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La supervivencia del más bonito

El proceso de selección sexual también puede inferirse a partir de fósiles de animales extintos, afirma un estudio desarrollado por científicos de universidades británicas y australianas.


En la época de los dinosaurios también sobrevivían los más bonitos, afirma un estudio realizado por científicos de universidades británicas y australianas.

El concepto de selección sexual fue propuesto por Darwin para explicar la evolución de caracteres sexuales secundarios – es decir, que no tienen una relación directa con la función reproductora y que claramente no ayudan a incrementar la supervivencia de sus portadores.

Al no hacerlo, estos cambios no se pueden explicar mediante la teoría de selección natural.

En cambio, se dice que esta selección ocurre mediante la lucha entre machos por el apareamiento y la elección por parte de las hembras: un proceso de selección sexual.

Es común observar este fenómeno en los animales vivos, pero se creía que era imposible reconocerlos en animales extintos.

«Normalmente nos basta con analizar las variaciones entre hembras y machos que se desarrollan durante la edad adulta y con llevar a cabo tests de comportamiento para concluir si un animal hace parte de un proceso de selección sexual», le explicó David Hone, coautor del estudio, a BBC Mundo.

«Relacionar este proceso con fósiles de animales extintos es otra historia», añade.

Muchos animales fosilizados presentan elaboradas crestas, cuernos y otras estructuras que parecen haberse utilizado para atraer al sexo opuesto, pero resulta difícil determinar con seguridad si este era su único fin.

El proceso de selección sexual también puede inferirse a partir de fósiles de animales extintos, afirma un estudio desarrollado por científicos de universidades británicas y australianas.

El proceso de selección sexual también puede inferirse a partir de fósiles de animales extintos, afirma un estudio desarrollado por científicos de universidades británicas y australianas.

Pueden haber desempeñado un papel en el comportamiento alimentario, en la necesidad de huir de los depredadores, o en el control de su temperatura corporal.

Sin embargo, los autores del reciente estudio aseguran que estas pistas – detectadas en los fósiles – son un claro indicio de que la selección sexual también ocurría en los dinosaurios.

Ejemplos modernos de animales que han desarrollado comportamientos y rasgos específicos con el fin de atraer al sexo opuesto y de repeler a sus rivales incluyen a los pavos reales machos – con su exposición de plumas – y a los cuernos de los alces machos, utilizados durante enfrentamientos en las temporadas de apareamiento.

¿Cómo determinar la selección sexual en fósiles?

Hone y los coautores del estudio aseguran que es posible determinar este tipo de características a partir de fósiles: rasgos que pueden ser usados en enfrentamientos, fracturas óseas que resultaron de duelos y ornamentación con fines exhibicionistas – como las crestas en forma de abanico de algunos dinosaurios.

Las diferencias entre los machos y las hembras de una especie, definidas bajo el concepto de ‘dimorfismo sexual’, también pueden sugerir la presencia del proceso de selección sexual.

Las plumas de los pavos reales machos son un claro ejemplo de selección sexual.

Las plumas de los pavos reales machos son un claro ejemplo de selección sexual.

De igual manera, las características observadas en adultos sexualmente desarrollados que no se encuentran entre jóvenes de la misma especie, indican que su finalidad podría estar vinculada a la reproducción.

También podemos inferir la presencia del proceso de selección sexual a partir de características que son difíciles de conservar o mantener.

Si los seres extintos tuvieron que emplear grandes cantidades de energía para conservar estos rasgos, es posible suponer que las ventajas reproductivas que implicaban eran más ventajosas que las incomodidades.

Si bien estas características pueden haber tenido múltiples usos, los autores sugieren que la selección sexual no debe ser descartada.

«Algunos científicos argumentan que ninguna característica de los dinosaurios puede vincularse con la selección sexual», explica Hone.

«Esto se debe a que su definición del proceso de selección sexual es muy restringida. Se basan en que si no hay síntomas claros que evidencien el dimorfismo sexual, automáticamente se concluye que no se da este proceso», aclara.

Añade que para él y sus colegas, la definición es más amplia y que es posible identificar otro tipo de características que justifican la idea de la supervivencia del «más bonito».

A medida en que las observaciones indican que la selección sexual es el proceso más común en la formación de rasgos evolutivos en los animales modernos, existen todas las razones para suponer que el fenómeno era exactamente el mismo en el pasado, concluye Hone.

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