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El saneamiento de aguas Santiago y cómo cambió la cara y calidad de vida de la ciudad Sostenibilidad

El saneamiento de aguas Santiago y cómo cambió la cara y calidad de vida de la ciudad

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Loreto Santibáñez
Por : Loreto Santibáñez Editora de Agenda País y Revista Jengibre. Periodista UC
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La descontaminación de los cauces de Santiago, principalmente del río Mapocho, no solo ha significado mejoras en las condiciones sanitarias y medioambientales de la ciudad. Se transformó en un modelo de recuperación de la ciudad y sus espacios urbanos.


El Día Mundial del Saneamiento se conmemora cada año el 19 de noviembre y fue declarado oficialmente por las Naciones Unidas en 2013. Su propósito es concienciar sobre la importancia del acceso a servicios de saneamiento seguro y el impacto que esto tiene en la salud, la sociedad y el medio ambiente.

Este día resalta problemas como la falta de acceso a baños seguros, el tratamiento inadecuado de aguas residuales y la contaminación de fuentes de agua, que afectan principalmente a comunidades vulnerables en todo el mundo.

Santiago también vivir un proceso importante de saneamiento de aguas, principalmente del río Mapocho, el que ha fue un gran esfuerzo para mejorar la calidad del agua y reducir su contaminación. El río, que cruza la ciudad y es emblemático en Santiago, estuvo contaminado durante décadas debido a los desechos industriales y domésticos que se vertían en él sin tratamiento.

“Dejar de hacer que el río Mapocho fuera una cloaca permitió pensar en el río como algo recuperable y también surgieron los proyectos de los parques que se han hecho en la zona, en donde la recuperación de lo que antes eran zonas de escombros empezaron a ser eliminados y empezó a recobrarse el borde del río empezó y gran parte de la ciudad”, recuerda el ex ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena.

“Liberar al río Mapocho y a la ciudad de Santiago de aguas servidas, llevarlas a plantas de tratamiento que hoy dia son biofactorias y que más encima transforman esas aguas servidas en energía limpia es realmente un trabajo increíble, una alianza público-privada extraordinaria, y que le cambió la cara a la ciudad y a las personas”, sostiene Rodrigo Guendelman, periodista y fundador de Santiago Adicto. 

“Somos una ciudad que como pocas en el mundo solucionó este problema en una cantidad récord de años y con un nivel de eficiencia que se lo hubieran querido en París para los Juegos Olímpicos. Ellos con una tremenda inversión no lograron el nivel de saneamiento de nosotros y es que ha sido espectacular el trabajo que se ha hecho acá y le ha cambiado la realidad y la cara a la ciudad”, agrega.

De una fuente de contaminación a un aporte para la ciudad

En la década de los 90, las aguas servidas eran descargadas sin tratar en los cauces capitalinos: en su momento, distintos informes gubernamentales y de la sociedad civil alertaban sobre concentraciones de coliformes fecales en los ríos Mapocho y Maipo.

“En mi generación -nací el año 69- todos o la gran mayoría tuvimos tifus o hepatitis, enfermedades que se producían justamente por verduras y frutas que estaban contaminadas por las aguas de los ríos. Hoy día esas enfermedades prácticamente no se conocen en esta ciudad”, detalla Guendelman.

Así también lo afirma el ex ministro Mena. “Cambió las aguas de regadío antes de este saneamiento era muy común regar con aguas servidas las distintas frutas y verduras causando grandes enfermedades virales”

Para Joaquin Moure, director ejecutivo de la Fundación Mapocho Vivo, la descontaminación de los cauces tuvo grandes consecuencias positivas para la ciudad. “Desde el lado mediombiental, hubo una recuperación del ecosistema al mejorar la calidad del agua del río, promoviendo la recuperación de flora y fauna acuática que antes estaban en riesgo o simplemente desaparecieron debido a los altos niveles de contaminación”.

Además, sostiene que “uno de los aspectos más recordados para las generaciones añosas, es el cambio en el olor del río y sus alrededores, antiguamente la gente recurría a taparse la nariz para cruzar caminando un puente sobre el Mapocho, hoy en día eso no se ve. Este aspecto mejoró la calidad ambiental para los vecinos del río y los espacios públicos a su alrededor. Los barrios contiguos comenzaron a transformarse en zonas más agradables, lo que ha permitido la integración como parte de la vida urbana con parques, paseo, ciclovías e incluso zonas de contemplación”.

“Yo hace años que me meto por lo menos una vez en la primavera o en el verano al río y me grabo para mostrarle a la gente que el río está libre del agua servidas, que no tiene ningún olor y que siempre va a hacer café porque arrastra sedimentos, pero que realmente un río que hoy día es una aporte para la ciudad, que ha permitido hacer parques a la orilla del río y ha sido un cambio extraordinario para nuestra ciudad”, destaca Rodrigo Guendelman.

Saneamiento de los cauces

El primer paso para acabar con la contaminación fue el Plan de Saneamiento de la Región Metropolitana, impulsado por Aguas Andinas en 1999. Con la construcción de las plantas El Trebal (2001), La Farfana (2003), Mapocho (2012) -y otras 12 en distintos puntos de la región- y el colector Mapocho Urbano (2009), Santiago pasó de sanear el 3% de sus aguas servidas en el 2000, a tratar el 100% en 2012.

Este plan no solo descontaminó el cauce del río Mapocho, lo que incluyó clausurar más de 20 descargas de aguas servidas, sino que también intervino en el Zanjón de la Aguada y de los cauces menores en distintos puntos de la región.

Los resultados fueron impresionantes. Tras ser fuente de malos olores y enfermedades, el Mapocho pasó a tener distintas especies de aves, mamíferos, reptiles e incluso peces, algunos que aparecieron de manera espontánea, según un estudio realizado por el Centro de Ecología Aplicada (CEA).

Al igual que con el Mapocho, la descontaminación del Zanjón de la Aguada trajo nueva vida a los alrededores del cauce e importantes obras urbanas que han recuperado los espacios como el Parque Inundable Intercomunal Víctor Jara, que incluye paisajismo, construcción canchas, ciclovías, juegos de agua, mobiliario urbano, iluminación, pasarela, entre otros beneficios.

Para Rodrigo Guendelman, estos han sido un gran “ejemplo de cómo esa descontaminación y saneamiento ha llevado no solamente un cambio medioambiental sino que a recuperar zonas para la ciudad”.

La gran recuperación del Mapocho y su entorno

La descontaminación del emblemático río Mapocho se hizo a través del proyecto Mapocho Urbano Limpio de Aguas Andinas, que invirtió más de 1200 millones de dólares en infraestructura clave, incluyendo el túnel colector que intercepta descargas hacia las plantas La Farfana y El Trebal. Desde su implementación en 2010, este proceso ha mejorado la salubridad, el entorno urbano y ha hecho de Santiago una capital más sostenible, impactando positivamente en la calidad de vida.

Para director ejecutivo de la Fundación Mapocho Vivo, los efectos positivos de este saneamiento son mayores. “La descontaminación aumentó la conciencia ambiental de los santiaguinos, promoviendo prácticas más sostenibles en el manejo de desechos y el cuidado del medio ambiente al involucrarse en actividades de reforestación, limpieza y educación medioambiental dentro del río”, destaca Moure.

Además, “la reactivación económica y turística es otro de los puntos positivos del saneamiento ya que los un río más limpio y estéticamente cuidado atrajo más visitantes, ayudando a revitalizar la economía local, promoviendo actividades recreativas y culturales a lo largo de su cauce, como obras de teatro, conciertos, cuenta cuentos, ferias, festivales y un sin fin de actividades”.

Y un área no menor es que “la valorización inmobiliaria también fue parte de los beneficios ya que las propiedades cercanas al río experimentaron un aumento en su valor, gracias a la mejora del entorno y de la calidad de vida en esas áreas”.

Pero sin duda lo más reconocido además de restaurar el ecosistema del río es la creación de espacios públicos en sus riberas, con parques urbanos y fluviales, ciclovías y zonas de esparcimiento junto al río, que forman parte de un plan de integración urbana que han buscado revitalizar la relación entre la ciudad y el Mapocho.

Para Rodrigo Guendelman, “basta pensar con el proyecto Parque Mapocho Río, que mide 9 km de largo con más de 50 hectáreas en total y hace que los vecinos de Quinta Normal y de Cerro Navia pueden bajar a varias playas del río.  Se está haciendo una regeneración urbana increíble en comunas que necesitan espacios públicos, que necesitan canchas de patinaje, espacios para escalar, espacios deportivos y espacios también para relajarse al lado de un río maravilloso que hoy día está limpio”.

Y si bien se han inaugurado dos de seis etapas, está pronto inaugurarse las otras  va a ser uno de los parques más importantes de Santiago.

Otro de los proyectos más emblematicos que está pendiente es el antiguamente llamado  Mapocho Pedaleable, que ha sido retomado por el Gobierno Regional.

“Ha tenido distintos nombres pero básicamente consiste en desarrollar una ciclovía de alto estándar a través de una cierta cantidad de kilómetros al lado del río Mapocho que sería un tremendo aporte tanto para los ciclistas y quienes usan otro tipo de ciclos como para las personas que caminan, porque en el fondo es un paseo, no solo una ciclovía, que está pensada para todo tipo de usuarios menos los autos”, enfatiza Guendelman.

Para Marcelo Mena, “es fundamental volver a recuperar el proyecto Mapocho Pedaleable y hacerlo permanente, cambiando la relación con la ciudad, porque en ese lugar, la cantidad de exposición a la contaminación y la temperatura baja significativamente con un proyecto así”.

Además, el ex ministro cree que “es fundamental seguir recuperando la ribera hasta incluso más abajo de Pudahuel, hay que seguir poblando el espacio para evitar que sea recuperado por la quema ilegal de basura o actividades ilegales. Va a ser fundamental que se mantenga con la presencia de las personas, con peatones, con parques inundables. entre otras soluciones”.

Par Joaquín Moure, “la descontaminación del río Mapocho forjó un gran paso hacia un Santiago más limpio, habitable y sostenible, transformando una fuente de contaminación en un eje de desarrollo urbano”.

Eso si, recuerda que “uno de los proyectos estancados en el Mapocho ha sido la declaración de Humedal Urbano para 13 comunas que aún no consiguen dicha figura de protección. Es sumamente importante cuidar el río como un humedal que proporciona agua potable a la ciudad, un rico ecosistema nativo y múltiples beneficios para los ciudadanos y vecinos del Mapocho”.

La importancia de las biofactorías

Además del saneamiento de aguas, uno de los mayores logros en cuanto a recolección  y tratamiento de aguas servidas, es darle a esos residuos nuevos usos, impactando positivamente en el medioambiente.

Para eso se han desarrollado biofactorías, las que reciben las aguas servidas de Santiago no solo para tratarlas y devolverlas limpias a los cauces naturales, sino para generar energía -tanto eléctrica como gas natural- que es utilizada en el proceso de tratamiento y para el consumo de la ciudad.

Los procesos permiten la reducción de las emisiones de gases, que además son potenciados con reforestación. Además, el lodo de las aguas se recolecta como abono orgánico para la agricultura.

Estos factores llevaron a que la Cumbre de Cambio Climático de las Naciones Unidas de 2018 reconociera a Biofactoría Gran Santiago con el premio Momentum for Change en la categoría Salud Planetaria, destacando entre más de 700 proyectos por su notable contribución en la lucha contra el calentamiento global.

Para Rodrigo Guendelman, “Aguas Andinas ha hecho un trabajo impresionante en la inversión para limpiar el río mapocho con plantas de tratamiento que son de ingeniería de nivel mundial”.

Marcelo Mena destaca a su vez que “la alianza pública-privada para poder sanear fue fundamental”. “Lo que corresponde es continuar esto y no quedar estancado sino seguir avanzando cada vez más a normativas ambientales mejores que permitan recuperar mejor el agua y así también hacer más resiliente la ciudad”, sostiene.

Mientras que Joaquin Moure afirma que “Santiago y el saneamientos de sus cauces sirvió como modelo de sostenibilidad, inspirando otras ciudades. El éxito del proyecto sirvió como ejemplo de gestión ambiental para otras regiones de Chile y América Latina, demostrando que es posible revertir décadas de daño ambiental con voluntad política y social”.

“El saneamiento del río es una iniciativa privada que requiere mucha más divulgación, ya que sus beneficios han cambiado la cara de Santiago y han permitido la integración de diversos proyectos públicos y privados que siguieron la corriente y propulsaron aún más una mejor relación entre la ciudad y sus espacios naturales, generando un efecto dominó que hasta el día de hoy sigue generando nuevas instancias que benefician la calidad de vida de los santiaguinos”, agrega. 

No hay que olvidar que Santiago fue la primera capital latinoamericana en contar con el 100% de cobertura de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales. Una meta que se vino gestando de hace años, y que, de paso, cambió -y está cambiando- la cara urbana de la región.

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