que posee este recurso natural no renovable en escala humana para la sociedad, ésta es la frase que se transmite en las aulas de las carreras que enseñan la importancia del suelo,  aunque sabemos que el problema es más profundo. Creemos que este énfasis debiera estar presente en los textos escolares e incluso en los planes preescolares como un componente más del ecosistema natural o antrópico, para que todas las personas tomen conciencia de que cualquier mal uso del Suelo repercute en todo el  ecosistema.

Las funciones ecosistémicas del suelo han sido destacadas por la ONU, la FAO y están estrechamente ligados con los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), declarados por las Naciones Unidas en la agenda del 2015-2030. Entre sus funciones destacan las siguientes: producir alimentos, fibras y combustibles, regular las inundaciones, secuestrar carbono (mitigación del cambio climático), purificar aguas y reducir contaminantes, además de permitir la herencia cultural, ser la base de las actividades humanas, reciclar nutrientes, ser un reservorio genético y de productos farmacéuticos, un hábitat de organismos, entre otras.

En el contexto actual, cobra relevancia prioritaria la función del suelo de “regular inundaciones”, ya que las cualidades físicas y mineralógicas de este recurso determinan su capacidad de infiltrar las aguas que precipitan. Es un hecho que en Chile ha ocurrido un cambio inorgánico en el crecimiento urbano, el loteo sin control de predios agrícolas, forestales o con otro uso (como humedales), hacia la “urbanización”.

El problema de realizar este loteo sin considerar las funciones y características propias de los suelos, hoy se hace evidente en la zona afectada por las intensas lluvias.

Por lo tanto, es deber del Estado de Chile regular el loteo de grandes áreas para la construcción de nuevos lugares de habitación para no poner en riesgo la población, así como también otros recursos y procesos tan relevantes como la recarga de aguas subterráneas producto del sellamiento por estas áreas urbanas sin organización ni control.

Hace ya unos años, ingresó al Congreso el Proyecto de Ley Marco (diciembre, 2021) que regula el uso del Recurso Suelo. Esta propuesta nace de la academia y de entidades no gubernamentales que han trabajado por más de 3 décadas en la promulgación de esta Ley. Hoy más que nunca, este marco regulatorio se convierte en una necesidad imperativa ante las evidencias de los acontecimientos ocurridos. Chile es uno de los pocos países de la OCDE que no posee una Ley que regule su uso.

Sólo pensando en voz alta y ante la evidencia, parece de “sentido común” cuestionar bajo qué circunstancias y evidencia se pudo aprobar la construcción de edificios sobre dunas, que además poseen otras funciones ecosistémicas más relevantes como es la mantención de la biodiversidad de flora y fauna; o el permiso de ventas de terrenos sobre lechos de ríos, que aunque poseen una crecida histórica de más de 20 años, ese es precisamente el criterio que debe protegerse, la máxima crecida histórica, no los promedios anuales.

Por estos ejemplos y numerosos más, es extremadamente relevante contar con una legislación clara y fuerte en la regulación del uso del recurso suelo, con profesionales competentes que evalúen objetivamente sus funciones ecosistémicas, para que no sigan ocurriendo estos eventos. No nos olvidemos que el suelo se desarrolla en una escala diferente a la humana, 10 cm de suelo se forman en más de 1000 años y no tenemos ese tiempo para mantener sus funciones ecosistémicas, vitales para nuestra propia existencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias