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Latigazos y exorcismos, la cura fatal de los mulás afganos

Latigazos y exorcismos, la cura fatal de los mulás afganos

No son pocos los que creen que los talismanes y amuletos tienen poderes mágicos para sanar enfermedades mortales o la infertilidad, conseguir pareja, resucitar malos negocios o ayudar a jóvenes que quieren empezar otra vida en Occidente y que recurren a mulás o líderes religiosos que se presentan como mágicos salvadores.


Latigazos, marcas grabadas en el cuerpo con espadas o exorcismos son sólo parte de los remedios que algunos mulás afganos prescriben a quienes acuden a ellos en busca de una cura o un milagro, dispuestos a someterse a prácticas ilegales con resultados a menudo trágicos.

Las zonas rurales del país asiático y la población con menos formación son el caldo de cultivo para la superchería. Muchos afganos prefieren a los adivinos y los grabadores de talismanes a la hora de buscar una cura a sus problemas de salud en vez de ir al médico.

No son pocos los que creen que los talismanes y amuletos tienen poderes mágicos para sanar enfermedades mortales o la infertilidad, conseguir pareja, resucitar malos negocios o ayudar a jóvenes que quieren empezar otra vida en Occidente y que recurren a mulás o líderes religiosos que se presentan como mágicos salvadores.

Hace unas semanas, una familia en la provincia de Kunduz (noreste) llevó ante uno de ellos a una mujer embarazada primeriza de ocho meses, a la que le fue practicado un exorcismo conocido como «Dost Muhammad» dándole tales latigazos que tuvo que ser llevada a un hospital.

«Ingresamos a la mujer en malas condiciones de salud, su bebé había muerto de apoplejía y no tuvimos más remedio que sacarlo del útero», aseguró a Efe el jefe del hospital provincial, Abdul Qudoos Miakhil.

La mujer sufría preeclampsia, un problema de presión en la sangre propio de un embarazo, pero nada que ver con demonios, según el doctor.

Golpes con palos mojados, encierros en habitaciones oscuras, escribir misteriosas figuras en la piel, recitar o escribir versos coránicos en papeles para hacer amuletos son otras soluciones mágicas de estos mulás.

Shir Khan llevó a su mujer a decenas de curanderos durante veinte años sin que remediaran su infertilidad, y al final tuvo que viajar a la India para a través de la medicina convencional encontrar un tratamiento que puso «punto final a 20 años de miseria».

Peor le fue a Hamida, de 29 años, que tras dar a luz a cuatro hijas estaba bajo la presión familiar para que tuviera un varón. Intentó por varias vías pero no funcionaron hasta que dio con un grabador de talismanes.

«Como parte del tratamiento, el grabador de talismanes escribió misteriosas figuras en mi pecho. Cuando mi marido vio los dibujos se puso triste, me empezó a tratar como a un animal, perdí el respeto de mi familia, incluso de mis hijas», declaró a Efe Hamida.

«Hace dos años mi marido se casó de nuevo con otra mujer. Ahora tengo que pasar mi vida con la vergüenza y las dificultades por un error que nunca quise cometer», dijo, entre lágrimas.

El psicólogo y profesor de la Universidad de Kabul Shamsuddin Shams manifestó a Efe que las mujeres sin formación son las principales víctimas del oportunismo de estos líderes religiosos que tienen montado un buen negocio no solo en áreas rurales, sino incluso en Kabul.

Alrededor del 80 % de las afganas son analfabetas, según datos del Ministerio de Educación.

«Tenemos estos mulás por todo el país e incluso a veces cometen actos inmorales y criminales, como golpear a los clientes, dejarles en habitaciones oscuras, impedirles hablar durante días o abusar de sus valores culturales», indicó Shams, al reclamar más esfuerzos del Gobierno para crear una «conciencia pública» del problema.

Rafiullah Bidar, portavoz de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC, en inglés), indicó a Efe que «empujar a la gente a una enfermedad o atacar su dignidad es una violación de los derechos humanos que no debería ocurrir».

Los grabadores de talismanes, adivinos y exorcistas no están registrados oficialmente y no existen datos sobre el número de oficiantes de estas supersticiones que no son nuevas para los afganos y se remontan a una época anterior al islam.

«Desafortunadamente, algunos oportunistas y charlatanes bajo el nombre de mulá llevan a cabo estas acciones contrarias al islam para hacer dinero, a veces con horribles resultados», dijo a Efe un miembro del Consejo de Ulemas, Mawlawi Faizullah Imaq.

Sin embargo, quienes las practican defienden que no todos lo hacen con fines perversos ni malas intenciones.

«Lo hacemos por el bien de la gente, porque los versos coránicos sin duda curan enfermedades», dijo a Efe Qari Samiullah, un escritor de talismanes, al admitir que algunos de sus colegas «podrían hacer un mal uso de los métodos e incluso emplear métodos prohibidos».

«Pero esto no se puede aplicar a todos lo mulás», objetó.

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